Vi completa Rompan todo, la comentadísima y debatidísima serie documental de Netflix sobre la historia del rock en español en Latinoamérica y sí, efectivamente tiene mucho para discutir. Lo primero, antes de entrar en materia, es lo básico: pedirles que la vean, que son más los motivos para aplaudirla que para criticarla. A mí me gustó, al punto de forzarme a ver varios episodios de madrugada en un extenuante y satisfactorio ejercicio de binge watching que Netflix no me daba hace buen rato.
Todo lo que he leído de entendidos amigos y melómanos es cierto: es una visión muy argentina y mexicana; los artistas ligados a Gustavo Santaolalla (productor ejecutivo de la serie) son más destacados que otros; Centroamérica y el Caribe son ignorados por completo; las mujeres roqueras tienen una muy pequeña presencia; hay nombres como Maná, La Ley y Calle 13 que generan incomodidad, y bueno, podríamos seguir. Todo eso es cierto, y los productores bien pueden tener una explicación válida para cada punto: Argentina y México han sido, por mucho, los dos grandes centros creativos musicales de Latinoamérica en los últimos 50 años y de ahí salió la mayoría del rock en español que consumía nuestra región; Santaolalla, nos guste o no, tuvo un rol vital en el éxito de bandas y solistas indispensables (Maldita Vecindad, Café Tacvba, Molotov, Julieta Venegas, Juanes...), y, más allá de gustos, cuestionar los alcances y aportes de actos indiscutiblemente populares como Maná, La Ley y Calle 13 es una necedad. Y en cuanto a Centroamérica, es claro que las bandas del istmo no lograron, aún al día de hoy, posicionarse en ligas de consumo masivo continental, por lo que, aunque nos duela, tiene lógica su exclusión dentro de una serie que apenas araña la superficie de la profunda historia del rock latinoamericano, quedándose en los grandes nombres de los principales mercados. Finalmente, la observación sobre la falta de artistas femeninas es innegable y, lamentablemente, inevitable: el rock, al menos en sus primeras décadas, tuvo entre sus principales exponentes, casi que en exclusiva, a hombres, aún cuando sí hubo mujeres haciendo música al mismo tiempo: ese desbalance se repite sin excepción en todos los mercados, y no es sino hasta en los años 80 en que las mujeres creadoras e intérpretes empiezan a figurar más en la escena roquera (este es tema para un análisis más profundo, sin duda).
Aún con todo lo anterior, Rompan todo cumple con un objetivo que suena a quijotada: resumir en seis horas los principales hitos del rock en español en Latinoamérica, desde la época de las bandas adolescentes que versionaban los éxitos rocanroleros de los pioneros del rock a finales de los años 50, hasta la fusión del reggaetón y otros géneros urbanos con el rock más reciente. Ahora bien, como todo en la vida, la serie documental tiene enormes oportunidades de mejora y por eso es necesario señalar lo ideal hubiera sido que en vez de embutir tantísimo material en tan poco espacio (lo que implicó que, por ejemplo, a Enanitos Verdes no se le dedique más de un minuto), los productores hubiesen ambicionado algo más complejo, que abarcara al menos tres temporadas, y que habría permitido un repaso más pausado por actores claves, dedicando una temporada a cada década. En esto el mejor ejemplo es Hip-Hop Evolution, serie exquisita también disponible en Netflix y que a lo largo de cuatro temporadas ha ido examinando los orígenes del rap en Estados Unidos, sin prisa y con buena letra.
Esa acongojante premura con la que se desarrolla Rompan todo, implicó que se presenten errores imposibles de disimular:
- Andrés Calamaro cuenta en la serie solo por lo que hizo con Los Rodríguez. De su indispensable carrera como solista no se habla nada.
- Enanitos Verdes debe ser una de las bandas de rock en español más populares y exitosas de todos los tiempos. Aún así, no hay entrevista a Marciano Cantero y de su banda solo se escucha La muralla verde (pero sí nos recetaron música del proyecto new wave en inglés de Santaolalla que poco importa o aporta).
- No es artista de mi devoción, pero la ausencia absoluta de Alejandra Guzmán no tiene explicación. A ella se le escuchaba en los 90′s por igual en las emisoras de pop como en las de rock y no reconocer su faceta de roquera exitosísima es un absurdo.
