Las cimarronas han alegrado a los pueblos costarricenses desde el siglo antepasado. Sus ritmos felices, su expresión tradicional y su versatilidad de géneros, han sido parte de la historia del folclor nacional, por lo que su música fue declarada como patrimonio cultural inmaterial de Costa Rica.
Esas tonadas que acompañan a las mascaradas ticas, amenizando las fiestas de los pueblos y hasta algunas procesiones, ahora contarán con el reconocimiento oficial del Estado, así como con la protección y el apoyo del gobierno nacional para su salvaguarda. El objetivo es difundir la tradición y continuar con una herencia que se ha trasmitido de generación en generación.
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“La música de la cimarrona, como manifestación cultural de los pueblos, fue declarada patrimonio cultural inmaterial del país. Así lo estipula el decreto ejecutivo N° 43302-C, publicado en La Gaceta del 19 de enero de 2022. Dicho decreto aporta múltiples razones que justifican el reconocimiento”, explicó el Ministerio de Cultura y Juventud en un comunicado de prensa.
El documento destaca a las comunidades de Santo Domingo y Barva, en Heredia; Palmares en Alajuela; Tres Ríos, Pacayas, San Isidro del Guarco y Juan Viñas, en Cartago; Liberia, Cañas y Nicoya, en Guanacaste; Esparza en Puntarenas; Aserrí, Ciudad Colón, Escazú y Santa Ana, en San José; entre otras, como cunas de la música de cimarrona.
Este hecho se logró gracias a la gestión de Juan José Carazo, músico de Santo Domingo de Heredia, una de las cunas de la cimarrona en nuestro país. El artista, además de ser profesor de música, también es miembro de la Cimarrona La Original Domingueña.
Gracias a su estudio e investigación de esta expresión musical, Juan José -apoyado por la Municipalidad de Santo Domingo y otras instituciones-, emprendió el proyecto para que la música de cimarrona fuera declarada patrimonio, hace casi dos años y medio.
“Ha sido un gran trabajo de investigación, el cual lleva casi 10 años. Es muy satisfactorio contar con esta protección para la música de cimarronas, para poder darle a la cimarrona el lugar que se merece. El objetivo es que la tradición no muera, que se transmita. Esperamos que esta declaratoria impulse a las instituciones encargadas, para que se gire más presupuesto para hacer actividades y festivales donde se promueva esta tradición”, comentó Carazo.”, comentó Carazo.
Juan José tiene una amplia experiencia en las cimarronas tradicionales. Desde muy pequeño, por herencia de su familia, ha estado involucrado en este tipo de agrupaciones, algo que lo motivó a buscar la manera de lograr la declaratoria.
“Siempre se había notado que las cimarronas éramos como el patito feo de la música. Inclusive había otros músicos que tocaban otros géneros y rechazaban a las cimarronas, todavía se ve algo de eso. Ese tipo de situaciones fueron las que me motivaron a investigar, para poner el tema en un lugar de privilegio, para que la gente vea que las cimarronas son parte de la música folclórica tradicional, que son valiosas, que tienen historia. Esos fundamentos merecen su lugar y respeto”, agregó el artista.
En la declaratoria se insta a las instituciones del sector público y privado, así como a los gobiernos locales, a realizar actividades anuales donde se tome en cuenta a las cimarronas.. Además, a las comunidades donde se desarrolla esta actividad, se les invita a aplicar medidas y estrategias para promover la identificación, documentación, investigación, preservación, promoción, valorización y transmisión de la manifestación cultural.
Relevancia
Con el pasar de los años la música de cimarronas mantiene su esencia, pero se ha visto influenciada por la llegada de músicos jóvenes que le impregnan nuevos estilos. Esta capacidad de adaptación es reconocida en la declaratoria para fomentar su preservación, tal como sucedió con el calipso limonense en el 2012, año en que también se erigió como patrimonio cultural inmaterial.
“Es tanta y tan importante la herencia, que la mayoría de grupos que existen actualmente están formados por personas jóvenes que hacen muy bien su trabajo. No son grupos que suenan mal. No solo hay muchas cimarronas, sino que son muy buenas. Es un crecimiento positivo en todos los sentidos”, dijo Carazo.
Con Carazo está de acuerdo el músico e investigador cultural Manuel Monestel, quien se sumó a la alegría que causa en el gremio artístico y cultural esta declaratoria.
“Las declaratorias son tan importantes como el reconocimiento popular. La cimarrona tiene ese reconocimiento desde hace mucho tiempo, esta declaratoria lo que hace es consolidar la validez y la pertenencia cultural de la cimarrona”, explicó el investigador.
Monestel agregó que, uno de los puntos más llamativos de esta expresión cultural, es justamente cómo la música de cimarrona ha ido evolucionando sin perder su perfil, gracias a que la gente joven mantiene su formato y su sonido auténtico.
“El mismo nombre de cimarronas, para mí, sugiere algo marginal, algo que se sale de lo convencional y de lo normal, al igual que el esclavo cimarrón que se escapaba, que no se quedaba reducido a su condición esclavizada. La cimarrona, de alguna manera, me recuerda esa rebeldía, esa forma de no pasar por los parámetros establecidos por la clase dominante”, agregó el músico.
Además, Monestel afirmó que estas declaratorias rompen el mito de “la sociedad blanca y europea”.
“Estas declaratorias y la praxis cultural de los calipsonians y de los músicos de cimarronas, lo que hacen es mostrar al pueblo, ponerlo ante un espejo para que vean sus propias raíces. Es la Costa Rica encontrándose con la verdadera Costa Rica, enarbolando su bandera identitaria. ¡Un aplauso para la declaratoria y para todos los músicos de cimarronas en el país!”, concluyó Monestel.