¡Ay, Sabina ! Muchos años han pasado desde que sonó algo nuevo, algo suyo; pero la espera se acabó. Este viernes 10 de marzo el poeta, el Flaco de Úbeda, volvió al ruedo con Lo niego todo , su álbum 18 de estudio. Joaquín regresó con aires nuevos, pero siendo el mismo viejo zorro de siempre.
Se dejó coquetear por la juventud, probó con algunos toques de géneros más pop y rock vanguardistas pero conservó su estilo, porque de cambiar mucho, nadie se lo perdonaría. En esta ocasión dejó de lado a su inseparable Pancho Varona de la producción y se remangó la camisa junto al “joven” –como lo llama él mismo– músico español Leiva (quien fuera parte de la agrupación roquera Pereza). “Voy a juntarme con un jovenzuelo que me gusta mucho a ver si renovamos un poco el aire”, dijo en entrevistas previas a las grabaciones de Lo niego todo .
Con gratas sorpresas, sonidos diferenciados y poesía pura, se presentó el disco. Amigos y conocidos de sus trabajos anteriores fueron parte sustancial del nuevo álbum.
Sabina se apoyó en la guitarra de Antonio García de Diego, en los coros de Olga Román y en las letras de Ariel Rot, Jaime Asúa y Pablo Milanés, así como del mismo Leiva.
“Las musas, aparte de huérfanas de Krahe, de Cohen, de Prince o de Bowie, estaban... digamos que a las mías les habían salido várices y les olía el aliento”, aseveró cuando presentó su nuevo trabajo ante medios españoles hace más de un mes.
“Las canciones se quedan siempre un poco lejos de uno. Pero en este caso no solo no me da vergüenza oírlas, sino que me siento encantado con ellas”, aseguró Sabina, quien también dijo que se sentía como hace 15 años, haciendo referencia a esa etapa creativa de su vida.
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Lo niego todo. El sencillo abrebocas del disco es el que lo nombra. La canción de tono nostálgico abrumador pasó a ser parte del playlist de los sabineros apasionados, así como también Lágrimas de mármol, el segundo tema promocional en cuya letra pone en retrospectiva el accidente cardiovascular que sufrió en el 2000.
Estas son solo un par de razonas por las cuales al escuchar Lo niego todo , el buen sabor de boca llega de inmediato, tanto porque de cabo a rabo el disco está repleto de variedad, como porque hay poesía pura, poesía de Sabina.
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Hay nostalgia, tristeza, alegría, metáforas, rock , rumba, blues , country , tex-mex y hasta reggae . Sí, un reggae combinado con una letra oscura que desgrana problemas sociales como la violencia doméstica y que, a la vez, expone a los y las pusilánimes cautivados por las corporaciones, por los carros lujosos y, por supuesto, los índices bursátiles. ¿Qué estoy haciendo aquí? es esa canción que nos da una manera diferente de disfrutar del sabor del caribe.
Hay profundidad, pero también su acostumbrado buen sentido del humor, su fisga y encantadora manera de ser el viejo verde que fascina resaltan una vez más en las piezas. Joaquín es un pillo y se aprovecha de eso.
Sabina, a sus 68 años, con su voz agrietada y nuevos sabores enamora y él se lo disfruta, así que en sus letras aprovechó para ponerse conquistador y divertido. Lo demuestra en Canción de primavera , obra que canta haciendo alusión a su propia vejez, a sus años de experiencia y a su acostumbrado sarcasmo hacia la vida misma.
Preparados. El jueves por la noche, la música nueva de Sabina se escuchó por el metro de Madrid, fue su manera de presentar el material inédito a todos los que lo quisieran –o no– escucharlo. Él quiso ser para todos sus compatriotas, y lo logró más allá de eso: ahora lo vuelven a escuchar muchos.
El artista realizará una gira internacional, pero con fechas aplazadas hasta un año por motivo de una cirugía a la que se sometió hace una semana.
Costa Rica se prepara para verlo, saborearlo y escucharlo en marzo del 2018. Mientras, Sabina nos deja, por dicha, un gran disco para disfrutar de su trabajo, que nos recuerda al viejo de hace 15 años.