- Julieta Venegas empezó a hacer nombre desde mucho antes del giro que dio al sonido pop más accesible de sus discos Sí y Limón y sal. Sin embargo, de sus dos primeros y vanguardistas discos solistas no se dice nada en la serie.
- La serie hace bien en destacar la influencia que en nuestro continente tuvieron bandas españolas como Radio Futura, Toreros Muertos y Nacha Pop. Sin embargo, peca en ignorar por completo a los dos grupos de rock españoles que más peso tuvieron en el mercado latino: Hombres G en los años 80 y Héroes del Silencio en la década de los 90.
- Rompan todo incurre en simplezas que son difíciles de explicar: los Fabulosos Cadillacs se resumen a Matador; Fito Páez al parecer se quedó pegado en El amor después del amor (nada se dice de Circo Beat, su disco más exitoso); y muchos otros artistas son presentados como si toda su compleja y rica trayectoria se pudiera resumir en una única canción, como sucede con Fobia o Molotov.
- Todo el mundo ha coincidido en que con Caifanes pasó algo raro. Sea porque Saúl Hernández no quiso participar de la serie o porque la pandemia impidió entrevistarlo (he leído ambas versiones), lo cierto es que la banda más importante del rock mexicano de los 90s es disminuida en la narrativa a haber dado el salto con La Negra Tomasa, sin luego mencionar lo hecho con El silencio y El nervio del volcán, dos de los álbumes indispensables del rock latinoamericano de todos los tiempos.
- Ausencias notorias hay muchas: a El Gran Silencio se le redujo a una aparición en fotografía; de Jumbo no se dice mayor cosa, ni de Ely Guerra, Aleks Syntek, o Los Auténticos Decadentes, La Gusana Ciega, Pedro Suárez-Vértiz, Panteón Rococó, Doctor Krápula, Moenia, Los Amigos Invisibles, Kinky, ... Es entendible que algunos de ellos quedaran por fuera, ¿pero todos?
- El reggae en español es ignorado olímpicamente. Vemos, por ejemplo, que a Bahiano de Los Pericos se le entrevista para que hable de otros pero nunca de su banda, y ni pensar en menciones, por lo menos, de Godwana, Cultura Profética, Los Cafres o Non Palidece, por solo nombrar a los más grandes e ineludibles. Este patrón se repite con otros géneros derivados del rock pero se que apartan de la forma “clásica” y comercial, como son el punk y el metal, invisibilizados por completo. El rock latinoamericano se ha construido no solo sobre los hombros de Charly García, sino también de Ataque 77, Narcosis, Cuca, A.N.I.M.A.L., Resorte...
Un continente, pocos países
El equipo detrás de Rompan todo es argentino, y eso ya da una visión particular, formada a partir de sus experiencias y vivencias. Como ya tanto se ha dicho, son Argentina y México los dos grandes protagonistas de la serie, muy a tono con el mercado musical latinoamericano que por décadas impulsaron las discográficas; en un segundo plano aparecen Colombia y Chile, y en tercera instancia Perú y Uruguay... y ya.
Antes de reclamar la exclusión de Centroamérica de la narrativa, primero me llama la atención que se hiciera lo mismo con mercados musicalmente más desarrollados, como Venezuela. Igual omisión sucede con el Caribe, a pesar de larga tradición de rock cubana (¿Carlos Varela, alguien? ¿Si está Calle 13, por qué no Orishas?).
Ahora bien, antes de lanzar la protesta porque algún centroamericano no fue incluido, primero seamos sinceros y admitamos que nosotros tampoco somos capaces de nombrar muchos grupos de rock de Paraguay, Bolivia o Ecuador. Pues bien, lo mismo pasa en Buenos Aires o el DF cuando les preguntan por rock de Centroamérica. Desde Costa Rica nos resulta evidente que la guatemalteca Alux Nahual debió ser parte de Rompan todo pero en el cono sur es probable que no se vea igual. Del istmo la banda de rock que mayor proyección mediática y comercial ha logrado en el resto del continente son los panameños Los Rabanes, y ni a ellos se les tomó en cuenta.
Y bueno, delimitar el documental a rock latinoamericano “en español” salvó el gran embrollo que sería el rock brasileño, tan grande como la vida misma y que bien merece su serie aparte (si la hacen los mismos de fijo sería solo “en portugués” para dejar por fuera a Sepultura).
