Cuando Luz Ángela Castro, de Ocesa Colombia, fue a revisar la semana pasada los reportes del número de personas que hicieron filas digitales para comprar las boletas de los conciertos del regreso de RBD en el estadio Atanasio Girardot, en Medellín, encontró que más de 685.000 personas intentaron comprar boletos para entrar a esos dos shows.
El número batió un récord: la mayor cantidad de solicitudes en línea para compra a un concierto en la historia reciente de Colombia (el récord lo ostentaba Bad Bunny con su gira Un verano sin ti: 91.000 solicitudes).
La cifra sin precedentes obligó a la multinacional de conciertos a abrir una tercera fecha. Las redes sociales estallaron con comentarios sobre el regreso del fenómeno musical. Memes abundan alrededor de la gira de retorno. Muchos desacreditan su valor artístico. Otros se burlan. Catalina Blanco, disc-jockey del programa Sound City de La X Más Música, hizo caso omiso de la negatividad en redes y se dedicó a lo que cientas de miles de fans hicieron durante la semana: intentar conseguir una entrada. Después de todo, esta era su pre adolescencia.
“Rebelde llegó cuando yo estaba en el colegio”, contó desde su carro en una nota de voz por Whatsapp bajo un torrencial aguacero de sábado. “Seguramente estaba en ese paso de la primaria al bachillerato. Para mi era rutinario y casi obligatorio llegar a prender el televisor a ver Rebelde y el día que me la perdía era catastrófico, porque sabía que al día siguiente todo el mundo iba hablar del capítulo en el colegio y yo iba a estar súperperdida.”
La nostalgia del regreso de RBD, unida a factores externos como el actual ambiente económico global y la aparición de un joven adulto de clase media emergente que, como Catalina, está ingresando al mundo laboral y adquiriendo nuevas obligaciones financieras, hacen el coctel perfecto para que los precios de la boletería no sean un impedimento para volver a vivir aquellas épocas de colegio.
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Esa capacidad de endeudamiento viene respaldada por las preventas con entidades bancarias, formas inteligentes de fidelización de clientes nuevos que se han convertido en efectivos mecanismos de incorporación de estos nuevos consumidores al sistema financiero. Muchos, que van adquiriendo sus primeras casas y carros, no titubean en hacerse a una tarjeta del banco que les ofrezca acceso privilegiado o previo a las ventas masivas de boletas.
Otros, como el estilista Enrique Trujillo, están trabajando ya en sus marcas personales y negocios propios, pero aún así siguen buscando la forma de no perderse los shows. “Yo descubrí a los RBD por la novela”, me cuenta por iMessage desde Montevideo, donde anda de vacaciones. “Estaba enamorado de Poncho, LOL, y por eso los veía”, agregó. “Kike” tenía 16 años cuando empezó a ver la serie en Pitalito, Huila, por el canal de las estrellas.
Rebelde, una serie originaria de Argentina adaptada a la televisión mexicana en el 2004 por el fundador del famoso grupo de pop Timbiriche, Pedro Damián, se convirtió en el último gran sacramento del género de telenovelas para jóvenes previo a la era digital. Su impacto en el entretenimiento global adolescente acaparó la atención como solamente producciones estadounidenses como Beverly Hills 90210 en los años 90 o Comando Especial en los años 80 lograron en su momento. La gira del regreso, compuesta por 47 fechas y anunciada el pasado 19 de enero, supera en demanda y en precios a la de Bad Bunny.
Rebobinemos ahora la cinta al 2004: 19 años atrás, un joven empresario de discos, Camilo Lara, intentaba despegar con su carrera musical, pero la vocación ejecutiva lo llamaba nuevamente a las filas de EMI Music en México. La empresa pasaba —como las otras tres grandes disqueras (Warner, Universal y Sony)— por el peor momento en la historia de la industria discográfica desde la caída de la música “disco”.
La aparición de Napster y otros servicios de archivos compartidos por internet pusieron en jaque al mastodonte de la música, que se engordó colosalmente a partir de la explosión del disco compacto. La piratería física, endémica de Latinoamérica, no ayudaba mucho.
Orden contundente
La orden de Inglaterra para Lara era contundente: o hallaba un proyecto musical exitoso, o la empresa cerraría en México, víctima de la corrupción interna que dejó a la casa de The Beatles en serias dificultades para mantenerse a flote. “Varios ejecutivos habían hecho fraude y los habían metido en la cárcel a todos”, narró desde su casa en Ciudad de México el hoy músico de películas como Coco de Disney, Wakanda por siempre y fundador del grupo IMS (Instituto Mexicano Del Sonido).
“Era muy triste ver cómo estaba todo. No había nada de proyectos, porque no había dinero. En algún punto me puse a ver qué firmar, y la primera semana que entré a trabajar, sabía que Pedro Damián estaba trabajando en un proyecto de televisión. Entonces lo invité a comer, pensando que ese proyecto ya había firmado con Sony”, comentó Lara.
Damián, la mente brillante detrás del fenómeno de Rebelde, y quien puso de moda las telenovelas entre los públicos jóvenes, aceptó la invitación de Lara, quien a sus 23 años, ya tenía un olfato agudo para los fenómenos y una poderosa capacidad de convicción.
“Yo sabía que Pedro era budista”, recordó con una sonrisa. “Le dije a todo el mundo en la oficina que se vistiera de blanco y que pusiéramos música hindú en los altavoces. Prendí incienso por todos lados y cuando Pedro llegó a EMI, respiró profundo y dijo: ‘me siento en casa. Vamos a trabajar este proyecto juntos’“. Camilo le confesó años después que le había tendido una trampa para que firmara con EMI el proyecto musical.
