Un espectáculo de primer nivel fue el que ofreció Marc Anthony anoche, en el estadio Ricardo Saprissa, en Tibás, en el marco de la gira internacional en promoción de 3.0 (2013), su más reciente material discográfico.
3.0 marcó el regreso del estadounidense con raíces puertorriqueñas a la música salsa, tras 10 años de no coquetear con tan sabroso género. Fue justamente la salsa la que reinó durante la hora y 40 minutos de concierto de Anthony, quien, con su brillante orquesta, fue responsable de coordinar la sabrosa cadencia del público.
El artista nunca ha dejado de ser un pegue innegable en Costa Rica, y el llenazo que experimentó anoche en el Ricardo Saprissa lo confirma: más de 20.000 almas se movieron en función de su música, la cual rebotó en cada esquina del estadio, cuya capacidad ya no daba para más.
Potente, ágil y siempre talentoso, Marc Anthony hizo su primera aparición en el escenario tibaseño a las 8:40 p. m., de la mano de la canción Valió la pena, la cual data del 2004 y que fue perfecta gasolina para un público que nada más necesitaba verlo para convertirse en una masa enloquecida.
Vestido completamente de negro y con gafas oscuras, Anthony bajó unas escaleras en el escenario, mientras el griterío del público casi opacaba la música, y se acercó bailando al micrófono, para entonar las primeras notas de Valió la pena , con la que pudo saludar a sus seguidores desde la primera estrofa.
14 músicos lo acompañaron durante el concierto, todos con una precisión innata y matemática para la salsa. Nunca suena mejor este tipo de música que en directo, cuando hay una seguidilla de titanes detrás de las percusiones, cuerdas y vientos.
Las gafas no le duraron mucho puestas al artista, y cuando se las quitó sus ojos denotaban la grata sorpresa que sentía al ver –una vez más– la asombrosa respuesta del siempre fiel público costarricense.
Continuaron temas infalibles, como Y hubo alguien, Hasta ayer y Volando entre tus brazos, en la que estiró el brazo para atajar un ramo de rosas que le lanzó una seguidora.
Entregado. Marc Anthony rompió el protocolo de su actual gira al visitar Costa Rica, puesto que interpretó A quién quiero mentirle, pieza que no estaba contemplada en el repertorio de esta gira, pero que siempre ha sido una favorita de los ticos.
“Gracias por darme la oportunidad de compartir una noche más con ustedes”, dijo antes de cantar el tema. También se detuvo para observar al público, soltando un “¡wow!” ante la muchedumbre presente.
Al sacarse esta sorpresa de la manga (nunca había cantado esa canción en el país), Anthony mostró sus destellos de humanidad y dijo: “Estoy nervioso”. Claro, el calor del público eliminó los nervios en segundos, en uno de los momentos más emocionantes de la noche.
El carisma que puede tener Marc Anthony siempre lo saca a relucir cuando está haciendo lo que mejor sabe hacer: dar un buen espectáculo y enamorar al público. Anoche, mediante besos y guiños al aire, el público local se rindió a sus pies.
En un instante, Anthony incluso se tomó una fotografía con una fan, haciendo la señal de la paz y diciéndole a la afortunada seguidora que no se olvidara de enviarle la imagen.
Los éxitos iban en manada: Contra la corriente, ¿Qué precio tiene el cielo? y la fantástica noventera Vivir lo nuestro fueron algunos de los detallazos del repertorio. Además, Anthony se jaló una versión escalofriante de ¿Y cómo es él?, de José Luis Perales.
Durante poco menos de media hora, el músico complació con otras joyas de la talla de ¿Qué precio tiene el cielo?, Hasta que te conocí, Te conozco bien y Mi gente, clásico de Héctor Lavoe con el que se despidió por primera vez del público.
Tras varios minutos de silencio, el salsero regresó al escenario para crear los recuerdos más importantes de todo el concierto con Tu amor me hace bien y Vivir mi vida, dos de sus temas más populares.
Con Vivir mi vida, su impactante sencillo del 2013, el estadio era una colección de movimientos, sonrisas y cantos de satisfacción personal, una fotografía mental que guardarán los miles de presentes en sus cabezas y corazones, hasta que tengan la oportunidad de volver a compartir con Marc Anthony en Costa Rica. El concierto concluyó a las 10:20 p. m.
Ambiente antes del cantante. La expectativa por ver a Marc Anthony en vivo –a menos de dos años desde su última presentación en el país– se hizo sentir en Tibás desde tempranas horas del jueves, cuando arribaron al Saprissa los primeros fans, dispuestos a encontrar el mejor campo para ver el show de su ídolo.
Sin embargo, las puertas del recinto abrieron pasadas las 4 p. m. Ya para cuando el Sol empezaba su descenso, el aforo estaba lleno a un 25%. Fue después de las 6 p. m. que el lugar comenzó a llenarse rápidamente, así que a las 7:18 p. m., cuando la banda Chocolate arribó al entarimado, ya la fiesta estaba armada.
Bajo el liderazgo del bajista Pablo Neira, quien con su instrumento puso a vibrar graderías y gramilla, la orquesta fue una opción atinada de telonero para Anthony, gracias a la facilidad con la que se le da la música tropical y el sentir de la vena latina.
Durante 40 minutos, el grupo cubano radicado en Costa Rica desde el año 2000 hizo un repaso por lo mejor de su salsa, incluso haciendo un homenaje al maestro Pablo Montañez.
La banda, compuesta por nueve músicos, calentó el ambiente con temas como Un montón de estrellas, Son namá y Camino al son, en el que fue apenas el comienzo de una velada inspiradora y liberadora.