Los nervios estaban de punta. Los músicos de Malpaís lo habían planeado y ensayado todo, hasta el mínimo detalle estaba contemplado; pero lo que no sabían era cómo iba a reaccionar el público ante lo que para ellos era el primer concierto con audiencia en vivo desde que comenzó la pandemia.
La sorpresa para ellos y para el público que asistió al concierto de la banda nacional en Parque Viva, la noche del martes 15, fue que el calor humano primó pese al distanciamiento social. Entre aplausos dentro de los carros, luces intermitentes, bocinas accionadas al máximo, pañuelos típicos al aire y un ambiente de alegría se vivió el primer concierto del Festival Viva en Vivo, realizado en el Centro Printea del recinto alajuelense.
El concierto empezó a las 7:15 p. m. porque había que terminar temprano para no toparse con la restricción vehicular; así que tan pronto llegaron los músicos a escena, la música empezó.
Visiblemente emocionados subieron a un escenario particular, diferente. Cada uno en una tarima, con una distancia que los separaba físicamente pero que los mantuvo unidos en espíritu y música. ¿Y el público? En carros, en sus burbujas.
Malpaís es un grupo muy querido por sus seguidores y eso quedó más que demostrado con la buena afluencia de público que llegó a Parque Viva. Los artistas agradecieron el apoyo en este experimento que para ellos, como profesionales, los llevó junto a la producción a ingeniárselas para darle al público un show de calidad.
Fue muy emocionante ver de cerca (aunque en realidad fue de lejos) a los artistas. Volver a escuchar música en vivo; ver a los talentos ejecutar con majestuosidad los instrumentos y disfrutar de las voces, de los coros, de las canciones. Retomar estos espacios culturales es también una necesidad para la salud mental de las personas y, justamente, en Parque Viva, se vivió un momento donde todos los presentes nos olvidamos –por al menos durante dos horas– de las muchas preocupaciones que vivimos en la actualidad.
La responsable de llevarnos por ese viaje de escape fue la música, la camaradería y el contacto humano sin contacto.
Como bien lo había dicho Jaime Gamboa, músico y compositor de Malpaís, no es lo mismo ver un espectáculo a través de una pantalla y menos hablarle y cantarle a una cámara. Era necesario volver a sentirnos unidos, a escuchar nuestras canciones favoritas y, para los artistas, regresar a una tarima y entrar en ese contacto tan importante con su público.
Otro lugar fue el tema que Malpaís escogió para abrir el recital. Cuando sonaron las primeras notas de la conocida canción, un hechizo mágico se apoderó del sitio y comenzaron a aflorar un vaivén de emociones que hacía muchos meses nadia había sentido. Con arrolladora atención, todos los presentes escucharon el tema. Parecía que nadie quería perderse un segundo de música, de notas, de felicidad.
Terminó la pieza y, de inmediato, bocinas, luces intermitentes y aplausos desde dentro de las cabinas de los carros llenaron todo el espacio. Valió la pena la espera y la nueva manera de reconocer el talento de los artistas: los rostros de alegría y de sorpresa de los músicos de Malpaís cuando fueron sorprendidos lo decía todo. ¡Estaban conmovidos y complacidos!
“A nosotros nos sorprendió lo chiva que estuvo pese a que todos estaban con sus burbujas. Como se expresó la gente fue para nosotros una experiencia muy grande. Ver los focos de los carros encendidos, los pitos, los gritos y los pañuelos saliendo por las ventanas, todo eso nos llegó. Fue un concierto muy diferente pero real y con una gran reacción de la gente que nos acompañó. Nuestra fantasía no nos dio para lo que la realidad nos regaló”, comentó Gamboa la mañana de este miércoles, tras reposar todas las emociones que vivieron en la jornada anterior.
No faltaron los gritos, al mejor estilo guanacasteco, cuando sonaron temas como La vieja, El portoncito, Hila y Reta y Son Inú, pero también hubo espacio para el amor, la pasión, el país y hasta la sociedad con piezas como Contramarea, Hombre, Abril, Malpaís, Se quema el cielo... fue una noche completa, con mucha música y con grandes emociones.
De todo un poco
La experiencia es relativamente nueva, pero va por muy buen camino.
Al igual que lo hizo hace una semana Manuel Obregón con su piano en la primera prueba de los autoeventos, los juegos de luces y las proyecciones, tanto en la pantalla gigante como en las paredes del Centro Printea, sumaron para que la experiencia musical fuera más allá, para que conquistara no solo los oídos sino el resto de los sentidos.
El sonido que se transmite por los radios de los carros permite una experiencia todavía más íntima, ya que hasta el mínimo sonido queda registrado, algo que pudimos comprobar cada vez que sonaba delicadamente la ocarina de Tapado Vargas.
Lo mismo sucedió con las interpretaciones en voces de Daniela Rodríguez y su padre Iván, que también con el violín se entregó al máximo en cada pieza. Ni qué decir del bajo de Gamboa y la batería de Gilberto Jarquín o de la destreza en la guitarra de David Coto y las particulares ejecuciones de Manuel Obregón en pianos, teclado y acordeón.
El concierto se sintió intenso y también íntimo pese a la distancia. La alegría desbordaba desde cada carro y también se vivía en el escenario. La nueva normalidad está aquí, hay que sacarle el mejor provecho y la música está dispuesta para ello.
La cartelera musical del Festival Viva en Vivo continúa este viernes 18 con otro concierto de Malpaís, además de Cosmos de Manuel Obregón los días 30 de setiembre y 1. ° y 2 de octubre. Las entradas están a la venta en el sitio elautoteatro.com.