Imagine un viejo casete, repleto de canciones que usted grabó de la radio; las más sonadas, las de siempre. Imagine haber guardado ese casete durante años, décadas quizás. Imagine, de pronto, tener a los dueños de las voces que sonaban en aquel viejo casete enfrente suyo, cantando todas aquellas canciones.
Durante una noche, el Anfiteatro Coca-Cola, de Parque Viva, fue un casete. El concierto Rock Pack, que se celebró el domingo 19 de noviembre, bien pudo haberse llamado Greatest Hits, porque eso fue lo que desfiló por el escenario: éxito tras éxito, tan añejos como inmortales.
El concierto reunió a varios exvocalistas de algunas de las bandas más memorables del rock ochentero. Frente a ellos, un público fiel coreó, saltó y bailó –y, durante buena parte del concierto, también se mantuvo sentado– canciones que, aunque escuchadas hasta la saciedad, todavía emocionan.
Nostalgia tica
La tónica la marcó el espectáculo de los AutenTicos del Rock: un compilado de cantantes de rock nacional que, digamos, ya hicieron su camino y ahora vuelven a él con una mezcla de nostalgia y emotividad.
Sobre el escenario, frente al micrófono, se pararon Roberto Ruiz, de Ferroque; Lucho Calavera, de El Parque y varios otros proyectos musicales; Mechas, de Kadeho; Marta Fonseca y Bernal Villegas, de Suite Doble; y Pato Barraza, de Inconsciente Colectivo.
Cada uno interpretó las canciones más previsibles de sus años mozos. No hubo sorpresas, pero no eran necesarias: el público las agradeció más de lo que hubiera disfrutado a cualquier banda de la escena actual de nuestro país, por lo tanto misión cumplida.
Al final del bloque criollo, todos los invitados subieron una vez más para cantar juntos Dime qué puedo hacer sin ti, de 50 al Norte.
Girl, you really got me goin'
De los artistas internacionales, el primero fue una sorpresa que no estaba asignada en el cartel inicial.
Wally Palmar, vocalista de The Romantics, enchufó su guitarra para desperezar al público que llenó a medias el Anfiteatro Coca-Cola.
Sonaron Talking in Your Sleep, You Really Got me Going y What I Like About You, que es como decir que el auditorio hubiera presenciado su primer flashback al programa Hola juventud.
El siguiente en escena fue Bill Champlin, exvocalista de Chicago, quien se sentó tras los teclados acompañado en coros por la cantante Tamara Champlin, su esposa, para cantar canciones que, hay que decirlo, no eran el plato más llamativo de la jornada para la mayoría del público.
Es comprensible: de las cinco legendarias bandas de rock que estuvieron representadas en el concierto por sus antiguos líderes, Chicago no solo es la menos conocida sino la que interpreta música menos pesada.
La gente, después de todo, quería rock. Y rock iban a recibir.
'Rockcito'
Comenzó con John Elefante, quien estuvo solo dos años al frente de Kansas que, aún así, acreditan su currículum para cantar clásicos como Dust in the Wind y Carry on my Wayward.
De seguido, fue el turno para el bloque más aplaudido y coreado de la noche, pero antes, un breve viaje en el tiempo:
En 1993, la banda Journey decidió acabar con un silencio de siete años e intentó reagrupar a sus miembros originales. Mas el cantante de la época dorada de la banda, Steve Perry, no estaba disponible, así que en su lugar los acompañó Kevin Chalfant; Chalfant lo hizo tan bien que fue invitado a formar parte de la banda, aunque fuera por unos meses nada más.
Si Kevin Chalfant impresionó a los miembros de Journey, hizo lo propio con los asistentes a Parque Viva. ¿Acaso alguien se quedó sin cantar y bailar durante Separte Ways, Any way you want it o Open arms? No, claro que no.
El final de la velada le correspondió a Bobby Kimball, exvocalista de Toto, quien también es uno de los organizadores de la gira Rock Pack, cuyas siguientes fechas serán en Ciudad de Panamá y en Miami.
Kimball disparó los principales éxitos de Toto exigiendo al máximo sus cuerdas vocales. Primero fueron Girl Good Bye y Africa. Luego, tras una breve introducción recordando épocas doradas de la banda, sonó Rosanna, durante la cual Kimball mantuvo su compostura pese a constantes fallos en su micrófono.
El final de su participación fue la legendaria Hold the Line, canción que, sin embargo, no marcó el cierre de la jornada. Quedaba una última sorpresa.
Tal como lo hicieron los nacionales al principio, los músicos extranjeros, las leyendas vivientes, se reunieron en el escenario no solo para recibir los aplausos del público sino para construir juntos la pieza final.
Imagine un viejo casete, lleno de éxitos de rock ochentero. ¿Acaso no terminaría también ese casete con Don’t Stop Believing?