El escenario del Anfiteatro Coca-Cola del Parque Viva ha sido testigo de grandes conciertos internacionales, pero el sábado 9 de setiembre albergará –por primera vez en su historia– un espectáculo de música 100% costarricense. La agrupación Malpaís será la que tome en sus instrumentos y su repertorio el reto de llenar el recinto.
Jaime Gamboa, músico y compositor de la banda, confirmó que el show será un regalo muy especial tanto para ellos como artistas como para el público que fielmente los ha seguido por casi dos décadas de trabajo.
Pero más allá de eso, el lugar (ubicado en La Guácima de Alajuela), significa un homenaje póstumo más a la figura de Fidel Gamboa (miembro fundador de la banda, quien falleció en el 2011) ya que en ese sitio tocaron lo que para ellos fue uno de sus mejores conciertos, según recordó su hermano Jaime.
“Ahí tuvimos uno de los conciertos más bonitos y memorables de nuestra trayectoria. Tocaba Sting (fue en el Festival Imperial del 2006), pero la emoción que sentimos ese día de ver a esa masa hermosa de ticos y ticas sintiendo nuestra música es algo que se quedó grabado en el corazón de todos los miembros. Estar ahí de nuevo es una memoria muy ligada a Fidel porque estaba muy feliz”, dijo Gamboa.
Malpaís se acompañará por otros artistas nacionales para realizar un recital mucho más robusto. Un cuarteto de cuerdas, el marimbero William Ramos, el cantor Max Goldenberg (tío de los Gamboa) y la cimarrona La Espantaperros serán parte del recital de Malpaís. El costarricense Bernardo Quesada es el encargado de la dirección musical en esta puesta.
Las entradas están a la venta en el sitio www.boleteria.cr, los precios y localidades son: ¢14.500 (sector 101 y 103 lateral), ¢16.500 (sector 102 central, localidades de la 401 a la 405 y localidades de la 501 a la 505), ¢21.500 (sector 102 y 103 especial). Los montos incluyen impuestos y cargos por servicios.
En entrevista con Viva, Jaime confirmó que la banda espera que el 2018 sea el año del nuevo disco del grupo (no publican material de estudio desde el 2010) y también habló sobre lo que todavía significa la figura de Fidel para ellos. A continuación un extracto de la charla:
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¿Qué expectativas tienen sobre este concierto?
Este espectáculo es un reto, nos metimos en eso porque creemos que la música costarricense –la nuestra y la de mucha gente más– tiene un inmenso valor, no vemos cómo un escenario como Parque Viva no pueda llenarse y vibrar con música nacional. Si no es esta vez, será la próxima, hay que creer en lo que hacemos, no porque es nuestro, sino porque es bueno y de calidad.
¿Cuál será el repertorio que presentarán en el espectáculo? ¿Hay nuevo material?
No vamos a tocar todo lo nuevo en ese concierto porque la gente nos mata, pero sí vamos a darles una buena dosis del nuevo material que hemos compuesto y arreglado. El concierto en Parque Viva seguirá con la tradición de no quedarnos con la misma interpretación de nuestras canciones; quienes nos siguen saben que no nos gusta repetirnos, siempre buscamos hacer algo diferente para nosotros y para el público.
Dice que Malpaís es un grupo de amigos, ¿a qué se refiere?
Ese es un rasgo que existe en el grupo desde el principio. Todos tocábamos con otras bandas: Tapado, con Editus; Fidel, Iván y yo con Adrián Goizueta, y Manuel con sus grupos; pero empezamos a tocar juntos con la idea de hacer música costarricense, con calidad, mensaje y buenas letras al rededor de la figura de Fidel. Él era el centro de composición de este equipo y con el paso del tiempo sumamos a otros amigos como Gilberto Jarquín y David Coto. La verdad somos como hermanos.
Hablando de Fidel, Malpaís sigue bajo su sombra...
Al que buen palo se arrima, buena sombra le cobija. Fidel sigue siendo el guayacán de nosotros, al que nos arrimamos siempre. No hay concierto donde no se rinda tributo a su memoria porque así nos sentimos. Nos alegra mucho, es una sombra deliciosa, no nos queremos salir de ahí.
El tema de los egos con nosotros no aplica en nuestra dinámica. Creo que todos estamos de acuerdo que si hay una figura que queremos que siga brillando es la de Fidel por encima de nosotros, de eso no hay ninguna duda.
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Pero en esta segunda etapa del grupo también han brillado con luz propia...
¡Y qué bonito poder decirlo! Me encanta ver a Iván (Rodríguez, violinista) como un malabarista en el escenario; me encanta ver a Daniela (Rodríguez, voz) sacando la casta y mejorando de manera increíble su forma de cantar. Yo he tenido que componer y sacar cosas nuevas; David Coto (guitarrista) que llegó a aportar música y creatividad; Manuel (Obregón) es una personalidad indudable, y Tapado (Carlos Vargas, percusionista) y Gilberto (Jarquín, batería) son grandes músicos. En Malpaís cada uno tiene su lugar, su espacio; no existe entre nosotros el tema de padecer de una autoestima débil como para querer apagar a los demás. Si me preguntan a mí, ese ambiente al rededor lo crea Fidel y lo seguirá haciendo porque nosotros vamos a insistir en mantenerlo, no hay celos.
¿Cómo valorarían su calidad artística como banda?
