Uno sabe que un concierto va a ser una experiencia grata para todas las partes involucradas cuando todo lo que sucede en el escenario antes de que salga el artista principal suscita gritos y emociones en todo el aforo.
Este 17 de julio, desde tempranas horas de la mañana, el Parque Viva (en La Guácima, Alajuela) capturó conmociones múltiples a la espera de la segunda presentación de Maroon 5 en Costa Rica. El resultado, comprobación de la histeria previa, fue el esperado: una avalancha de éxitos de pop y un público que los cantó todos.
Contrario a lo que el esnob promedio quiera pensar, Maroon 5 no logra este tipo de estupor únicamente por la estética y presencia de su cantante Adam Levine, sino también por la indestructible potencia de sus canciones, que son parte del ADN musical social.
Hace cuatro años, cuando la banda estadounidense debutó en Costa Rica --en el marco del Festival Imperial 2012, celebrado en este mismo espacio pero cuando se llamaba el Autódromo La Guácima--, ya era una de las principales exportadoras de pop gringo, por los éxitos contenidos en sus discos Songs About Jane (2012), It Won't Be Soon Before Long (2007) y Hands All Over (2010).
No obstante, la agrupación se las ingenió para regresar al mero centro de América continental con más fuerza y mejor recepción que aquella vez. Si bien la respuesta en el Festival Imperial fue efusiva, la dinámica de un concierto donde ellos fueron los únicos protagonistas y el contexto de traer nuevos éxitos amasados en estos cuatro años le dio al espectáculo de ayer nuevas armas.
El público, desde el pico más alto de la grama y hasta los pies del escenario, así lo demostró. Con los hits de sus discos más recientes -- Overexposed (2012) y V (2014)--, Maroon 5 tiene las herramientas para levantar un concierto entero a punta de canciones populares, recorriendo cinco álbumes y casi 15 años de constancia en la corriente pop, hazaña complicada en tiempos de efervescencia de talentos en la industria.
Anoche, durante hora y media, prácticamente cada nota que sonó y cada palabra que Levine cantó era reconocida por más de 15.000 personas. Aunque fueran las melodías y no las frases exactas. Nadie pudo enojarse porque dejaron los éxitos hasta el final, en el tanto todos los temas cumplían con esa característica.
Sumado a eso, para reconocer a un artista pop vigente hay que ver a su audiencia: si un acto musical que lleva más de una década dando vueltas logra convocar a una multitud de jóvenes (gran mayoría ayer en Parque Viva) es porque está muy presente en el inconsciente colectivo de la porción demográfica más poderosa para la industria musical: los adolescentes.
Todos estos jóvenes no llegaron hasta Alajuela con tal de escuchar éxitos recientes únicamente, como Sugar o Animals , sino que también se sabían el mapa entero de las letras de temas ya clásicos de la banda, como This Love o She Will Be Loved . Fue un concierto por el cual para estas personas valió la pena cada colón.
Histeria. Desde hace semanas se sabía que el Anfiteatro Coca-Cola del Parque Viva iba a estar a reventar este domingo. Las entradas se agotaron en una semana, algo inusual en nuestra reducida industria. Por eso, desde las 9 a. m. comenzaron a fluir en el recinto miles de fans.
No fue sino hasta las 4 p. m. que las puertas abrieron, y las horas provocaron tensiones en las zonas de espera. La administración del parque apuntó a que ciertos fans que hacía fila para Golden Circle (al frente del escenario) ilusionaron a los demás con una temprana apertura de puertas, lo que provocó empujones indeseados y algunos malentendidos.
La cosa se resolvió con todos ilesos, en un acto típico de un concierto que provoca que los seguidores quieran estar lo más cerca posible de sus ídolos, lo que los lleva a perder un poco la paciencia. Nada anormal para un grupo de pop en lo más alto de su carrera.
El resto de la espera transcurrió sobre lo regular, y una vez que los fans empezaron a llenar el auditorio los gritos no cesaron nunca. Cualquier técnico que caminara la tarima recibía los chiflidos de la vida hasta que llegaran Levine y los compañeros.
De esto se benefició en parte el dúo costarricense Do Not, elegido para calentar el ambiente antes de que Maroon 5 trajera sus canciones. Do Not, un grupo poco conocido por los presentes, fue capaz de ver a miles de extraños bailando sus canciones electrónicas, consecuencia no solo de la emoción del público sino también de un repertorio enérgico que se reflejaba en una puesta en escena en la que la dupla (Huba Watson y Ernesto Bolaños) no dejó de brincar ni de disfrutar el momento.
Una espera más amena hubiera sido misión imposible.
Rugido eterno. 7:00 p. m., en punto. Tal como lo prometió la productora Move Concerts, Maroon 5 llegó al Parque Viva con un sonido demoledor a provocar gritos más graves que agudos hasta que se salieran de ese escenario. Animals , uno de esos éxitos universales recientes de la banda, fue el punto de partida.
Los esnobs tampoco podrían decir que el grupo suena mal, porque sería mentir, o que no dan un buen espectáculo, porque serían unos descarados. Con técnicas graciosas para entrelazar canciones y que la energía nunca baje (como usar samples de música de Kanye West entre Animals y One More Night , la segunda canción), se aseguraron que todos los ojos no los perdieran de vista.
Todos querían bailar ayer, también, y no pareció haber límite alguno para desarrollar ese deseo. Con su rock pop fresco, que mezcla elementos de funk y hasta electrónica, y que luego lleva las canciones a momentos de expresa emotividad, Maroon 5 puso a bailar y a sentir, el ejercicio máximo de la expresión musical.
Como era de esperar, el grupo tocó los temas más famosos de sus cinco discos. Sin mucha interacción con el público, cada palabra que salía de la boca de Levine era tomada como un discurso de victoria electoral. La banda no se mantuvo muchos segundos en silencio, aplicando las mezclas entre canciones prácticamente durante todo el repertorio.
Sonaron Maps, This Love, Sunday Morning, Payphone y Daylight , entre otras, antes de que la agrupación se refugiara en los bastidores. Dos minutos de gritos pidiéndoles que volvieran bastaron para rematar la noche con tres canciones más, por supuesto exitosas: She Will Be Loved, Moves Like Jagger y Sugar .
Apropiadamente, Sugar fue el beso de buenas noches cerca de las 8:30 p. m., con la melodía del tema en boca y mente de 15.000 personas listas para regresar a sus vidas normales después de un lapso de fantasía y felicidad.