¿Y las mujeres?
Rompan todo tiene la oportunidad de volver más adelante con una producción aparte que aborde con más rigor el aporte de las mujeres al rock latinoamericano. Aunque Mon Laferte aparece en muchos artes promocionales de la serie y es una de las entrevistadas, lo cierto es que de la cantautora chilena no se dice mayor cosa (no se incluyó ninguna de sus canciones), y eso se puede extender a casi cualquier otra voz o ejecutante femenina, con la excepción quizás de Andrea Echeverri. Y bueno, ya vimos la simpleza con la que se trató la obra de Julieta Venegas.
Más allá del rock
El equipo detrás de la serie documental procuró que su línea siguiera el manual del ‘rock’, por lo que hubo demasiada cautela en meterse con otros géneros musicales, aún cuando estos sí han marchado de la mano con el rock y es común que se entrecrucen, como es natural en la música. La música de cantautor/trova/nueva canción se aborda por encima, aún cuando Charly, León y Fito, por mencionar algunos, han ido y venido de ella sin problema, o cómo muchos de los roqueros ahí incluidos han hecho mancuerna con trovadores cubanos o cantautores españoles tipo Sabina o Serrat. Igual se margina cualquier cruce con ritmos tropicales, como la salsa, a pesar de la evidente influencia que alguien como Rubén Blades ha tenido en actos como los Cadillacs, Maná y Calle 13.
En cuanto al pop rock, Rompan todo no sabe bien cómo masticarlo. A Juanes se le da espacio para que hable de Ekhymosis pero no de su etapa solista, que sigue siendo rock; y Andrea Echeverri se burla de su compañero Héctor Buitrago cuando él menciona a Shakira, aunque es innegable que la megaestrella colombiana ha tendido puentes entre el rock y el pop muy sólidos (por algo Gustavo Cerati trabajó tanto con ella).
El padre, el hijo y el espíritu
Según la producción, en Latinoamérica hay una santísima trinidad roquera cuya influencia cobija casi todo: Charly García, Gustavo Cerati y Gustavo Santaolalla. Son estos tres los artistas que más presencia y aportes tienen en el playlist derivado de Rompan todo. Yo, como todos ustedes, amo a Cerati pero hubiese cedido solo un poquito del amplio tiempo que se le asigna para, a lo mejor, hablar más de los Cadillacs.
El gran acierto: contexto
Uno de los aspectos en los que la serie se luce es en explicar el rock en el contexto de los hechos históricos que afectaron a los países latinoamericanos en la segunda mitad del siglo XX. Los músicos nos hablan de lo que implicó en su arte el peronismo, la matanza de Tlatelolco, la dictadura de Pinochet, el terremoto de Ciudad de México, la guerra de las Malvinas, la violencia de los carteles de la droga colombianos, el gobierno de Carlos Salinas, el TLC norteamericano, la caída de los regímenes militares, el estallido zapatista, la crisis económica sudamericana e incluso el incendio de la discoteca República Cromañón, en Buenos Aires. Este rasgo es el más didáctico de la serie y se le agradece.
Tremendo trabajo de entrevistas
Es innegable que en Rompan todo falta gente pero aún así la cantidad de músicos entrevistados es impresionante: casi un centenar de artistas fueron visitados por las cámaras de la serie y eso vale, y mucho. El valor testimonial que tiene este material es inmenso, máxime porque pronto empezará a darse la natural desaparición de los referentes de la escena roquera de los años 60 y 70.
Entre los entrevistados hay que reconocer que algunos músicos, además, resultaron ser grandes estudiosos e historiadores del movimiento. Resaltan los aportes de figuras como Cachorro López y Humberto Calderón, ambos enciclopédicos como pocos.
Al final, vuelvo a lo que dije al inicio: mi recomendación es ver Rompan todo y reconocerle que tiene más a favor que en contra. Esperemos que a partir de los datos de consumo de la serie, Netflix se anime a financiar más producciones que rescaten la historia de la música latinoamericana.
Y si llegaron hasta acá, pues gracias. Les dejo un playlist que creo está más completo que el “oficial” de Netflix, con todas las canciones que sonaron en la serie.