No me gusta hablar de mejores y peores, solo creo que hay buena y mala música. La mala es la que no tiene interés ni pasión, la buena se hace con pasión, habilidad y busca sorprender a la gente. Por dicha en Costa Rica hay muchísima buena música en todos los géneros, sería arrogante decir que en medio de tanta música uno es el mejor en nada, ni siquiera en el género. No va con nosotros ponernos en un lugar especial, pero lo que sí nos encanta es que la gente nos guarde un espacio en su agenda, en su vida.
Pero el éxito se ha mantenido a lo largo de casi 20 años, con una identidad propia y a pesar de nuevas propuestas en el mercado...
La vida no es un concurso y la música por dicha tampoco es una competencia. Nosotros hacemos música pensando en hacer lo mejor que podamos, buscando una satisfacción propia y darle a la gente algo de calidad, eso es respetar al público. El gusto de la gente es muy amplio y ahí caben muchas cosas: una canción que sirva para mover el esqueleto y divertirse –que es un deseo maravilloso– o una pieza que te enriquezca el alma, te llene de poesía o te abra la imaginación, ahí es donde Malpaís trata de estar.
¿Hay nuevas canciones?, ¿cómo es el proceso creativo ahora?
Hay una dinámica muy nuestra: se proponen las composiciones y el grupo las adopta de una manera muy orgánica. Hay arreglos, se aprende a interpretar, rehacer, armar. Fidel decía que el arreglo es una propuesta y en algún momento hay que comenzar a crear a partir de eso.
Pero la responsabilidad antes recaía en usted y Fidel...
Y sigue recayendo en Fidel y en mí porque no hay nada que yo haga o escriba que no le consulte a él. Escribo y le pregunto: ‘¿Mae, cómo salgo de esto, cómo hubieras resuelto esto, cómo termino esta armonía? ¡Soplame!’ Nos entendíamos muy bien, intercambiábamos ideas, nos colaborábamos mucho. Ahora le sigo preguntando y al igual que en esos tiempos me sigo apoyando en los compañeros del grupo: Iván siempre ha sido un punto de referencia importantísimo, Manuel, Tapado, David, Daniela y Gilberto tienen un criterio musical gigante. Cuando componemos algo es llevarlo al grupo, escuchar opiniones y aprovechar el inmenso conocimiento que hay en el grupo.
Tras la muerte de Fidel decidieron ponerle un alto, ¿por qué?
En mi opinión personal nos fuimos porque en ese momento no podíamos tocar. Yo al menos no me podía parar en un escenario, no sabía cómo hacerlo y no quería. Ninguno de los integrantes quería estar en un escenario diciendo: yo soy Malpaís, porque el dolor era muy grande y el vacío era gigante.
Decidieron volver en el 2013 para el concierto de Silvio Rodríguez, ¿cómo fue la preparación para el regreso?
Pasó algo muy curioso: con el tiempo nos invitaban a tocar con otros grupos la música de Malpaís y pensamos en intentarlo juntos de nuevo. Surgió David como guitarrista y eso nos dio un empujón muy bueno en la parte instrumental. Probamos la cantada con Iván, Daniela y yo, hubo muchísimos ensayos, no fue un trabajo fácil y cuando sonamos como queríamos, faltaba saber cómo nos iba a recibir la gente.
¿Fue una gran prueba porque la gente estaba acostumbrada a Fidel, a su voz?
También teníamos la vergüenza musical, uno no puede pararse en un escenario a que te tengan lástima porque sos el heredero de una tradición, eso no es sostenible y no es digno. Cuando volvimos lo hicimos cuando sentimos que estaba bien, si a la gente le gustaba o no, eso era otra cosa. Cuando nos dieron la oportunidad de abrirle a Silvio supimos que era la gran oportunidad porque era un público con mucho criterio.
Sin embargo, están acostumbrados a que el público les muestre admiración por su trabajo...
Teníamos el derecho y el deber de dudar, de ser respetuosos con la gente. No por el hecho de hacer las cosas con pasión el público tenía que apoyarnos, esa idea fue fundamental para que le metiéramos una gran dosis de esfuerzo. No podemos ceder en cuanto a mantener el nivel de calidad donde debe de estar. Sentimos que Fidel siempre está en el público oyendo y que si tocamos algo mal nos va a censurar y a mandar a ensayar otra vez. En esta segunda etapa del grupo eso ha sido fundamental: no descuidarnos y ser fieles a una tradición de excelencia que mantenía Fidel como controlador de calidad.
¿Si hay nuevas canciones por qué no han entrado al estudio a grabar un disco?
Es difícil explicar el por qué no. Estamos en un proceso de composición, nos hemos apropiado de las canciones, las hemos sometido a la prueba del público y sentimos que ya hay un grupo robusto de temas que nos abren la puerta; ya podemos grabar. Sin embargo, hemos ido tomando decisiones sobre los arreglos ya que Fidel no solo era director musical y aportaba a la composición sino que era el arreglista, tenemos el apoyo de Bernardo (Quesada) que ha calzado muy bien con el sonido, hemos ido perdiendo el miedo porque el arreglo es la mitad del sonido y tenemos un peso grande por lo que viene de atrás. No podemos estar por debajo del nivel que tenemos. Sabemos que un nuevo disco genera una expectativa en el público y no queremos defraudar, pero siento que el 2018 será el año para el nuevo álbum de Malpaís.