Unos emprendieron el viaje; otros, aprovecharon su estadía en Costa Rica para no perder la oportunidad de ver pasar un cometa musical por el Estadio Nacional, la estrella fugaz McCartney .
Este fue el caso de la alemana Nele Teutloff, quien llegó hace tres meses procedente de su país como voluntaria de intercambio. Ella, acompañada de otro grupo de europeos, se unió a la Beatlemanía de ayer.
“Vengo con unos amigos que trabajan de voluntarios por todo el país. Nunca había tenido la oportunidad de verlo. ¡Es Paul McCartney ! ¡Es una leyenda! Mi mamá es una gran fan de Los Beatles, ella desde allá me compró el billete. Se enteró que él venía y, aprovechando que estaba por acá, había que verlo en vivo. Ella nunca tuvo la oportunidad de verlo, así que me compró el billete de regalo y yo se lo contaré cuando llegue”, expresó la berlinesa de 18 años.
Su compatriota Peter Schrader, de Heidelberg, también se unió a la fiebre del concierto.
“Me gusta bastante. Desde pequeño, siempre escuché de muchas personas lo importante de su música. Es muy lindo poder verlo, y sobre todo es muy lindo que lo hagan en Costa Rica y no en Europa. El ambiente es diferente, muy tranquilo”, contó el joven acompañado de su amiga Fanny de Thier, de Bélgica.
Otro caso fue el de un grupo de chapines quienes, al enterarse que la única fecha en Centroamérica en la gira, no lo pensaron para cumplir el sueño de ver al músico de 71 años.
Vinicio Ladines, le pegó la fiebre a sus hijos Andrés y Ricardo, y al amigo de la familia, Diego Mundo. Ellos se mandaron a fabricar una camisa con las letras del nombre del artista.
Beatlemanía tica. Desde que tenía 10 años, Hortensía Porras, vecina de San Rafael de Alajuela, escuchaba éxitos como Love me Do , Yesterday y Yellow Submarine ; pero otra cosa sería tener a uno de los cuatro grandes cantándole esos éxitos de frente: ese era un lujo que la dejaría tranquila para el resto de su vida.
“Soy fanática desde que me acuerdo. Tengo 55 años y, apenas supe que venía, compré las entradas. Mi hija y yo vamos para oro (costaba ¢285.000 cada una). Tengo cinco hijos más, pero ellos compraron para gramilla de pie. Esto siempre ha sido un sueño”, añadió la señora, quien cargó un cartel con un mensaje en inglés: “He esperado 45 años por ti, Paul”.
Otro que proclamó su admiración fue el DJ Frank Acosta, quien programa música de Los Beatles en una taberna en Higuito de Desamparados. Él llevó las portadas de su colección de discos de vinilo, y dijo que no era un lujo, sino una obligación ver a este cometa pasar por el país.