Fue imposible no contagiarse e intentar aplaudir con el son flamenco al ritmo de la potente voz y la energía inagotable de la gran Rosario Flores. Su concierto del miércoles 24 de mayo por la noche en el Teatro Melico Salazar fue hermoso, hiperactivo y romántico.
Ella no para. De principio a fin la compositora y bailaora española se deshizo en elogios y agradecimiento hacia su público, se sabe amada por los costarricenses y desarrolló durante su espectáculo algo así como una relación íntima con sus fanáticos por medio de la música, las letras de sus canciones y, por supuesto, sus sensuales bailes.
Rosario se presentó en nuestro país como parte de la promoción del disco Gloria a ti, pero dedicó la mayor parte del repertorio a interpretar temas que los ticos conocían muy bien, así que todo el recital fue un toma y dame de amor, de compartir coros y aplaudir a la reina de la rumba flamenca.
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Con el recinto lleno, la española se mostró emocionada por el apoyo. "¡Ay, Costa Rica, que me den pura vida!", fueron las palabras de bienvenida de Flores a sus seguidores.
Un grito de "¡Rosario, te amo!" rompió el breve silencio antes de que la artista interpretara Mi piel, el tema con el cual abrió su show. El amor se podía sentir en las sillas del teatro, su público no dejó en toda la noche de demostrárselo.
La incansable hija de Lola Flores cantó también Cómo me las maravillaría yo, una pieza que hiciera famosa su mamá. Orgullosa de los apellidos y el legado familiar que carga sobre su espalda, Rosario también le hizo un homenaje a Antonio González El Pescaílla, su padre. Una enérgica Rosario cantó Al son del tambor para recordar a su progenitor.
Así lo había dicho en una entrevista previa con Viva:"Quien no me ha visto en vivo, no me conoce". Definitivamente, hay que escucharla, verla y saborear su talento sobre el escenario para saber de qué está hecha. Estar frente a frente con la artista se convierte en una aventura sensorial completa y no, precisamente, porque el montaje de su espectáculo sea pomposo, sino porque ella es total, carismática, bella, potente, bailaora, divertida y amorosa.
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La lista de temas siguió por éxitos como Mi gato, Yo meneo, Gloria a tí, Por un beso tuyo, Algo contigo, Oye mi son, la divertida Marcha y, por supuesto Sabor sabor. Para el cierre, la Flores se despidió del teatro con un gesto emotivo, pero su público no la iba a dejarse ir tan fácilmente.
Tras aplausos y una ovación de pie, Rosario volvió a la tarima para cantar No dudaría, pieza que emite un mensaje de perdón, amor y paz. Con la canción, Rosario admiró la paz y la estabilidad social de la que goza nuestro país y afirmó que los ticos somos un ejemplo para el mundo.
Así acabó una noche totalmente dinámica y con una gran dosis de adrenalina concentrada en una artista gitana de talla mundial.