Pasan (y pasarán) los años y no hay forma de objetar el inevitable consenso: The Dark Side of the Moon es más que un disco que roza la perfección; es una obra maestra del siglo XX.
Este 2 de marzo del 2023 el inolvidable álbum celebra medio siglo de existencia y es la oportunidad para rememorar cómo diez canciones aseguraron la inmortalidad de los miembros de Pink Floyd.
Así cambien las modas y los calendarios, este álbum teatral, experimental y visual va a seguir inspirando crónicas, análisis y discusiones sobre su significado. Puede que la justificación de su eterna discusión radica en un sentido claro: la música es tan atemporal como la temática que lo inspira.
Repasando las canciones
Uno puede darle play al disco en el 2023 y, de haber vivido debajo de una roca, podría creer que el álbum salió hace unos cuantos meses.
La música suena fresca e inmune a añejarse. La inventiva de Pink Floyd hizo que las canciones tuvieran una coraza armónica que siempre sabe bien.
Aunado a esa creatividad, las letras terminan de catapultar el disco. Los temas son claros: el vértigo ante el paso del tiempo y el miedo a la muerte, el temor a la locura y el lado más agresivo de la codicia son insumos para este álbum de rock progresivo.
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Inspirado en el estilo directo y visceral que tuvo John Lennon con su banda Plastic Ono Band (por allá del 1970), Roger Waters propuso un cambio en el camino de su grupo.
Pink Floyd se despojó de las ataduras psicodélicas y por momentos excesivas de trabajos como Ummagumma (1969), Atom Heart Mother (1970) y Meddle (1971) y prefirió apostar por un lenguaje profundo y repleto de imágenes.
“Esa siempre fue mi gran pelea”, aseguró el bajista en el libro Comfortably Numb: The Inside Story of Pink Floyd, escrito por Mark Blake. “Para intentarlo y lograrlo tuve que patear y gritar en contra de las fronteras y de los caprichos de Syd (Barrett, el líder original de la banda) para escribir letras que fueran más políticas y filosóficas”, cuenta.
La semilla de The Dark Side of the Moon está, justamente, en la dolorosa salida de Barrett del grupo en 1968. “Hay una inspiración de Syd en todo esto”, le dijo Waters a Rolling Stone en el 2013. “Él había sido la fuerza creativa de nuestros primeros días, por lo que haber visto cómo sucumbía frente a la esquizofrenia fue un golpe enorme. Cuando ves que eso le pasa a alguien que conocés de toda la vida, te hace pensar en lo efímeras que pueden ser las capacidades de uno”, relató.
Así surgió Brain Damage, una de las piezas claves del disco, que aborda la lenta y desesperante entrada a la esquizofrenia. “Los lunáticos están en mi salón (...) Los lunáticos están en mi cabeza”, dice la letra, que luego tiende un puente a la empatía. “Gritás y nadie parece escucharte, / Y si la banda en la que estás, empieza a tocar diferentes canciones, / Te veré en el lado oscuro de la luna”.
Con sonidos de latidos de un corazón, diálogos y efectos sonoros que ejercen de transiciones, los temas funcionan como varios capítulos de una novela.
El grito de una mujer en una sala de partos (en el tema introductorio Speak to Me) se entrelaza con Breathe, pieza de aires relajados gracias al ritmo lento de la batería de Dave Mason y a la guitarra de David Gilmour.
“Respirá, no tengas miedo de preocuparte”, canta el músico para conectar con el oyente.
Tras un solo histérico y lleno de impotencia, hay un breve regreso a la calma de Breathe, pero no dura mucho, porque el clima desemboca en The Great Gig In the Sky, otro de los temas favoritos en el orbe.
En esa pieza, la cantante Clare Torry ofrece un inquietante canto agónico que se mueve entre el dolor y la calma. “Queríamos tener una cantante que gritara de una manera casi orgásmica”, recordó Gilmour en otra ocasión. “Todo tiene un sentido: al inicio se escucha una voz que dice “¿Por qué le tendría miedo a la muerte? No hay motivos; todos nos tenemos que ir en algún momento”, recuerda.
De allí en adelante hay mucho más diseccionado y por diseccionar. Este texto es tan solo una leve sobremesa de todo lo que se pueda decir del emblemático disco. Pasarán 50 años y más para seguir hablando y, sobre todo, entender el The Dark Side of the Moon como un hilo que une generaciones.