Decenas de miles de personas se congregaron la tarde y noche del sábado en las inmediaciones del Estadio Nacional, en La Sabana, con el propósito de interiorizar la música y letra del artista y pastor mexicano Jesús Adrián Romero.
El músico, que hace poco mas de un año reunió a 25.000 personas en ese mismo recinto, consiguió números similares en esta ocasión, en la que visitó Costa Rica en el marco de la gira Soplando vida .
Desde temprano en la mañana, algunos jóvenes y pocos adultos esperaban en las afueras del estadio, y en horas de la tarde el asunto ya tomaba tintes masivos, pero llenos de tranquilidad y sosiego.
Dentro del estadio, horas antes del concurrido espectáculo, la venta de mercadería y comida se movió a buen paso, mientras que las tres pantallas LED bombardeaban, una y otra vez, los mismos anuncios de empresas patrocinadoras del evento, como para que los mensajes tuvieran un mayor impacto.
A eso de las 7:35 p. m., con las graderías, la gramilla y el sector de vip abarrotados, un video del músico explicando sus propósitos con esta gira de conciertos fue el que le dio la bienvenida a una velada de tintes espirituales y conmovedores por igual, que generó risas y empatía en un buen puñado de costarricenses de profundas creencias.
Un único fin. “Soplar vida donde hay muerte y necesidad” fue la frase más vitoreada del video, y la que le abrió el paso a Soplando vida , tema inicial del concierto, en el que Romero y sus músicos se hicieron acompañar por una potente luz roja que destellaba sobre la totalidad del escenario.
Desde ese primer minuto, los asientos frente al entarimado se volvieron imprescindibles; no era necesario estar sentado cuando la mayor parte de la música incitaba a los presentes (en su gran mayoría religiosos cristianos) a estar de pie, con uno o dos brazos levantados y flotando de un lado al otro.
Ayer te vi y Fue por mí siguieron en el repertorio. Luego llegó el momento de El brillo de tus ojos , en la que las tomas de la tarima alternaban con el videoclip de la pieza en las pantallas del estadio.
Acto seguido, el intérprete se dirigió por primera vez al público, acaparando clamor por todos los frentes, al presentar la canción No necesito mucho con la frase “no necesitamos muchas cosas para vivir: el amor de los amigos, el amor de la familia y el amor de Dios”.
Durante la promoción del espectáculo, producido por One Entertainment, trascendió que Romero visitaría el país acompañado de una pequeña orquesta propia: 17 músicos, entre ellos Alex Campos y su hija, Melissa Romero, serían los encargados de poner a marchar un repertorio de más de 20 canciones.
Con Campos tiene un sencillo de alta rotación en radios costarricenses, llamado Razones pa' vivir , el cual fue interpretado a dueto en el concierto, con unas palabras introductorias que calaron muy hondo entre los miles de asistentes.
Antes de Razones pa' vivir , Romero aprovechó su innegable don de palabra y se acercó al público para contarle una anécdota que le sucedió recientemente, luego de un concierto en México, en donde una joven lo persiguió, lo interceptó y le habló para contarle que un año atrás había pasado por una severa depresión, y que nada se la quitaba, por lo que había tomado la decisión de suicidarse.
“Pero alguien le había regalado un disco mío antes de hacerlo”, contaba el músico, sonriendo de poder compartir una historia que terminaba con la prevención de un suicidio y el que aquella muchacha necesitada de ayuda se sostuviera por su música y por sus creencias, convirtiendo a su Dios en su razón para vivir, un mensaje similar al de la canción que luego cantaron Romero y Campos.
Luego, ambos interpretaron Suave voz , un tema compuesto por Adrián, el hijo de Jesús Adrián. “Cuando escuché la canción, me identifiqué mucho con ella y dije que algún día tenía que cantarla”, contó Campos.
“¿Por qué no te pones de pie para cantar esta canción?”, le preguntaba Romero al público. Dicho y hecho: el estadio entero se volvió a poner de pie, con sus manos al aire, en un nivel de comunión colectiva pocas veces visto, gracias a la canción Aquí estoy yo .
Con los ojos cerrados de vez en vez, y la certeza de compartir un profundo sentimiento con miles de similares, el público continuó la velada formando un aura de conformidad, sin importar si tocaba ver el concierto en una pantalla o en una silla frente al músico.
De vez en vez, Romero, sentado en su banco, usaba su oratoria para contar más historias y regalarles consejos a sus seguidores, quienes ponían atención suprema y lograban conectarse los unos con los otros.
Aparte del talento del artista mexicano, el piano que sonaba al fondo durante sus intervenciones también resultó ser un gran aliado para lograr transmitir el sentimiento impregnado en sus palabras de aliento.
El espectáculo se alargó poco más de dos horas, en las que sonaron temas como Tu bandera , Cuenta conmigo y Mi herencia , probando que la música es el medio idóneo para transportar cualquier tipo de mensaje, sin importar la religión, la nacionalidad ni la opulencia, porque el propósito de todas las canciones es universal, y Jesús Adrián Romero no escapa de eso.