Al inicio del 2016, los Red Hot Chili Peppers planeaban grabar un nuevo disco. El material anterior, I'm With You (2011), fue el primero con el guitarrista Josh Klinghoffer, quien entró directo al estudio sin haber tocado un solo concierto con el grupo.
Para este undécimo álbum, decidieron no trabajar con Rick Rubin, quien estuvo a cargo de todas sus grabaciones desde el icónico Blood Sugar Sex Magik (1991).
En su lugar ficharon a Brian Joseph Burton, conocido como Danger Mouse. Él fue la mitad del dúo Gnarls Barkley, músico de Broken Bells y productor de The Black Keys.
A Burton se sumó Nigel Godrich, productor de Radiohead. La mesa estaba servida, pero los planes de grabación fueron truncados cuando, en un paseo de snowboarding, el bajista Flea sufrió un accidente.
“Traté de tocar las cosas más simples y mi mano simplemente no lo hacía. Se sintió como si estuviera decepcionando a todo el mundo”, explicó el bajista a Rolling Stone.
Flea es considerado la columna vertebral de los Peppers, y por ello el accidente preocupó a los fans del grupo.
El bajista, de 53 años, debió reaprender a tocar su instrumento después de quebrarse en cinco partes el brazo izquierdo, con el que marca las notas.
Sin embargo, al escuchar The Getaway, es difícil pensar que Flea hubiera tenido tan grave percance.
Nuevo amanecer. En las 13 canciones, el grupo se deja llevar en extensos jams en donde están presentes sus marcas sonoras: el bajo funky de Flea, la batería fuerte de Chad Smith y la voz de Anthony Kiedis.
A diferencia del disco anterior, en The Getaway John Klinghoffer brilla por su talento (como en Detroit) y balancea las otras individualides (como en el sencillo Dark Necessities).
Mientras Rubin era mucho más apartado, Burton se metió de lleno a escribir cinco de las canciones del disco. Una de ellas es Dreams of Samurai, la más larga y la que cierra el disco.
En esta canción entran teclados, sintetizadores que dan una textura nueva, al menos para el grupo, una que no choca con los coros pegajosos característicos de los Red Hot Chili Peppers.
Canciones como Sick Love, The Hunter y The Longest Way muestran una faceta menos explosiva del grupo.
Rolling Stone, Pitchfork y Consequence of Sound coinciden en que la música del grupo suena menos a una banda de fiesteros y más a la de un grupo de veteranos de la música, pero las letras del disco continúan siendo los sinsentidos que les encantan a los seguidores del grupo.
Si el objetivo era hacer música más seria sin perder su encanto, The Getaway dejó muy bien parados a los Peppers.