La conexión que tiene Rozalén con Costa Rica es especial y única. Para la cantante española, el país lo tiene todo: la gente, la naturaleza, la comida y un público fiel... muy fiel. De hecho, cuando surgió la oportunidad de presentar varios shows en Latinoamérica, se decidió que el primero sería en el país.
“Me han pasado cosas muy bonitas en este país”, confesó la intérprete, de 36 años.
Sollozando y al borde de las lágrimas, la cantante arribó al escenario del Teatro Popular Melico Salazar la noche de este domingo 2 de octubre. Lo hizo pasadas las 7 p. m., interpretando el tema Este tren.
Cuando tomó su micrófono, que tenía varias rosas rojas a su alrededor, Rozalén explicó por qué resultaba tan emotivo presentarse en Costa Rica. La primera razón tuvo que ver con su banda (compuesta por seis integrantes), la cual nunca se había presentado completa en Latinoamérica.
Lo segundo que celebró Rozalén es que ese estreno musical estaba ocurriendo en Costa Rica, el país del que se enamoró y al que ha viajado en dos ocasiones simplemente por placer, por descubrir cada rincón del territorio tico.
Al ver tanta emoción reflejada en su rostro, su público comenzó a gritar y aplaudir, como queriendo levantarse de sus asientos y subir al escenario a darle un abrazo a la española.
“Parece increíble que la gente nos dé tanto cariño a tantos kilómetros de distancia”, dijo ella, quien adelantaba que su show sería una montaña rusa y que el público necesitaría “Klenex y zapatillas para bailar”.
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Y así comenzó el concierto. Dragón rojo fue el segundo tema del repertorio, que estuvo acompañado toda la noche por la intérprete de lenguaje de señas, Beatriz Romero, quien al lado de la artista bailó y cantó por igual. Ella también fue parte del show y el público en el recinto ovacionó su trabajo.
Y es que hay que decirlo: el público de Rozalén demostró su profunda admiración hacia la artista de principio a fin. De hecho, ante tantos piropos -como “Te amo” y “Diosa”-, la española soltó una risa y solo pudo reaccionar diciendo: “Cuando tenga el autoestima bajito me vengo para acá”.
De inmediato se colocó la guitarra, hizo señas a su banda y comenzó a sonar A tu vida, mientras se balanceaba de un lado al otro. El tema no había terminado y ya Rozalén se había quitado el instrumento de encima, preparándose para lo que seguía. En la pantalla, ubicada detrás de la artista, se comenzaron a proyectar imágenes en blanco y negro de personas intentando cruzar muros, lo que anunciaba que el siguiente tema era La línea.
Este es un homenaje a los refugiados y aquellas personas que huyen de su país buscando una mejor vida, pues como dice Rozalén: “Nadie se va de su país por gusto”.
Y de seguido, la intérprete comenzó a cantar Justo, un tema que la española compuso para honrar la memoria de su tío abuelo, quien desapareció durante la guerra civil española.
“A través de esta canción, mi familia y yo encontramos la fosa común donde estaban los restos de él y mi abuelita le pudo llevar flores. Esta es una canción que no voy a dejar de cantar nunca”, confesó a sus fans ticos. De hecho, ese es el motivo por el que la artista coloca el par de rosas rojas alrededor de su micrófono.
Tras el emotivo momento, Rozalén se colocó una vez más su guitarra para interpretar un pedacito de varias de sus canciones, que quedaron fuera de su show.
“Esto no lo he hecho nunca, voy a ver qué pasa”, dijo. Y cuando se disponía a cantar, se cayeron las partituras que ya tenía colocadas en el atril. “Estoy muy nerviosa”, aseguró entre risas, mientras la intérprete de lesco corría a levantar y acomodar de nuevo las hojas.
La Maza, canción original de Silvio Rodríguez, continuó en el espectáculo, como homenaje a uno de sus intérpretes favoritos. Con esta canción, la española fue enfática que cerraba la primera parte del concierto.
Una fiesta
De repente, luces de tonalidades fucsias y verdes llenaron de color el Teatro Popular Melico Salazar, dando paso a Que no, que no. El tema de cumbia, que interpreta junto a La Sonora Santanera, fue el que inició la fiesta de la segunda parte de su show.
Yo no renuncio, Vivir, El día que yo me muera y su tema con Mon Laferte, Amiga, continuaron en el intenso repertorio, en el que no había descanso.
Hasta esta parte del concierto era difícil definir cuál era el tema más coreado, bailado y aplaudido: todos eran aclamados por igual. Su público realmente estaba disfrutando el espectáculo.
Y es que ¿cómo no disfrutarlo?, Rozalén es un espectáculo completo y el escenario simplemente se hace demasiado pequeño para ella. Junto a su intérprete de lesco, la cantante bailaba, brincaba, vacilaba y corría de un lado a otro para interactuar con sus músicos cada vez que podía.
Pero los seis integrantes de la banda no se quedaban atrás y, a la mínima oportunidad, se unían a la fiesta que ya tenía montada la artista. Un verdadero show; un espectáculo en el que era prohibido aburrirse.
Previo a interpretar Vuelves, la cantante de oriunda de Albacete, España, hizo una pausa en su espectáculo para contarle a su fanáticos que este domingo, previo al concierto, cumplió uno de sus anhelos: uno de sus ídolos es tico y estaba dentro del recinto viendo su espectáculo.
“Hoy he cumplido el sueño de conocer a Luis Gabelo Conejo. Ahora yo voy a llegar como una reina a mi pueblo, porque he conocido a uno de mis ídolos”, afirmó, mientras el exportero nacional -quien jugó en el Club Albacete-, disfrutaba junto a su familia entre las butacas aquel concierto.
Y busqué y Girasoles pusieron al teatro en pleno de pie, que a gritos pedía a la artista que no se fuera. Complaciendo a sus seguidores, ella salió a escena para cantar Agarrarte a la vida, un tema que se refiere al suicidio.
“Es una canción que habla de algo a lo que le hemos dado la espalda. Nuestra cabeza y nuestras emociones son la base de todo y tenemos que cuidarlo. Es un tema fuerte”, dijo ella, mientras el público prestaba total atención a la canción.
Minutos después, bajó del escenario al ritmo de Puerta violeta, Rozalén recorrió la parte central del recinto mientras cantaba, se tomaba fotos, recibía regalos, abrazos y mensajes de sus fans ticos.
Tras dos horas de concierto, la cantante se fue del escenario con El paso del tiempo, mientras la fanaticada la despedía como al principio del recital: la gente bailando y ella, acostada sobre el piso, soltando una que otra lágrima.