El asombró al llegar al Club Peppers, en Zapote, la noche de este viernes 2 de setiembre no era para menos. Una larga y serpentosa fila se extendía desde las 7 p. m., una hora antes de que el concierto de Tiago PSK empezara.
Desde allí se podía diagnosticar al público meta de la presentación: una muchachada que no superaría los 28 años y con atuendos muy al estilo hiphopero, con camisas oversized y gorros.
Aquella cola interminable empezó a achicarse cuando pasaron veinte minutos y los guardas de seguridad abrieron puertas. En ese instante, más bien, comenzaron las carreras estrepitosas por quedar lo más cerca posible de la tarima del concierto que marcaría el debut en suelo tico del joven intérprete de reguetón.
Entre aprietos, el público se acomodó y aunque fuese una experiencia de rodilla con rodilla, todos estaban preparándose para la fiesta de la noche. Algunos alistaban sus teléfonos para los primeros selfies; otros sacaban de bultos un puñado de papeles con mensajes de amor para el viral rapero argentino.
En los parlantes comenzó a sonar un DJset que incluía música de artistas como BJ The Chicago Kid, Childish Gambino, Bad Bunny y Post Malone. Todos los presentes asentaban sus cabezas al ritmo de un hiphop que pretendía calentar un ambiente que ya estaba bueno desde que en la acera se sentía la expectativa. Los gritos aparecieron y solo faltaba el invitado principal: “TIAGO TIAGO TIAGOOO”, rogaba el público.
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Hora de la música
El camino de Tiago Uriel Pacheco ha sido na cosecha de éxito en la región. Nacido en Argentina y rebautizado como PZK, el rapero llegó a Costa Rica a satisfacer a una fanaticada creciente.
Basta ver sus presentaciones en internet para notar que Tiago tiene un talento especial para los condimentos que exige el hip-hop; poder mezclar las habilidades vocales con una postura vigorosa que exhorte a su público a headbangear y mover sus manos arriba y abajo.
Tiago apareció completamente de negro, con tiras de cuero colgando con arnés incluido. Cuando salió a escena, el chirrido de gritos era para taparse los oídos. La emoción no fue en vano y Tiago apareció saltando, con los beats explotando el lugar.
Aunque el concierto se atrasó poco más de media hora, las expectativas y la buena vibra nunca descansaron. “TIAGOOO bebé”, le gritaron, las cervezas salieron volando y el piso se movió como un temblor. La canción Casas de Chapa abrió la presentación.
Tiago, como muchos otros artistas de su género, coquetea entre el reguetón y el trap, pero uno de sus componentes esenciales es teñir de balada sus canciones, siempre con temas sobre amor y desamor.
Su público recibe ambas ofertas con los brazos abiertos, saltando también y emulando sus movimientos en el escenario.
A sus 21 años, el argentino se mueve con confianza en la tarima. Hace que su gente le termine algunos coros y tira un par de guiños cada cierto tiempo, como para confirmar la complicidad que tiene con el público.
Su puesta en escena, además, procura ir más allá de ser un tipo con micrófono y ya. Con una banda de bajo, guitarra eléctrica, batería y teclado se amplifica su experiencia.
Por ejemplo, con el tema Además de mí, que fue uno de los primeros en sonar, ofreció una vibra muy distinta a la de otros raperos. La canción transita como una balada rock: hay unos interludios en la eléctrica que suenan tremendamente emo y de repente aparecen espacios para raps acelerados. La gente se desgalilló; es una pieza sentida y es evidente.
Cuando terminó el tema, el público coreó Tiago como gritando un gol de la selección de fútbol.
“Eso fue el arranque, nada más, Costa Rica. Queda mucho más”, dijo el argentino. “Estoy tan emocionado de conocerlos y dedicarles estas canciones”, agregó.
Aunque el sonido en Peppers no estuvo al cien por ciento (el aporte de los instrumentistas por momentos sonó reventado), eso no detuvo a la gente de corear las letras de cabo a rabo.
Para seguir con la nota “tristita”, Tiago cantó Házmelo, una sabrosa balada funk que se desliza por momentos con tintes de R&B. “¿Dónde estabas cuando yo me moría sin tu amor?”, cantaba, casi en llanto.
Fue un momento muy emotivo, que fue continuado con Nadie Más, otra melancólica canción que todos esperaban para la presentación.
Entre nosotros, un tema más volcado hacia el rock, dio seguimiento al efecto deseado: gritos, rimel corrido y pieles erizadas.
Ríos de sal, Loco, Hablando de Love, Salimo’ de noche, Nos comemos y Bombona fueron otros puntos infaltables de un concierto más que redondo; los corazones de más de 1.200 personas se fueron satisfechos a sus casas, esperando una segunda venida del rapero del corazón partido.