“Esto no es por elogios, esto no es por el aplauso. La música es para sentirnos vivos”, dijo el músico mexicano Siddhartha, con la mano en el corazón y en medio de su concierto en Costa Rica, festejado a más no poder el 31 de agosto en el Club Peppers, en Zapote.
Siddhartha, una de las voces más refrescante del rock pop latino, volvió al país cinco años después de aparecer en el Festival Grito Latino. En aquella ocasión presentó un setlist reducido de sus canciones, por la gramática propia de un festival.
Ese espectáculo, de hace un lustro, fue tremendamente emocionante, tanto como para dejarnos a todos los que lo vimos con ganas de más. Por fortuna, Destiny Recordings, Pura Vida Stand-Up y La Conciertera unieron fuerzas de producción para traer al azteca de nuevo al país, ahora con un set en solitario para delicia de todos los que aman su rock poético, repleto de acordes atmosféricos, letras inteligentes y un carisma único en el escenario.
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Una presentación de alta intensidad
Siddhartha, quien comenzó su carrera en los años 2000 como baterista de la banda Zoé, se dio cuenta que su mecha creativa estaba para mucho más.
Hoy, a sus 45 años, tiene una carrera prolífica. Incluso, uno identifica en su obra eras de música. Por ejemplo, se pueden notar sus letras más “adolescentes” (en el buen sentido de la palabra) con piezas como Extraños, donde relata el dolor juvenil de separarse de alguien a quien se amó con intensidad. Luego, es evidente la madurez que emiten temas como Brújula, de su más reciente disco, una canción que acaba siendo un poema sobre el poder de la mirada romántica.
En su concierto en Costa Rica, Siddhartha hizo un recorrido por toda su carrera. Tocó estas canciones y logró seleccionar temas de cada disco para incluir en el repertorio de la velada.
“Me siento muy agradecido con todos ustedes, mi público, que han tomado estas canciones como un virus, pero uno bueno, que ha ido pasando fronteras y ha llegado a sus oídos. Lo menos que puedo hacer es darles todo de mí en esta noche”, expresó a una nutrida asistencia.
El azteca tuvo la capacidad de dar aires ceremoniosos a su concierto. Por momentos, pidió que todos los asistentes movieran sus manos al ritmo de las canciones; en otro instante, que guardaran el teléfono para cantar junto a él en la oscuridad. Siddhartha entiende los conciertos como una forma de rito comunal; esa misma magia que hace que tantas personas desconocidas canten los mismos versos.
“Uno no imagina las personas que uno se encontrará en un concierto. Yo de corazón quería regresar a Costa Rica y pasar un largo rato con ustedes, viéndolos a los ojos, agradeciéndolos por querer compartir esta pasión que yo tengo y que vivo de forma tan intensa”, agregó.
No fue en vano: Siddhartha cantó por más de dos horas. Conversó bastante con el público, les dio el micrófono y tendió su mano a quienes estaban en las primeras filas. Es un hombre sin poses, amable, con un show de alta factura que, sin dudas, merece primeras planas.
Un regalo final
Después de hacer la tradicional “salida falsa”, en que los artistas suelen despedirse de su público para volver con otras canciones, Siddhartha salió unos minutos de escena, provocando que los ticos ovacionaran su nombre y no pararan de aplaudir para provocar su regreso.
Pasaron varios minutos, pero la espera no fue en vano. El mexicano preparaba una sorpresa especial para los ticos: trajo al Mariachi Perla Florense para acompañar uno de sus éxitos más recientes: la bellísima canción 00:00.
Este tema ha sido peculiar en su carrera, porque aunque siempre suenan las tradicionales guitarras eléctricas, la canción tiene un tono ranchero.
Los mariachis subieron al escenario y Peppers se volvió un huracán de gritos. Siddhartha abrazó al guitarrista del mariachi y cantó el coro de la canción: “Lo siento, cada día yo quise decir, te quiero”. Peppers coreó a todo pulmón los mismos versos.
El tema provocó tanta emoción que el azteca alargó la canción. Nadie quería que el concierto acabara, por lo que pidió un aplauso para despedir a los mariachis y adelantó que regalaría una canción más.
El espectáculo terminó con Únicos, el tema que da título a su disco del 2016. Con un arreglo más bailable, todo Peppers saltó, elevó sus puños y gritaron, incontables veces, “te amo Siddhartha”.
Un espectáculo tan redondo hace que uno, tanto como espectador y periodista, quisiera que más gente conociera a Siddhartha. Su show merece llenar un gran auditorio o un gran teatro. Es un músico de primera línea que, por fortuna, Costa Rica pudo gozar. Ahora, eso sí, queda la espera de un pronto regreso.