En un concierto reciente en Amón Solar, organizado por Colapso., Seka tocó entre las primeras canciones No vuelvo más, un clásico en su repertorio. “Por eso a mi escuela / no vuelvo nunca más / nos encierran en una jaula de metal / y nunca nos enseñan a opinar”, se oyó cantando al público en un poderoso coro.
En el recinto josefino cantaban tres generaciones: los que hace rato salieron de la escuela o la universidad; los que recién salimos y los que aún cuentan los días en lecciones.
Seka tiene 20 años en los escenarios y eso se nota en sus conciertos, donde la experiencia de una banda madura se junta con el espíritu rebelde de quienes han luchado por mantener a flote un grupo por tanto tiempo.
Ejes. En medio de este aniversario, el grupo publicó Victoria, un álbum de seis canciones, el sétimo material en su carrera. Que el primer sencillo y el álbum lleven el nombre Victoria puede interpretarse como una celebración, un grito de júbilo por dos décadas de historia.
“Tuvimos una época de niño confundido y uno que trataba de ver si existía realmente. Después una época de adolescente contestatario, que iba en contra de todo y luego una etapa juvenil más productiva. Ahora siento que es una etapa con mayor serenidad”, explica Alejandro Imbach.
Imbach (bajo, teclados, coros) y Esteban Rodríguez son los dos miembros que se mantienen en el grupo, una dupla creativa que ya suma dos décadas.
“Nos quejamos tanto que de repente olvidamos las cosas buenas de la vida y las grandes cosas que hemos hecho como personas, como sociedad o como escena de rock”, explicó Rodríguez.
En sus distintas alineaciones, Seka ha mezclado el punk rock con la canción latinoamericana; han incluido el reggae e incluso grabó Sesiones acústicas (2004), una joya de la música nacional.
Este disco, cree Imbach, abrió la puerta para que el grupo se animara a expresar otros sentimientos además del enojo.
Mudarse de Turrialba a la ciudad marcó a Rodríguez tanto como la inmigración de Argentina a Costa Rica impactó a Alejandro Imbach.
Seka habla de las experiencias de la persona común, la que no tiene capacidad para luchar o expresarse contra los poderes que la oprimen.
“(Nos asumimos) como ciudadanos conscientes, como adultos, como jóvenes que tal vez no tienen la edad que otras bandas jóvenes, pero que igual compartimos la idea de cambiar el movimiento social y la escena local de música”, explicó Rodríguez.
Álbum. De la mano del productor Mario Miranda, miembro fundador de Patterns, Seka ofrece en Victoria un potente disco de punk rock que no compromete por un segundo sus ideales. El trabajo de Miranda en producción dejó como saldo el trabajo más pulcro de Seka a la fecha.
“Con Mario a bordo logramos armar algo que no se parece a nada que hayamos hecho antes, en términos de calidad de la grabación y del proceso de producción; al asumir responsabilidades al grabar: llegar a la hora que le toca, hacer lo que toca. Fue una cosa más de rocos, más en serio”, expresó Imbach.
En el álbum suenan discursos o entrevistas de los emblemas de las música protesta Víctor Jara (en Baño de oro) y Mercedes Sosa (Cuando tenga la tierra) y de la activista hondureña Berta Cáceres (Victoria).
“La grabación fluyó muy bien porque él (Miranda) es muy abierto a géneros musicales”, explicó Vilmer López, guitarrista del grupo. La alineación actual la completan el bajista Joaquín Tapia y JP Retana (baterista).
Antes de grabar en el estudio de Miranda, en octubre del 2014, el quinteto se fue una semana a Playa Chiquita, en Limón, para componer canciones.
“Llevamos la batería, el piano, las guitarras, todo. Estuvimos allá una semana, de lunes a domingo”, explicó Rodríguez.
“Creamos un horario de trabajo en el que había dos sesiones de trabajo al día y también tiempo para ir a la playa y disfrutar”, comentó Imbach.
El transporte, la estadía y los tiempos de comida se pagaron con dinero de conciertos. En eso también ha cambiado Seka: administran, planean, trabajan.
Las letras del disco fueron escritas por Rodríguez, excepto Cuando tenga la tierra, que es original de Mercedes Sosa. Todos los miembros del grupo contribuyeron en los arreglos y la rapera Nativa aportó versos para la canción Artista de la calle.
“A Nativa le dimos criterio libre sobre la canción; no quisimos forzarla a meter ninguna frase.”
Una canción honesta siempre le va a gustar a la gente y eso es lo que ha pasado con Seka: no hemos metido elementos artificiales”, manifestó Rodríguez.
“Eso me asombra, que nunca hemos tratado de vender una marca e igual hemos tenido repercusión en la gente”, agregó.
Presente. A riesgo de sonar como un burócrata haciendo una evaluación, le pregunté a Esteban Rodríguez si sentía que los objetivos que se plantearon cuando iniciaron Seka hace 20 años se habían cumplido. “De tres objetivos (tocar, dar conciertos, pasarla bien), hemos cumplido 100”, expresó contento, refiriéndose a los logros que ha tenido el grupo.
Seka no mide el éxito en piezas radiales, sino en haber encontrado la independencia suficiente para trabajar por tanto tiempo y lograr reconocimiento en las capitales latinoamericanas que han visitado.
Esteban evita darle glamur a los inicios del grupo y, por eso, insiste en que el grupo nació de una afición adolescente, algo muy ligero para ser visto como algo serio. Así lo narra él en Ahora que somos otros (2014) un fanzine de Colapso. que compila varios de los textos publicados en el blog El diario de Seka.
Entre las anécdotas se menciona el primer concierto del grupo en las bodegas del Ingenio Aragón en el centro de Turrialba, los momentos que inspiraron canciones como Esta gran ciudad, o No vuelvo más.
Seka no ha dejado de escribir de los mismos temas de esas canciones; eso sí, ha cambiado el tono. Prueba de ello es la canción del nuevo álbum Noche en capital, más optimista e inspiradora que Esta gran ciudad.
El grupo, explica Rodríguez, ya no es un pasatiempo. “Yo trabajo en esto casi todos los días; hay que tomar decisiones del grupo pensando en una empresa, algo que se sostenga”, detalló.
Imbach cree que en un momento histórico y en un país que no facilita las condiciones para vivir de la música –menos si se trata de punk rock –, no hay que buscar el impulso en la fama o la fortuna, sino en las vivencias.
“Seka es parte de nuestra vida y de las personas que somos. El disco es un resultado, sí, pero para mí tiene mucho más valor el construirlo, el proceso que tuvimos”, comentó Imbach.
Rodríguez cree que el grupo aún tiene por ver muchas buenas cosas.
“Siento que apenas estamos empezando. Este es un primer o un segundo paso en la carrera de Seka; todo va a mejorar y este disco será un imán que jalará mejores cosas”, opinó.