Reguetón, flamenco, jazz, bachata, balada... Rosalía no se anduvo por las ramas y mucho menos por las fronteras de los géneros musicales. Su nuevo disco Motomami no se puede encasillar, ella no lo quiso así y así fue como lo grabó: sin respeto alguno por los límites. Jugó no solo con las emociones, sino también con los sonidos. La española presenta en su tercer álbum de estudio un viaje de fusiones tan sabroso como vanguardista.
La española habla suave y de manera pausada, es cálida y cordial en la entrevista, sonríe de manera sincera y hasta se sonroja cuando recibe un comentario positivo sobre su nueva producción discográfica. La Rosalía de la entrevista dista mucho de la imagen que presenta en Motomami, en el que su voz no solo hila todo el disco, sino que lleva su instrumento principal por nuevos caminos gracias al estilo urbano y hasta a la palabra hablada.
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El álbum se publicó este viernes 18 de marzo en plataformas digitales. Meses antes del lanzamiento oficial varios sencillos dieron una idea de que Motomami iba a ser una descarga de sonidos, letras, introspección, historias personales y exploración de ritmos. Desde La Fama, pasando por Saoko, Chicken Teriyaki y su último promocional Hentai, la cantautora expresó la fuerza con la que venía el larga duración; pero escucharlo completo, en el orden en el que fue planeado termina de amarrar precisamente ese concepto disruptivo con el que le da un gancho directo al hígado del mainstream, o al menos a la noción que tenemos de este concepto.
La española habló con Viva vía Zoom sobre su nueva producción. En la charla explicó detalles de su inspiración y de la intención de Motomami, así como de las ganas que tiene de venir a Costa Rica a cantarles a sus fans.
-Está experimentando mucho en el disco y abriéndose a muchas oportunidades, ¿qué la llevó a todo esto?
-Yo creo que siempre, como músico, me lo tomo así, antes de entrar al estudio es la intención. El hecho de haber estado viajando tanto, de haber hecho este disco entre Nueva York, Puerto Rico, República Dominicana, Barcelona y Miami ha hecho que al final este disco tenga unas influencias distintas de los discos que había hecho antes, cuando había estado solo en Barcelona. Entonces creo que es bonito dejar que los lugares en los que uno ha estado impregnen la música de ellos.
-No hay un sólo género, Motomami está con bolero, con bachata, con jazz, con lo urbano, ¿cómo lograr que todos esos sonidos converjan en un solo disco?
-La verdad es que ha habido tres años de dedicación. Es una cosa que yo he tenido la ilusión de terminar y compartir mucho antes, pero han sido tres años que me han tomado hacer este proyecto. Tiene mucho mimo, mucho componer, producir, dedicarle muchas horas al estudio y de realmente intentar encontrar la forma de que Motomami fuera redondo. Muchas horas intentando que hubiera mucho material autobiográfico, escribiendo de un lugar muy subjetivo e intentando contar desde vivencias personales que es algo que antes no había hecho.
-Dice que se abre con experiencias personales, ¿fue difícil contarle al mundo sus experiencias?
-Pienso que no hay otra forma si uno quiere hacer música desde un lugar honesto. Concretamente, para mí, no habría otra forma, porque en mi vida hubo un cambio tan radical de no estar expuesta a de golpe estarlo, de estar tocando delante de muchísimas personas y compartir con muchísimas personas cuando antes no lo hacía. Hay una serie de cosas en mi vida, en mi contexto, que cambiaron radicalmente. Entonces yo pensaba que la música que podía hacer de corazón, en este momento, era justo esta, hablando y reflexionando sobre estar expuesta, reflexionando sobre el desamor que puede darse, así como la transformación, la espiritualidad o la sexualidad. Hay muchas temáticas que están presentes a lo largo del proyecto.
-Al final de cuentas el público también se puede identificar...
-Son vivencias, yo creo que a todos, de alguna manera, como que el cambio o la transformación nos toca. El desamor, el amor, es algo que a todos de alguna forma u otra nos toca, es algo que forma parte de la experiencia humana. De alguna manera, en este proyecto, yo quería hacer algo que fuera más de diario personal en mi intento de eso, de hablar de esas experiencias, de esas vivencias.
-¿Cómo fue el proceso para que la voz amarrara al disco como un hilo conductor?
-Estoy 100% de acuerdo. Pienso que la voz es el instrumento principal, es un hilo conductor a lo largo del proyecto de la misma manera que la forma en la que están hechas las letras. Hay una intención detrás y un tono a lo largo de todo el proyecto, hay cabida para el sentido del humor, hay una paleta a nivel sonoro a la que me he comprometido que hace que sea de esta manera y lo hilvane (...) Siempre he escuchado el rap y a artistas rapear, me ha encantado Lil’ Kim, Tupac o Tego Calderón, que es una gran inspiración para mí y pensaba por qué no expresarme desde ahí, que es una música que siempre he disfrutado.
”Entonces, pensaba que intentaba usar mi voz sin limitarla, no solo como en El mal querer, que cantaba y eso funcionó, no. O sea, seguiré cantando pero también usaré mi voz de algunas maneras que no sean a lo que estoy acostumbrada o que la gente no está acostumbrada a oírme de esa manera.
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-En el disco usted juega mucho con las emociones...
-Realmente esa era la intención de que haya esa sensación frenética de no sé qué va a venir después y ¡madre mía! me lleva por aquí, por allá. Esa es la sensación de cuando yo estaba trabajando en este proyecto, las sensaciones que estaba viviendo eran constantemente: ahora pa’aquí y ahora pa’llá; cada día una sorpresa. Entonces claro, era intentar que el oyente viviera ese viaje, que tuviera esa sensación.
-¿Hay planes para venir a Costa Rica?
-Quiero ir, me gustaría mucho. Ojalá que dentro de este año o en los próximos meses pueda estar ahí, me gustaría mucho.