Madrid. EFE Cancún (México), Newark (Estados Unidos), Madrid y Algeciras (España) son las ciudades que en unas 48 horas recorrió la comitiva fúnebre de Paco de Lucía para llegar a su destino: la tumba de sus padres, en el cementerio de su localidad natal; ahí será enterrado hoy por la tarde, en una ceremonia íntima.
“Buen viaje, papá”, deseaban en una corona los tres hijos mayores del guitarrista, Curro, Casilda (Sisi) y Lucía, en el Auditorio Nacional, en Madrid, donde ayer se realizó la capilla ardiente.
Mientras los adultos penaban por su ausencia, Diego (7 años) el pequeño de sus vástagos –con el que jugó al futbol el martes en la mexicana Playa del Carmen cuando notó los síntomas del infarto que acabó con él– se afanaba en recoger las flores que muchos de los 5.000 admiradores que pasaron por el auditorio dejaban al borde del escenario, donde reposó el féretro.
El niño, vestido de negro de pies a cabeza, al igual que su hermana Antonia (14 años), formó una montaña de flores que tapó casi por completo las banderas española y andaluza, que cubrían el ataúd de su padre.
Al lado estaban decenas de coronas, entre ellas las de su viuda Gabriela Canseco y la de su primera mujer, Casilda Varela. Estas tenían la leyenda Siempre con nosotros y Te quiere, Casilda .
Visitas importantes. Al lugar llegaron funcionarios de Estado y miembros de la corona española, como el Príncipe de Asturias, el ministro de Educación y Cultura, y la alcaldesa de Madrid.
Entre los artistas que asistieron a la capilla ardiente estuvieron Alejandro Sanz , José Mercé, Pepe Habichuela, Rosario Flores, Massiel, Josemi, Antonio Carmona, Miguel Ángel el Capi Arenas, Carmen Linares, Arcángel, Joaquín Cortés, Ana Belén y Víctor Manuel.
Al lugar llegaron muchos de sus aficionados y admiradores; todos coincidieron en manifestar un cariño y una admiración inmensa por uno de los artistas más universales.
El ministro de Educación y Cultura, tras presentar sus condolencias a la familia del artista, explicó a los periodistas que comparecía en el Auditorio en nombre del Gobierno para dar el último homenaje a De Lucía, un embajador de la cultura española, "un artista irrepetible al que la gente tenía un enorme cariño como ponían de manifiesto las colas que ha habido para rendirle su último homenaje.
“Todas las gitanas están llorando hoy su muerte. Se nos están yendo todos, pero es que, además, con 66 años queda mucha vida por delante”, aseguró Rosario Flores.
Sus compañeros han querido dejar por escrito su admiración en dos banderolas, que precedían la entrada a la Sala Sinfónica, y su resignación y rabia y su convencimiento de que era el guitarrista más importante y querido de los siglos XX y XXI.
Cuando quedaban poco más de diez minutos para que se cerrase al público el homenaje, empezó a sonar en la sala, hasta entonces sin otro sonido que el del llanto, los compases del último movimiento del Concierto de Aranjuez , rematado con más de diez minutos de aplausos.
“Bravo”, “adiós, genio” y “hasta siempre” han entreverado los aplausos, que han terminado a compás, como se estila entre los flamencos. Luego, su féretro salió del Auditorio para viajar en el coche fúnebre, escoltado por la Policía Municipal de Madrid, con rumbo a su pueblo natal Algeciras.
El féretro de Paco de Lucía fue transportado desde Cancún, con escala en Newark (Nueva Jersey), en un avión de United Airlines que aterrizó en Madrid.