El adolescente que vio florecer La Academia, allá por el 2004, se parece mucho al hombre de ahora: seducir al mundo con su música sigue siendo su gran delirio.
Carlos Rivera, cantante mexicano que en formato showcase se presentó esta noche en el Teatro Eugene O'Neill, pisó suelo tico por primera vez para seguir trascendiendo en su prometedora carrera. Ha soñado con "fascinar al mundo" y para eso tiene claro que debe cruzar fronteras.
Un teclado, una guitarra y su voz. Solo eso había en el escenario del pequeño teatro ubicado en Barrio Escalante. Con eso se lanzó Rivera a la caza de las fans ticas, midiendo el terreno para un posible concierto en el país.
Con Quedarme aquí, un Rivera cargado de energía y sentimiento comenzó su faena, la cual se extendería por unos 10 de sus principales temas.
Una jacket de cuero y unos jeans muy apretados le sirvieron para sacar los primeros suspiros de su público. Solo con ese detalle los cumplidos, algunos pasados de tono, comenzaron a llover desde temprano y no se detendrían en toda la velada. 300 jovenes gargantas, sobre todo femeninas, fueron las protagonistas de tal atrevimiento.
A ellas, Rivera les agradeció tal fervor.
"Gracias a todas. De verdad. Es la primera vez que vengo al país y estoy emocionado de ver como se pelearon en redes sociales por estar aquí. Solo espero que disfruten y gocen, esta noche es solo para ustedes y para mi. Esta es nuestra noche Costa Rica, esto será íntimo", expresó el cantante.
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Gracias a ti, una de sus baladas más sentidas, fue la segunda pieza de su repertorio. El antídoto perfecto para seguir enloqueciendo a una fanáticas sedientas de romanticismo.
El aforo entero nunca dejó de gritar y corear el tema, mientras Rivera les sonreía seductoramente.
"Saben una cosa, lo que yo siempre soñé como artista fue fascinar con mi música país por país. Hay una canción que lo logró eso y es la que sigue", expresó Rivera.
Fascinación se llama el tema. La misma que lo hizo salirse del protocolo y pasearse por primera vez por el ancho y largo del escenario. Algunos pasos y movimientos sensuales aderezaron el momento, demostrando que Rivera tiene claro lo que su publico quiere.
Entre pieza y pieza Rivera hacía un reflexión sobre la canción siguiente, una de las que más emocionó fue esta:
"Cuando escuchamos Costa Rica pensamos en colores. Las montañas, el azul del cielo, sus playas. Pues esta canción habla de eso. Ahora vamos a bailar, no importa que esten en el teatro, movámonos", invitó el artista.
Y así fue. Con Cielo azul comenzaron a sonar las palmas. Medio auditorio se puso de pie para seguir la pista de una coreografía pegajosa. Él guiaba, ellas respondían, y así todas felices.
Más aún hubo sonrisas cuando se Rivera se quitó la jacket, aduciendo que tenía calor.
Se quedó con una camisa pegada al cuerpo, denotando el tremendo cambio que ha tenido el cantante desde que conquistó La Academia, hace 13 años. Ya no es el chico delgado de Tlaxcala, Rivera luce musculoso y sin complejos.
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Con los temas Serás y Otras vidas Rivera continuó desperdigando su esencia romántica. No se detuvo de hacerlo, hasta que bajó revoluciones para contar una intimidad artística.
"Quiero decirles que con Yo creo (su disco más nuevo) pude expresar todo lo que yo soy como artista, como compositor. Pude sacar todo eso. Pero hay una canción en particular que hace eso, y que me describe tal como soy. La compuse una noche, de esas en la que el tema te agarra y no te suelta", confesó.
Rivera hablaba de Que lo nuestro se quede nuestro, su canción insignia. Quizá el tema más exitoso y escuchado de su carrera.
Que lo nuestro se quede nuestro llenó de nostalgia y sentimiento el teatro. Muchas soñaron estar ahí solo para corear ese tema y en ese instante estaban viviendo el momento.
Y como si eso no fuera suficiente Rivera complació con Solo tu, el tema más reconocido de su repertorio antes de que apareciera Que lo nuestro se quede nuestro en el camino.
Despidiéndose, no sin antes hacer a todas jurar que estarían en un hipotetico concierto masivo en el país, Rivera cantó ¿Cómo pagarte? y se retiró de las tablas.
El tradicional grito de "otra, otra", no se hizo esperar. Casi de inmediato Rivera regresó a escena complaciendo a un auditorio sediento de algo más.
Lo hizo con Lo digo, la pieza con que se vio mas suelto y relajado en el escenario.Esa fue su despedida.
Un "valio la pena", frase que se repite en el estribillo de esa última canción, fue al final el resumen de la jornada. Sus fans, quienes se pelearon en redes sociales por estar ahí, así lo testificaron con sus sonrisas al final del show.
Rivera, quien se guardó mucho de su material musical para un soñado concierto masivo, hizo con muy poco que sus fans quisieran algo más. Eso es muy bueno, puesto justo eso persigue el showcase, convertirse en algo así como la prueba de la verdad.