Han pasado seis años desde que la banda panameña Señor Loop les dio a sus fans un nuevo disco. Decir panameña es casi obligatorio para entender la mezcla de rock, pop y ritmos latinos que hay en su música, pero Señor Loop fácilmente podría ser vista como otra banda tica, un grupo de la casa.
El público tico los adora desde que dieron su primer concierto en el país en el 2006 y cada vez es más gente la que se une a ellos en sus canciones. Señor Loop reconoce que los ticos son sus fanáticos más fiebres, los que se saben desde los temas del primer disco hasta esos que se aprenden el rap entero de El mono y la culebra, sencillo que publicaron en el disco Vikorg del 2013.
Han pasado seis años desde ese último disco; ahora el sexteto volverá al país el viernes 20 de diciembre en Club Vértigo, paseo Colón, para celebrar que pronto hay nuevo disco: La leña que prende madera.
Señor Loop tendrá el escenario por dos horas para interpretar temas nuevos como Mes de la patria y Cuando todo está bien, pero no estarán solos. Ellos serán plato fuerte de un minifestival que tendrá en el escenario a las bandas nacionales Hijos, Magpie Jay y Santos & Zurdo. Las entradas cuestan ¢18.000 y se pueden comprar en el sitio yapp.cr.
La leña que prende madera es el quinto álbum de un grupo que ha mudado de piel muchas veces haciendo experimentaciones electrónicas y mezclando rock con salsa y otros géneros latinos.
A cuentagotas hemos oído temas de La leña que prende madera, en los que el grupo se ha enfocado en hacer letras positivas. Será hasta mayo del 2020 que el disco de 14 canciones se publique en Discos Panoram, sello fundado por Sergio Acosta, de Zoé.
En una llamada telefónica, el vocalista Lilo Sánchez contó acerca del proceso de este nuevo disco, sobre su diagnóstico de cáncer que mantuvo a Señor Loop fuera de los escenarios y la composición de este disco, en el que la banda incluyó al tico Andrés Cervilla.
Para el grupo, Cervilla toca trombón y teclado, acompañando así en escena a Lilo (guitarra y voz principal), Iñaki Iriberri (guitarra y teclados), Carlos Úcar (bajo), Chale Icaza (batería) y Tony Drums (percusión).
– ¿Cuándo empezó la composición para este nuevo disco?
– En el 2013 salió Vikorg y a finales de ese año tuve que irme de Panamá por mi enfermedad y paramos de tocar por casi dos años. Hay canciones en este disco que vienen cocinándose desde ese mismo 2013. Ponte que en los dos años que estuve afuera, Ñako (Iñaki) se metió en el estudio solo e hizo más canciones que nunca, cientos de vainas, algo impresionnate (risas).
"Hay canciones que se hicieron a último momento y hay otras que tienen años. Había demos de canciones que ya había escuchado desde antes de Vikorg, como por ejemplo Mariposa de abril, que la música ya la había hecho Iñaki hacía mucho y luego yo le puse una letra que habla de mi hija”.
– ¿Hizo solo todas las letras?
–Siempre hemos trabajado Ñako y yo, cada uno por su lado, pero en este disco hay canciones donde entra Chale. Los tres hicimos juntos Mes de la patria y Qué dicha, que si las escuchas son diferentes, con más cortes y más arreglos de piano, tiene un nuevo aire a todo.
"Hubo un momento importante a inicios del 2018, cuando fuimos Iñaki y yo a una cabaña en Chiriquí, en cerro Punta, mismo lugar donde hicimos una buena parte del Madretambor en el 2003. Nos fuimos unos 10 días para allá, que ni llega señal del teléfono, y ahí terminamos las canciones con guitarra y papel, grabamos con el teléfono y ya.
“Con Chale trabajamos acá en la ciudad por días, fue como hacer una terapia. Yo tenía que sacarle a Chale lo que él quería decir; él me daba una idea de letra que tenía partes tachadas y yo preguntaba: ‘¿qué dice aquí que está tachado?’ y cuando me decía, eso era lo que más me gustaba para la canción. Conversamos mucho por días antes de escribir y así fue como armamos muchas canciones del disco”.
–Quisieron enfocarse en la canción como unidad…
–Sí, queríamos que cada canción se pudiera tocar con guitarra y maraca, ese fue el concepto desde el inicio, no nos enfocarnos tanto en el arreglo y los instrumentos. Investigamos mucho: Qué dicha es una canción muy científica, tiene términos así como del programa Cosmos; Algo ritmo tiene terminología de computadores y vainas de ese tipo.
”Tratamos las canciones como si fueran películas: con su lenguaje y con sus personajes, al final cada canción es un mundo. Creo que dividimos bien cada etapa: juntamos ideas, etapas de composición, y después etapas de grabación y la mezcla, que la hicimos en Los Ángeles. Hicimos el disco de forma muy ordenada.
