Dos jornadas históricas. Solo así se pueden calificar los conciertos que dio Magpie Jay en el Teatro Nacional el sábado 16 de febrero.
El grupo reservó la fecha para presentar su tercer álbum, Tragaluz, y ante la demanda de entradas, debieron agendar dos conciertos para satisfacer a su público. Desde la tarde del sábado jóvenes con camisas de bandas de rock y otros vestidos más formales se aproximaron a las puertas del icónico teatro.
Quizá el escenario usualmente está dispuesto para música clásica o algún espectáculo teatral, pero el sábado 16 recibió en dos ocasiones a un público listo para escuchar rock.
El resultado fue un concierto histórico. Hacía más de 30 años un grupo de rock no presentaba un disco ahí y habían pasado un par décadas desde que un grupo hacía una presentación formal en el recinto.
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Julián Garita, Felipe Apéstegui, Sebastián Suñol, Martín Brandt y Felipe González dejaron huella al presentar Tragaluz, un disco que cambia el sonido del grupo para bien, como lo pudo ver el público.
Estreno
El inicio del concierto fue tenso. A las 4:10 p.m. la banda entró al escenario en silencio y la seriedad del espacio hizo que muy pocos se animaran a lanzar un grito o aplaudir. El sonido de la guitarra de Apéstegui irrumpió con el silencio tocando los primeros acordes de Pyroplastic Flow, la canción que inicia el disco.
La primera mitad del concierto fue dedicada a presentar el disco nuevo en orden. La escenografía remitía a la portada del disco, creada por el mismo Apéstegui y las luces le daban distintas tonalidades a la estructura.
Al fondo del escenario estaba Felipe Pérez del grupo 424 quien fue productor de Tragaluz y se encargó de acompañarlos con su guitarra y haciendo coros.
Para Skin of a Bear, el primer sencillo del disco, Pérez caminó hacia el frente del escenario y cantó y bailó junto a Julián Garita. El público se emocionó de ver la colaboración y escuchar finalmente cen vivo una canción que apenas les había presentado hacía algunos meses.
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“La verdad no sé muy bien qué decir, pero les damos demasiadas gracias por estar aquí”, dijo Garita cuando terminó esa canción.
Pérez se encargó de hacer de segundo guitarrista durante el concierto, pero él no fue el único invitado. Para interpretar Let Go, Guido Fernández (del grupo Voodoo) y Alejandro Pana Pacheco (de Alphabetics) se sumaron a los coros.
Por su lado, Dex Porras se unió con el hang en Simple para darle un poco de percusión a la canción. Luego sonó Simple, el segundo sencillo del disco Tragaluz, y aquí regresaron Guido Fernández y Pana Pacheco a remarcar los coros. Ellos se quedaron para la siguiente, Fortune Teller, en la que Garita mostró el poder de su voz con unas notas agudas.
Hacia el final de Fortune Teller, Fernández, Pérez, el tecladista Martín Brandt y el baterista Sebastián Suñol también unieron sus voces y la canción terminó con los todos entonando el coro al unísono. Escucharlos armonizar fue un lujo.
Con menos timidez que al inicio, Julián Garita volvió a dirigirse a la audiencia. “Esta canción que sigue marcó una diferencia en este disco y en la banda. (...) Está contada desde la perspectiva de un prisionero, pero puede ser también alguien que se ha sentido prisionero de algunas ideas o su propio cuerpo. Vamos a tener muchos invitados en el escenario y se llama Swim”, aseguró.
Así, una bailarina contemporánea, el contrabajista Alberto Moreno de Mimayato y el coro se sumaron al melancólico tema. Como se había prometido la canción fue muy diferente a lo que el grupo tiene acostumbrado a su público, pero se trató de un riesgo que fue recompensado con una gran ovación del público.
Siguió el turno de Tragaluz, un tema que resume muy bien el cambio sonoro del grupo y que terminó con Garita mostrando de nuevo el poderío de su voz. La primera interpretación en vivo del álbum Tragaluz finalizó con un estruendoso aplauso.
¡Otra!
Sin decir mucho, las luces del teatro bajaron, a Felipe Pérez salió de escena y el contrabajista Alberto Moreno entró de nuevo. El conjunto interpretó Poltergeist y el público fiel reconoció el inicio de la canción y la celebró con gritos de emoción. Otros incluso se sumaron a cantar a todo pulmón.
“Creo que a partir de ahora si se quieren poner de pie, si quieren cantar, pues todo se vale... “, le dijo Garita a la audiencia, que si bien no abarrotaba el teatro, estaba lista para cantar con ellos más canciones.
De inmediato, Garita presentó a la siguiente invitada, Sofía Insúa, de la banda guatemalteca Easy Easy. Ella se encargó de cantar los versos y hasta rapear en el tema Lourdes. Hizo de una canción muy querida por el público un momento memorable.
Luego siguió el turno de tocar la canción 20, del disco Monte Claro (2015). Al inicio Felipe Apéstegui tuvo problemas recordando las notas de la canción y sus compañeros, muertos de risa, no podían creerlo. El público entero se dio cuenta del asunto y se rió junto con ellos. El guitarrista se redimió tocando la canción a la perfección y ofreciendo dos poderosos solos.
El percusionista Dex regresó para acompañarlos en la canción Bigfoot y la energía de la siguiente canción, Complex, finalmente convenció a varios en el público a ponerse de pie moverse un poco. Un solo de saxofón de Miguel Vega de Sonámbulo le puso la cereza en el pastel a este tema.
Siguieron I’ll Wear Black to My Own Vigil y Trigger, del disco Islita (2016), dos claras favoritas del público. Con su encanto, Garita dirigía al público para que aplaudiera o completara sus frases cantando. La audiencia gritaba de emoción cada vez que el cantante les sonreía complacido.
Hacia el final del concierto, el baterista Sebastián Suñol quiso dirigirse a un grupo de 40 muchachos del Sinem que la banda invitó para ser parte del público.
“Hace diez años, en octavo del colegio, Felipe me propuso hacer una banda y ahora estamos aquí. Por más cliché que suene, este es espacio es de todos nosotros y ustedes también podrían llegar hasta aquí. Gracias a todos los que creyeron en nosotros”, dijo mientras la voz se le quebraba.
Las palabras de Suñol fueron un momento clave de la noche: el momento justo en que dejaron de ser músicos adolescentes y se convirtieron en una banda que había dejado huela en el Teatro Nacional y una nueva generación.
El quinteto anunció su retirada, pero el público pidió otra y los complacieron con Helm’s Deep. La histórica presentación de Magpie Jay en el Teatro Nacional terminó a las 5:50 p.m. y aún quedaba una segunda tanda a las 8 p.m.