Bailarines entre los pasillos de la luneta, cortos proyectados en el escenario y un espectáculo musical como el que nunca antes habían dado. La lista de motivos por las que unas 800 personas se pusieron de pie y aplaudieron a Magpie Jay al final de su concierto en el Teatro Melico Salazar es larga, y el esfuerzo por lograr esa reacción fue evidente.
La primera visita del quinteto nacional a ese escenario, la noche del jueves 24 de agosto, demostró que aunque tienen apenas 4 años de tocar, tienen la visión y el talento para apoderarse de ese y cualquier otro escenario grande. Por una noche, fueron los dueños del recinto y las 800 almas que asistieron a verlos.
El eclipse de ser, espectáculo en el que presentaron temas de sus álbumes Monte Claro (2015) e Islita (2016), hizo que la banda de rock se reafirmara como una de las más ambiciosas y queridas en el país.
El espectáculo fue transmitido en directo por Radio Nacional y fue grabado por un equipo de canal 13 de Sinart. Se espera que en las próximas semanas se emita dicho material.
Primer acto. A las 8:32 p. m. inició el concierto. En el escenario había una tarima que sostenía los teclados de Martín Brandt, la batería de Sebastián Suñol y un cuarteto de cuerdas. Detrás de ellos, una pantalla proyectó un video de un hombre casi desnudo perdido en un bosque.
El hombre del video estaba vendado y mientras este trataba de palpar el bosque y buscar dirección, una voz hablaba: “¿Cuál sería el sentido de la vida en la oscuridad?”, se oyó, entre otras frases. La historia del corto fue escrito por Julián Garita y dirigida por André Robert. El público, considerado vio el corto con atención, pero cuando sonaron los primeros acordes de Lourdes se abocó a disfrutar la música.
A la hora de plantear un concierto en el Melico, quizá el cuarteto de cuerdas fue una inclusión obvia o trillada, pero a la hora del concierto su presencia no se podía discutir: enriquecieron esta y las otras tres canciones que acompañaron.
El primer acto del concierto –llamado El comedor de loto–, se centró en los temas más alegres del grupo. De las primeras siete canciones, cuatro fueron sencillos: Bigfoot, Today’s Conversation, Blunt y Lourdes.
El grupo sonó bien durante todo el concierto, pero en las primeras canciones se notaba que aún no se sentían dueños del lugar. Poco a poco los Felipes (González en el bajo y Apéstegui en la guitarra) empezaron a moverse más y el mismo Julián Garita, quien rara vez se queda quieto, empezó a recorrer con mayor seguridad el escenario. El espacio era suyo por esa noche.
En Don’t Wait a Lifetime el protagonismo fue del baterista Sebastián Suñol, quien además de tocar su instrumento, cantó toda la canción. El primer acto cerró con Happy Faces (Goodbye to You) y para ese punto, no había integrante de Magpie Jay que no tuviera una sonrisa en el rostro y no estuviera usando todo su cuerpo para darle fuerza a su interpretación.
Hacia el final de Happy Faces fue evidente que la guitarra estaba más fuerte que los otros instrumentos y cuando llegó el solo final, el escándalo solo fue más intenso. Otros instrumentos, como el teclado y la percusión del invitado Rafa Vargas pasaron casi despercibidos durante la mayor parte del concierto.
Segundo acto. Un par de minutos con sonidos del bosque antecedieron el inicio del segundo acto. Iniciaron con Break You Down –aún en una nota alegre– y luego pasaron a The Waters, un tema más nostálgico. Un grupo de seis bailarines ingresó al escenario y con sus movimientos acrobáticos lograron imprimir algo de tensión al momento. El sentimiento de la canción y una proyección con un eclipse dejaba claro que poco a poco, la oscuridad iría tomando el recinto.
La interpretación de Red Carnation sin duda aportó a esa idea y quizá fue uno de los puntos altos del concierto. La canción sonó finalmente como sus creadores la habían imaginado, con una potencia y delicadeza imposible de lograr sin el cuarteto de cuerdas. El público no pudo hacer más que aplaudirles con fuerza y gritar de emoción.
Durante el tema Caffeine los bailarines regresaron, esta vez para recorrer los pasillos de la luneta haciendo otras, menos complejas, acrobacias. El público tomó partido del momento para hacer fotos y videos de los bailarines y para cantar el nostálgico tema.
El segundo acto terminó con la total oscuridad de la canción Poltergeist. De nuevo, el cuarteto se lució y de nuevo, un estruendoso aplauso premió la ambiciosa puesta en escena del grupo.
Acto final. El tercer acto y final inició a toda máquina. A los de Magpie los acompañaban el percusionista Rafa Vargas y el saxofonista Fede Granados, quienes le dieron un sabor especial a Complex.
El clímax del concierto llegó con la interpretación de Trigger. El público entero coreó junto a Sebastián Suñol y Julián Garita y aplaudieron al ritmo de la canción. En esa sincronía fue evidente que Magpie Jay tenía en la palma de la mano a todo el público y que sí, el Melico Salazar era suyo.
El público, por supuesto no los dejó irse sin tocar una más. Para cerrar el concierto escogieron 20, tema en el que Julián Garita habla de sus amigos, esos que conoció en el colegio y con los que ahora elabora “pensamientos complicados en rimas simples”.
Esos amigos lo rodeaban en el escenario y ahora, también le aplaudían y le pedían más música.
Un momento difícil como banda, una crisis que casi los separa, fue lo que inspiró el espectáculo que presentaron en el Melico Salazar. Pero la hora y 42 minutos de comunión entre 800 personas fue suficiente para darles nuevas energías. No por coincidencia, desde antes del concierto, el grupo habló de El eclipse de ser como "la primera" visita al Melico. Por supuesto, fue la primera de muchas.