En Palmares, todos los días son fiesta. Incluso cuando es domingo, incluso cuando hace frío, incluso cuando no hay reguetón en el menú.
Así pasó anoche, cuando un puñado de bandas nacionales sirvieron de antesala para el artista internacional invitado, desde Buenos Aires, a la Barra Imperial: Los Cafres.
La tarde dio inicio con las bandas costarricenses Mentados, República Fortuna y Patterns, que trazaron la senda para una jornada maratónica de baile y fiesta, pero sobre todo de una variopinta oferta musical.
Tarque rockera.
Escuchar rock en las fiestas de Palmares tiene algo de oxímoron. Los festejos suelen ser una celebración de muchas cosas, pero sobre todo de la música tropical, de la charanga, de la fiestica, algo con lo que las guitarras distorsionadas y los acordes pesados no terminan de empatar.
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Sin embargo, la tarde en la Barra Imperial contó un menú rockero a cargo Akasha y Gandhi, bandas que tuvieron la misión de mantener al público despierto y caliente mientras la temperatura del día más bien bajaba.
Akasha fue la primera y recurrió a distintas armas: desde canciones viejas y recientes a covers, como su ya conocida versión de Profanar, clásico de Suite Doble al que la banda comenzó a imprimir su sello particular hace ya más de un lustro. Descriptar, el primer éxito de la banda, fue de las más aplaudidas del set.
Pasadas las 5 p. m., ya vencido el sol, Gandhi saltó a escena ante un bar casi lleno –el aforo de la Barra Imperial es de unas 6.500 personas– pero estático. Clásico tras clásico, Gandhi conjuró sus más de dos décadas de experiencia para encender a los asistentes, con resultados tibios: alguien coreaba aquí y allá, se escuchaban aplausos entre cada pieza, pero no mucho más.
Estréllame cambió las cosas, al menos un poco. A pedido de Luis Montalberth, vocalista de Gandhi, buena parte del público cantó la canción, sencillo de Arigato No!, penúltimo disco de la banda.
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Matice, rasta.
Gandhi se despidió con El otro gol, pieza futbolera que no falla en arrancar vítores en la gente, sobre todo en año de Mundial. Después del rock, tocaba cambiar de vibras.
“A nosotros no nos gusta el reggae… ¡lo amamos!”, dijo Esteban Jaguar Chavarría, vocalista de Un rojo reggae band, grupo que despabiló piernas y caderas: poco a poco, el público de la Barra Imperial comenzó a bailar y a entrar en calor.
Durante su participación, la banda tocó temas como Corre, Red Flag y, de su disco Reborn, Easy, quizás su canción más popular. Ni un conato de lluvia frenó el espectáculo de Un rojo.
Plato fuerte.
Aun cuando el recibimiento a los artistas nacionales fue positivo, no nos engañemos: la gente quería Cafres. Y durante más de una hora, Cafres tuvieron.
Sonó primero Sé q’ el mar, pieza del disco Alas canciones, pero los argentinos no se detuvieron allí: su setlist tocó varios de sus discos, un paseo por los puntos altos de una carrera que comenzó en 1987.
“Pura vida, Costa Rica”, saludó el eterno Guillermo Bonetto, vocalista y fundador de la banda. “Aquí estamos Tiquicia”, agregó antes de que la banda se lanzara a tocar temas como El silencio, La música y Puedo.
Al cierre de esta edición, Los Cafres todavía no habían soltado algunos de sus clásicos más queridos, como Alas canciones, Si el amor se cae y Aire.