La Reina del Pop está imparable. Madonna lo dio todo en Rio de Janeiro (Brasil) al repasar su carrera de cuatro décadas en un histórico concierto que hizo vibrar la mítica playa de Copacabana con un gentío que bailó, coreó y gritó sus canciones. Se estima que hubo más de 1,6 millones de personas en la presentación.
La artista estadounidense de 65 años cerró The Celebration Tour en una noche calurosa, en la que derrochó energía y mezcló música con cabaret, baile y sus apariciones e intervenciones. Pasadas las 10:30 p. m. del sábado, en hora local, llegó al escenario de 800 metros cuadrados por una larga pasarela elevada desde el emblemático hotel Copacabana Palace, donde se alojó desde que llegó el lunes 29 de abril a la ciudad.
Su interpretación de Nothing Really Matters, un himno a la resiliencia, fue el inicio de un derroche de energía brutal.
“¡Aquí estamos, Río, el lugar más bonito del mundo!”, saludó la diva, que arrancaba lágrimas de emoción en el público, que sobrepasó el 1,6 millones de espectadores.
Holiday le sirvió para recordar sus inicios, cuando llegó con 35 dólares en el bolsillo a Nueva York, pero “con un sueño”. Con decenas de cambios de decorado y trajes, espectaculares luces y muchas pantallas gigantes a lo largo de la playa, Madonna dejó constancia de su infinita capacidad para innovar.
Pasó de colegiala de minifalda a católica irreverente con su capa negra mientras luminosas cruces daban vueltas a su alrededor, en Like a Prayer, un tema que le costó la excomulgación de la Iglesia católica. En Live To Tell rindió un homenaje a víctimas del sida, entre ellos Freddie Mercury y el legendario músico brasileño Cazuza.
Siguieron simulacros de masturbación y mándalas humanos de bailarines que emitían sensuales gemidos sobre música electrónica. La Madonna erótica tuvo un rol preponderante hasta cuando agradeció a Río, “que ama hasta mi pussy”. Y le siguió la Madonna madre, que presentó con orgullo a su hija Mercy James mientras tocaba el piano.
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Homenaje a Brasil
El amor de la reina del pop por Brasil tuvo su momento, primero con Anitta, la reina del funk, el género salido de las favelas cariocas. Ambas compartieron un número como jurados de un desfile de bailarines en Vogue, entre ellos Estere, otra de las hijas de Madonna.
No obstante, Anitta no cantó. Sí lo hizo la otra invitada local, la cantante drag Pabllo Vittar, que subió al escenario con un grupo de chicos que tocaban tambores.
Fue el turno de Music, que Madonna cantó mientras sacudía la bandera ‘verdeamarela’. Un final épico, con un mix de Billie Jean, de Michael Jackson, y Like a Virgin pusieron la cereza al pastel, que Madonna colocó exultante, y sudada, casi dos horas y media después del arranque.
Fue un momento de comunión con el público: la reina del pop vistió la camiseta verdeamarela de la selección de fútbol con el número 10 y la inscripción Ciccone, su apellido, y bailó y saltó con la bandera de Brasil.
Cuando interpretó “Music” las pantallas mostraron retratos de brasileños emblemáticos, entre ellos Pelé, el cacique Raoni, Daniela Mercury, Maria Bethania, Caetano Veloso, Paulo Freire y Marielle Franco, la concejal negra y lesbiana asesinada en 2018.
Los organizadores del show celebraron también el éxito de la convocatoria, al afirmar que superó otro hito, cuando en el 2006 actuaron en la misma playa los Rolling Stones ante un millón de personas, según un comunicado.
Las imágenes aéreas del concierto de Madonna ayer en Río, con tal cantidad de gente, son simplemente impresionantes pic.twitter.com/SOijK9Jhjw
— Otto Más 🎙️ (@Otto_Mas) May 5, 2024
Rio revolucionado
Helicópteros de policía, drones y hasta un zepelín surcaban el cielo, mientras decenas de yates y otras embarcaciones disfrutaban en primera fila desde el mar. En Río desde hace días no se hablaba de otra cosa. El viernes llegaron los primeros fans a reservar su lugar en “la pista de baile más grande del mundo”, durmiendo incluso en la arena de la playa. El flujo fue permanente el sábado, con cariocas y gente venida del resto del país y el exterior.
Tras 80 presentaciones en 15 países de Europa y Norteamérica, el concierto en Rio cerró con broche de oro The Celebration de una gira que se volvió especialmente significativa, después de que en junio una grave infección bacteriana hiciera temer por la vida de la cantante.
Desde que en 1984 el éxito Like a Virgin la catapultó a la escena internacional, Madonna lanzó un álbum cada dos o tres años y hoy es considerada una de las mayores artistas pop de todos los tiempos. El megaconcierto, cuya producción involucró a miles de personas, costó $60 millones, 17 de ellos del caché de la artista, según medios locales. Es una apuesta económica de Rio de Janeiro, que inyectó $4 millones de los $12 millones que cuesta la producción.
Las autoridades estiman que el espectáculo aportó $60 millones a la economía local, con una ocupación hotelera inusitada para la época y cientos de restaurantes y comerciantes haciendo su temporada extra. Pero sobre todo, saben que albergar el mayor concierto de Madonna es pasar a la historia. Y eso no tiene precio.