El proyecto de televisión seguía siendo; sin embargo, bastante pequeño, de manera que nadie le prestó mucha atención. Lara y Damián lograron montar una pandilla creativa de igual tamaño junto a la directora de arte y repertorio Melissa Mucholske. La idea era que el proyecto tuviera canciones “matonas”.
Escoger a los integrantes del grupo fue súper difícil, ya que no todos los personajes que habitaban la novela podrían participar en él a pesar de tener líneas narrativas interesantes. “La selección fue difícil. Pero en retrospectiva, dimos en el blanco. En la producción escogimos a Carlos Lara, quien había hecho cosas con artistas como Lynda y Sentidos Opuestos, y a Emilio Ávila, quien no tenía experiencia en el área, pero tenía muy buenas ideas. Hoy en día es el mayor productor de música pop en México”, recordó.
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Empezaron a buscar canciones con gente que sabían que tenían una gran meta pop, como Memo Mendez Guiu, gestor de las más grandes canciones de Timbiriche. “Él hizo Sálvame, por ejemplo. Fue muy emocionante llegar a escoger canciones que fueran brutales y que de repente eso se volviera finalmente un disco”, aseguró.
Cuando el álbum salió finalmente al mercado, el pequeño equipo de batalla de la lánguida EMI Music tenía fe de que sería un éxito. Aquel fin de semana, Lara se fue a comprar discos de vinilo a La Lagunilla, un tradicional mercado de las pulgas de Ciudad de México, donde hay antigüedades y piratería por doquier, en especial en la potente época de los quemadores de CD de comienzos de los 2000.
“Era finalmente en esos mercados piratas donde uno se daba cuenta qué era éxito y qué no”, comentó Camilo. Siguiendo su instinto, y luego de comprarse su dosis de discos de vinilo, pasó por la sección de los piratas a ver qué se estaba vendiendo entre los “chiviados” y lo que vio lo dejó perplejo: “había unos quince millones de discos de RBD listos para venderse.”
Ventas millonarias
Lara regresó el lunes a la compañía de discos y preguntó cuántos discos de RBD se fabricaron para su salida a ventas en tiendas. “Me contestaron que pensaban que unos 100.000”. Apresurado y bajo presión, Lara contestó: “hay que hacer veinte veces esa cantidad de discos”.
“¿Cómo crees?”, le contestaron. “Estar en la oficina en ese momento era como estar parado frente a la ola de un tsunami gritando que viene, y nadie se está dando cuenta. No mandamos a hacer veinte veces los 100.000 discos, pero sí mandamos a hacer todos los que podía hacer la fábrica en esos días”, agregó. EMI Music mandó a hacer 500.000 discos. Se vendieron en dos días. De un día para otro, el pequeño e íntimo proyecto discográfico se convirtió en el producto de entretenimiento más importante de México.
El fenómeno, que despegó con el lanzamiento de la canción Soy Rebelde, detonó un sentimiento particular en la juventud. “Conectó con algo que necesitaba el mercado”, recordó Lara, “y con el momento y los tiempos y lo que vivía el mundo. Lo demás es historia: que se volvieron grandes en España, en Argentina y en Colombia, luego en otros lugares como en los países Balcánicos, Rusia, haciéndose cada vez más grandes”.
De ahí, Camilo y el equipo —que pasó de ser 7 personas a tener 250 personas a bordo— empezaron a trabajar en proyectos de mayor alcance, como grabar un disco en vivo y grabar un disco en inglés.
Pero nadie estaba preparado para el descomunal éxito de RBD. En el 2006, durante una firma de autógrafos en un centro comercial en Brasil, 34 personas resultaron heridas y 3 fallecieron víctimas de una estampida producida cuando el grupo de adolescentes se subió a la tarima a tocar un par de canciones.
“No estaba preparado para ese momento tan violento de éxito”, contó. “Pero gracias a eso EMI no cerró en México”. Y no cerró con justa razón. En aquel momento, el artista más grande del mundo era Robbie Williams, quien firmó con la disquera en Inglaterra el segundo contrato más costoso de la historia por debajo del de Michael Jackson, por $152 millones.
“RBD vendió más discos que Robbie, Backstreet Boys y Britney Spears en aquel momento. Si las redes sociales hubieran existido en aquel momento —afirmó el brillante productor, músico y disquero mexicano— los RBD fueron tan grandes como BTS. Al igual que los BTS, fueron esta cosa global que todo el mundo entiende y que viene de una no capital cultural del mundo, que salga una cosa tan poderosa”, mencionó.
Durante años, Camilo temió que este fuera su logro más grande. Pero al igual que al elenco, los compositores y productores, las puertas de las posibilidades se fueron abriendo. Para Lara es un orgullo ver a algunos protagonistas de esta historia ocupar posiciones y partes importantes en series como Ozark, o películas como Bardo, mientras él se dedica a asesorar a Marvel en el mundo de la música.
Durante mucho tiempo, sintió algo de vergüenza por haber hecho parte del descomunal fenómeno. “Ni lo ponía en mi hoja de vida”, recordó. Atrapado por su propio éxito y sin poder salir a hacer su propia música por mantener vivo el sueño de Rebelde Camilo no volvió a hablar de RBD hasta esta entrevista.
“Ahora siento que fui muy tonto al no mencionarlo dentro de mis logros. A la distancia creo que fue algo muy positivo, muy interesante, y me siento súperorgulloso de haber hecho parte de una transformación en la historia del pop”, concluyó.
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