–En ese orden de trabajo, ¿dónde apareció el título del disco?
– (Risas) Esa frase es como del 97, por ahí. Iñaki tenía un grupo que se llamaba Santos. Y yo me acuerdo cuando estaban haciendo su último disco. Yo encompinché con ellos e inventaba en el trabajo que estaba enfermo para acompañarlos a grabar. Había una canción con tambores ceremoniales y yo canté un coro que decía “la leña que prende madera” y lo repetía y lo repetía con una energía así tipo ritual africano... Y no sé cómo volvió a surgir para este disco (risas). Ñako es el que siempre rescata los nombres de los discos de algo mío que ni había notado.
“Lo de “la leña que prende madera” fue algo que inventé en el momento y “Madretambor” es un tatuaje que tengo desde antes de conocerlo, son puras cosas místicas. La cosa es que ahora eso de la leña significa que este es un disco lleno de luz, sin mucho drama, no hay nada muy pesado, es más de celebración. Hay canciones para el hijo, la hija, el hermano… Es loco, no sé si haya mucha gente tratando temas así, como de familia, temas como de UNICEF (risas). Es loco…”
–Hay una madurez musical, pero creo que aquí juega más la madurez de la vida...
–Sí, estamos en una etapa de mucha ilusión, en la que tenemos hijos pequeños. Mis hijos tienen 5 y 8 años, hay niños de 10 años, el de Iñaki tiene seis meses; todos estamos en esa etapa de superhéroe, en la que nos sentimos imbatibles y decimos ‘no se preocupen que todo está bien’.
”Son tiempos complicados para sentirse así: vemos mucha agresividad afuera y decimos ‘chucha, pero qué es esa vaina, ¿cómo vamos a hacer eso?’. Hicimos un disco con mucha ilusión y agradecimiento, y lo presentamos diciendo ‘esto es lo que podemos hacer, ojalá les guste mucho’ y yo sé que hay muchos locos por ahí que están en esa misma onda.”
–El sencillo Cuando todo está bien refleja un poco ese estado…
–Es una coincidencia que fuera de las primeras canciones e publicarse; el video se grabó de primero y eso pesó. Es una canción inesperada de nosotros al ser muy pop rock moderno (risas). Nos gustaba que la gente quedara sorprendida, sin entender cómo era una canción nuestra. (Cuando todo está bien) habla de cuando tocamos juntos, cuando estamos en el show ahí sudados disfrutando y ella quiso salir primero.
– La canción Gran Combo tiene un sonido más familiar para la gente…
– Gran Combo salió de un jamming que se grabó y quedamos sorprendidos. Lo recreamos casi tal cual como salió para el disco. Esa habla de nosotros que somos como los gatos solos, los animalitos que salen detrás de Jazz Café Escazú, ¿cómo se llaman?
– ¿Los pizotes?
– Esa misma vaina, somos como pizotes que andamos en clan desbaratando todo adonde llegamos, así somos nosotros. Es una canción muy de salsa y que fue improvisada también por todos.
– En esa canción se siente la mano del tico Andrés Cervilla...
– Él no está en el grupo para pasar desapercibido, su presencia está ahí para dejar rastro (risas). Él toca trombón pero en conciertos también muchos teclados porque él y Ñako son freaks de toda esa tecnología y los sonidos nuevos. Andrés Cervilla es nuestro pie en los instrumentos más digitales y su influencia de loquito está en todos lados, en lo que toca y lo que no. Su opinión musical es muy importante para nosotros.
– Lilo, su enfermedad (cáncer) posiblemente le cambió la perspectiva en la vida, pero ¿cambió algo en el plano musical?
– Creo que sí, me sentí mucho más entregado a tocar en vivo, eso lo sentí cuando “reviví”, si se le puede llamar así. Había algo muy claro en el disco: no queríamos hablar de esa vaina o hacer canción de cuando estaba enfermo; no era el tema para el mundo de este disco. No es que fuera un tabú, pero queríamos mantener el aura de celebración y algo más ligero, para una noche feliz. Es un tema muy pesado para tratar en un concierto.
”De alguna forma todos sobrevivimos esa vaina como colectivo porque si yo me hubiera muerto, hubiera muerto la energía que creamos juntos, así que reunirnos a hacer música es una forma de celebrar, inconscientemente eso que está latente.
”Al final pierdes el pudor y siento que todos estamos más destapados para tocar (risas), más presentes ahí. Yo ocupo mucho espacio en el escenario, así soy, pero siento que ahora tiran más candela y sienten el escenario más de ellos. Tocar un concierto es una vaina loquísima, como entre mago y payaso. Llegas al escenario sin saber si te sale el truco otra vez, pero lo intentas y si la gente responde, ahí está la magia".