Nati Vargas, conocida en el mundo del rap costarricense como Nativa, es una mujer de muchos talentos. Algunas horas las dedica a escribir sus ideas y otras a escuchar música que la motiva.
En su trabajo en la cooperativa Sula Batsú –de la cual es cofundadora– colabora con comunidades en riesgo, colectivos sociales y otras organizaciones para desarrollar y luego difundir en sus canciones estos esfuerzos.
“Soy una misma, con muchos intereses, y todo esto nutre la música”, explicó Nativa en una entrevista con Viva.
Su segundo disco, Semilla nativa es un reflejo de su complejo entramado de ideas y de influencias musicales. El activismo nutre todas las áreas de su vida y el rap, dice, es la mejor herramienta para expresar todas las conclusiones a las que llega con su día a día.
El álbum se estrenó el 7 de junio y ya está disponible en plataformas como Spotify, Apple Music, Soundcloud y YouTube. Es su segunda producción, pero la primera que trabaja de la mano del sello Resistencia Subversiva.
Junto al productor Enrique Castillo logró darle forma a un álbum que no suena como el hip-hop común y que en varios casos –incluso– huye del sonido hip-hop para sorprender con una cumbia, un bolero o una pieza de spoken word.
“Es un disco muy pensado, llevo unos dos años haciéndolo y cada parte fue elegida; definí qué quería, qué se iba a escuchar y por qué”, señaló la rapera de 32 años.
Conversamos con ella sobre su historia, su rol como activista y gestora cultural y las canciones con las que espera cautivar al público tico.
La semilla del rap
Semilla nativa no solo es un recorrido musical por el continente, sino también por las experiencias de Nati Vargas.
“Todas las canciones tienen algo mío. Trato de abordar temáticas políticas, sociales, ambientales y de género.
En, Saliva, pulmones y sativa, ella canta: “¿Sentada esperando a que te salven las multinacionales o que el Estado construya las historias oficiales? Blah. Mejor hazte a un lado porque somos dueños de las calles”.
Para Nativa, el arte que ocurre en esas calles conforma una cultura alternativa. El baile, la palabra, la música y el grafiti, los cuatro pilares de la cultura hip-hop.
Ella creció en Curridabat, cantón considerado por muchos la cuna del grafiti y ella se hizo amiga de algunos de los artistas que empezaron a surgir hace unos 15 años.
En el 2010 también abrió camino a las mujeres en el rap, cuando formó el grupo Las Viejas de Patio junto a Nakury. Desde el 2014 no graban juntas, pero han viajado con la rapera Rebeca Lane por Latinoamérica para dar charlas y talleres de hip-hop.
“El rap es una forma de expresar lo que no se puede decir de otra forma. Siempre estuve cerca de la escritura, desde muy niña y encontrar el hip-hop fue una forma de continuar (escribiendo)”, dijo la rapera.
En colaboración
Desde la portada y el título del álbum Semilla nativa, se reflejan algunos de los intereses que tiene la rapera Nativa en su música.
Para empezar, está el título, que remite a los pueblos originarios del continente.
“Mucho del conocimiento ancestral está en las semillas. A través de las semillas, los pueblos latinoamericanos han resguardado sus historias, sus costumbres y muchos de sus hábitos y siempre he estado interesada en sus ideas”, señaló Nativa.
El primer sencillo del álbum, Furia ancestral, fue estrenado el 4 de junio del 2017, en el Día del Ambiente y allí se intercalaban mensajes de conservación con los rostros de algunas mujeres que han trabajado (e incluso fallecido) por cuidar los recursos naturales.
La portada de Semilla nativa tiene una figura femenina reflexiva y varios grande ojos amarillos, la firma característica en las imágenes de la muralista colombiana Gleo.
Hay que repetirlo: Nativa es mujer de varios talentos, y uno de ellos es tener el ojo entrenado en diseño y fotografía.
“Siempre trato de que mi música esté acompañada de arte llamativo. Sea la portada de un disco o incluso los visuales en vivo de mi show, todo suma”, comentó la rapera.
Sus esfuerzos por mostrar otras historias no se limitan a lo gráfico. En la canción Fuerza de jaguar se incluye la voz del cabécar Luis Salazar (colaborador de Proyecto Jirondai) quien hace un canto dedicado a la siembra mezclado con cumbia.
“A veces pasa en el rap que todo suena muy similar, pero yo traté de hacer un álbum en el que todas las canciones tuvieran su personalidad.
”En el disco hay cumbia, bolero, son, blues y spoken word, es decir algunos temas en los que recito sin música. Mezclar diferentes géneros nunca es fácil, pero creo que logramos que todo se acoplara”, explicó la rapera.
Sonidos
Junto a Enrique Castillo –conocido como Kingstar– fue que Nativa le dio forma a su álbum. Castillo se encargó de grabarla cantando, así como de incluir los aportes de distintos colaboradores ticos.
En el álbum se pueden escuchar los aportes del guitarrista Funka, el percusionista Choc Vargas (de Raza Bronze), la cantante Tania Canarrubias y el mismo Kingstar, quien grabó scratches de vinilos.
El menjunje se pone más complejo si se toma en cuenta que cinco productores diferentes aportaron beats (bases rítmicas) a estas canciones. Yupi (Venezuela), Esse O (México), Facto (México) y, por Costa Rica, Gustavé y Kingstar participaron del proceso.
“Creo que las mezclas que quedaron en el álbum no son forzadas. El hip-hop nació de una mezcla de géneros musicales y de culturas y por eso no se aleja de la cultura”, señaló Nativa.
Es cierto que cada una de las doce canciones es su propio mundo, pero la dirección creativa de Vargas y la experta mano de Castillo lograron formar un álbum cohesivo y con mensajes sociales, justo como le gusta a los artistas del sello Resistencia Subversiva.
Comunidad y conciencia
“Abrir los ojos y ser consciente no significa solo tirar fuego al presidente”, canta Nativa en Loba y sirena. Ella insiste en que su faceta como activista y gestora es la que más nutre su música.
Con la cooperativa Sulá Batsú y el apoyo de Google, por ejemplo, organizó el proyecto Voces de chicas que le ha dado conocimiento en desarrollo de apps y música digital a jóvenes de Nicaragua, Panamá, Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica.
En las oficinas de la cooperativa, en Barrio Escalante, promueve las reuniones de colectivos sociales, varios de ellos feministas en Casa Batsú.
Una de las reuniones más concurridas son las de Chicas al frente, en el que se discuten temas como las relaciones afectivas, el uso de anticonceptivos, la maternidad, las relaciones laborales.
“Cada semana hay un acto cultural por una chica que compone música y me da orgullo decir que en casi dos años no ha repetido ninguna”, expresó Nativa.
Ella está consciente de que es la única mujer entre los seis raperos de Resistencia Subversiva y por ello, trata de instruir a nuevas generaciones en el arte.
Junto a Sulá Batsú, han promovido talleres de rap para chicas que quieran desarrollar la herramienta para expresarse.
“El hip hop es un movimiento inclusivo”, señaló Nativa.
“La cultura hip hop le da oportunidad a quienes quieren bailar, pintar o escribir, es una forma de hacerlo sin estar en la academia y eso es lo más importante: asegurarnos de que todo lo que hagamos impacte positivamente nuestro entorno”, finalizó.