La desesperación por ver a Ricky Martin y Maluma en una posición más privilegiada llevó a unas chicas hasta a echarle piropos algo pasados de tono a un guarda de seguridad, cuyo cabello con trenzas hacía que fuera fácil de identificar para ellas. Cada vez que pasaba cerca, lo llamaban mientras que él cordialmente se dejaba coquetear...
La noche de este miércoles, en el Centro de Eventos Pedregal, en Belén, las emociones llegaron al límite con la presentación de estos dos artistas en una noche que prometía baile y adrenalina al máximo.
Las muchachas, que estaban ubicadas en el área preferencial hasta se ofrecieron a arreglarle los dreads al guarda con tal de que las ayudara a pasar al sector Super Fan; sin embargo, no pudo ser.
Lo bueno para ellas fue que esa área estaba relativamente vacía y desde su lugar podían apreciar bien a los artistas. Sus gritos alcanzaron varios decibeles cuando, a las 7:55 p.m., se apagaron las luces y se escuchó de fondo el tema Convite para vida, de Antonio Pinto y Ed Cortez... segundos después el ritmo de Mr. Put It Down dejó saber que la primera entrega del boricua Ricky Martin iba a desatar locura.
Como si fuera a solicitud de un público que esperó paciente durante varias horas, Ricky entró ataviado con un traje entero de color negro, camisa blanca y corbata (que le duraron poco) y con los tacos de frente ya que presentó algunas de las canciones más enérgicas de su repertorio: Come to me, Drop It On Me y Shake Your Bon-Bon, fueron tal vez 15 minutos que bastaron para que el sudor se adueñara del cuerpo del puertorriqueño y también del de sus fans.
Después de esta descarga eléctrica, Martin bajó un poco las revoluciones, le habló a la concurrencia y les pidió que dejaran afuera del recinto los problemas sentimentales, los de familia, los del trabajo y la escuela y que, por favor, la pasaran bien. Así lo hacían los miles de seguidores del artista, quienes con sus gritos (a pesar de que el lugar no estaba lleno en su totalidad) eran ensordecedores.
Tal vez puso el toque romanticón, mientras las jóvenes coquetas no paraban de grabar con sus celulares la sensualidad de aquel hombre de 45 años, una sensualidad que mostró desde que puso un pie en la tarima hasta el final de su espectáculo, principalmente cuando contorneando su cuerpo bailó y cantó con una energía envidiable su éxito Livin la vida loca acompañado por un excelente grupo de bailarines.
Para ese momento ya había hecho cambio de tres camisas. ¡Vaya calor, en una noche que relativamente era de clima fresco! Y hablando de moda y de imponer pauta, cuando cantó It's Alright vistió elegantemente una falda de color negro, al igual que sus bailarines.
Algo más tranquilo, pero no por eso menos intenso, volvió a cambiarse de ropa y escogió colores claros para cantar Disparo al corazón, Asignatura pendiente y, como explicó, una de sus favoritas: Tu recuerdo. Ahí llegó una vez más esa sonrisa cautivadora y un beso seductor que conquistó a millennials, quienes solo conocen al Ricky reciente, no millennials, quienes lo vieron crecer, hombres y mujeres por igual. Nadie pudo resistirse.
Ricky no podía dejar por fuera aquellos temas que consolidaron su éxito y en agradecimiento al público que lo ha seguido desde sus comienzos hizo un homenaje con canciones como Fuego de noche nieve de día y Vuelve.
Uno de los momentos más esperados de la noche llegó a eso de las 9 p.m y cuando sonaron los acordes de Vente pa'ca, el público se emocionó al máximo esperando el dúo entre Ricky y Maluma, pero Martin tenía planeada otra cosa y cantó en solitario, eso sí, sus movimientos no decepcionaron para nada a la gente y por el contrario, se ganaron grandes aplausos.
Siempre coqueto y galán, Ricky dejó para el cierre una divertida interacción con la audiencia en Pedregal. A su ritmo dividió a la gente en dos sectores y los puso a bailar Por arriba, por abajo... ¡Qué buen momento! Fue cercano, entretenido y gracioso.
"Gracias por sus sonrisas, por sus miradas, por su pasión, por su entrega. Los quiero mucho, hasta la próxima", fueron las palabras con las cuales se despidió Ricky tras cantar a todo pulmón La copa de la vida. Pero había energía para más: La mordidita.
Al cierre de esta nota, los asistentes al concierto habían esperado a Maluma por 40 minutos.