En abril del 2019 la cantante española Rozalén se fue emocionada, pero sobre todo asombrada de Costa Rica. En esa ocasión, la artista se presentó en concierto por primera vez en el país, sin imaginar que iba a abarrotar el lugar en el que cantó.
La impresión que tuvo fue tan positiva que la cantautora se propuso volver a suelo tico, con la firme intención de compartir las canciones de amor y de corte social que la han caracterizado a lo largo de su carrera.
La española cumplirá su deseo en octubre de este 2022. Vendrá con su banda completa para presentarse en el Teatro Melico Salazar, según confirmó la propia Rozalén en entrevista con Viva.
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Con la única intención de contarle a sus fans sobre su ansiado retorno, Rozalén realizó una visita fugaz a Costa Rica. Sin embargo, durante su paso por el país, la cantautora vivió una experiencia que considera única: durante dos de los conciertos que el uruguayo Jorge Drexler ofreció en el Melico Salazar, ella fue invitada por su colega a cantar junto a él.
“Estaba recién aterrizada, de cuerpo, pero la cabeza no; y Jorge me sacó a cantar. Fue algo espontáneo, pero me ocasionó un gran susto, porque no entiendo cómo me salió la voz si estaba temblando por completo”, recordó emocionada la artista. Junto a Drexler, ese día Rozalén interpretó el tema Soledad.
Después de la sorpresa, la artista recibió a varios medios de comunicación en el hotel San José Palacio, donde conversó sobre su próximo concierto en suelo tico. Además, aprovechó para dar más detalles sobre su carrera, su música y su vida personal. Sobre esto último, por ejemplo, Rozalén habló sobre sus sentimientos tras la reciente partida de su padre, Cristóbal Rozalén, quien falleció hace unas tres semanas.
-¿Qué la motivó para volver a cantarle a Costa Rica?
¡Madre mía! La primera vez me impactó mucho porque vino mucha gente a vernos y para ser una primera vez, me llamó la atención. Siempre pienso en lo que me costó llenar un recinto así (como el Jazz Café) en Madrid, tardé varios años en ese proceso que fue a fuego lento y, llegar a un país y, que te reconozcan en algunos sitios, fue una gran sorpresa. Claro que me picaron, porque vine a cantar y cuando me fui tenía mucha ilusión de volver. Al año siguiente vine con mi pareja a pasear, nos pillamos un coche y recorrimos todo el país; terminé de enamorarme de Costa Rica profundamente, quien no se enamora de Costa Rica es porque no tiene sentido de belleza.
-¿Cuándo será entonces el próximo concierto y qué presentará?
-Vamos a venir en octubre con toda la banda y la mayor de mis ilusiones. Soy poco ambiciosa en el sentido de que me encantaría cantar toda la vida, pero no me importa que sea en sitios pequeños, nunca he pensado en cantar en el lugar más grande, solo quiero que nunca me falten las canciones. Pero en lo que sí soy ambiciosa es en el escenario, porque somos ocho en un show muy llamativo, divertido, emocionante y terapéutico. Me emociona mucho traerlos a todos porque es el primer concierto de este tamaño en Latinoamérica.
-¿Cómo será el desarrollo del espectáculo en vivo?
-Estamos Bea (Beatriz Romero intérprete de lenguaje de señas con la que siempre se presenta) y yo adelante. Atrás hay tres guitarras, tenemos tantas porque el concierto tiene diferentes ambientes que son los de las canciones que hay en el nuevo disco, que van con ritmos africanos, latinos, dance y sonidos electrónicos. Hay un tecladista-acordeonista, una batería y un bajo; los guitarristas también llevan diferentes percusiones. Tenemos mucha instrumentación porque los discos son muy eclécticos.
“Yo estudié psicología y me parece muy terapéutico lo que estamos haciendo, porque en el concierto hay una primera parte que es reivindicativa, que es para soltar lo que tenemos adentro. Estamos viviendo momentos muy complicados y creo que es importante vaciarte primero y luego irte con muchas ganas de vivir, bailar, reír, cantar”.
-¿Qué ventaja sobre el escenario le dan todas las fusiones de géneros y sonidos que hay en su música?
-Me parece que es muy divertido el espectáculo, se te pasa pronto aunque sean dos horas y pico. A la mayoría de gente se le va volando porque si todo es en una línea muy parecida quizás sea un poco pesado. Durante todo el show estamos subiendo y bajando las emociones, me gusta jugar con eso. En una canción se te van a caer las lágrimas y después digo algo divertido para que nos relajemos.
-Le saca entonces mucho provecho a su experiencia en psicología y también en musicoterapia...
-Sí. Mi trabajo va ligado a mis dos vocaciones que son la psicología social y la musicoterapia. La música es mi primera pasión y si me la quitaran sería como si me faltara el aire que respiro, así que cada vez me doy cuenta de que uso la psicología y la terapia para hacer canciones no solo por la temática sino por lo que provoca en mi componer.
-¿Cuánta responsabilidad tiene un artista en levantar la voz para expresar lo que muchos quieren decir?
-Para mí es básico. El mensaje y los artistas que a mí me gustan siempre tienen un trasfondo y se mojan a la hora de opinar y decir cosas. Además, esto se puede hacer desde un camino cariñoso y respetuoso. Lo veo en cantautores como Violeta Parra, Víctor Jara, Silvio Rodríguez o Residente, también lo veo en el rap y el rock, que tienen mucha reinvindicación detrás. Sin embargo también me gusta la música más ligera, porque para todo hay tiempo y si estás divirtiéndote hay que relajarse, bailar y no pensar en nada.
”Pero para mí el mensaje es básico, siempre digo que me gustaría hacer canciones que ayuden a vivir a la gente. Por supuesto que escribo canciones de amor, sobre todo cuando me dejan, pero me preocupa mucho lo que pasa en la sociedad. Sí es una responsabilidad, a veces es una obligación. Si estoy viendo algo que no me parece justo y no lo digo, me parece que estoy siendo partícipe y no duermo tranquila.
-Su música es inclusiva, siempre la acompaña una especialista en lenguaje de señas, ¿por qué la necesidad de hacer esto?
-Me parece que la lengua de signos es una de las más bellas de todas, porque aunque en cada país es diferente es más fácil entenderse en lengua de signos que en la oral. Bea prepara cada canción durante meses, interpreta el concierto de arriba a abajo y hace guiños a los lenguajes de cada país.
”En el camino te das cuenta de que hace falta hacer mucho por la inclusión. Nos queda mucho camino por hacer”.
-¿Qué queda en Rozalén de la niña que empezó cantando en una rondalla?
-Hay algo todavía, sí creo que el punto inocente lo tengo, a pesar de que la vida te de golpes. Sigo siendo una persona muy utópica que creo que el mundo vale la pena y las personas también. En cada cosa que hago prometo que es con toda la honestidad y el alma que puedo.
-¿Cómo pasó la pandemia?
-Ha sido duro, en este viaje llevamos casi tres años sin poder venir. Llevábamos tanto tiempo sembrando e ilusionándonos por hacer familia en diferentes países y de repente viene una pandemia y detiene todo, es duro. Cuando venía para acá se me caían las lágrimas haciendo las maletas, porque siento que es empezar de cero.
-¿Y qué ha cambiado con la pandemia?
-Algo ha cambiado, en el sentido de que cuando subes a un escenario, si antes te parecía especial, ahora más que nunca piensas que es el primer y el último concierto. Para el público también se nota, porque al principio, con la contención, había muchas ganas de salir, pero ahora notas más las ganas que tienen de llorar, de reír y de que les pasen cosas. Psicológicamente ha pegado mucho y conforme se relaja todo necesitamos más de la cultura y el arte, porque son el alimento para el alma, si nos arrebatan eso estamos muertos por dentro.
-Su padre falleció recientemente, ¿cómo ha sido el proceso después de la pérdida?
-Estoy llorando todo el rato. La vida me puso muchas pruebas. Lo enterré un jueves y a los cuatro días tuve que cantar frente a Serrat, Sabina, Miguel Ríos, el presidente de España, Víctor Manuel y Ana Belén. Ese día canté Aquellas pequeñas cosas, cada frase me reventaba por dentro. Un día antes de eso canté en el Teatro Real, en Madrid, frente a los reyes. Canté con todo el cuerpo, pero me ha costado mucho porque sentí que se me había encogido todo, aún me dura el susto en el cuerpo. Pero una de las cosas que mi padre siempre me dijo es que yo no tenía que descansar, porque le hago bien a la gente, entonces que mi descanso tenía que ser con las canciones.
-La historia de amor de sus papás es muy singular. Él era sacerdote, pero se enamoró y lo dejó todo. ¿Qué le han enseñado sus papás?
-Mis padres me han enseñado tantas cosas. Yo creo en el amor porque tengo una historia muy potente en mi casa, mi padre era un sacerdote secularizado. Esa era su vocación; pero se enamoró de mi madre en los años 70 en un pueblo pequeño. Fue muy duro, porque tuvieron que tomar decisiones, además eran tiempos mucho más lentos que ahora.