Cierto día, un niño costarricense se despertó con la idea de que quería tocar la trompeta. No tenía la más mínima idea de cómo hacerlo, pero así lo quiso. Muchos años después, el sueño inocente y juguetón de aquel pequeño se hizo realidad y, actualmente, es una de las piezas fundamentales de la afamada banda 4.40, agrupación del dominicano Juan Luis Guerra.
Ernesto Núñez es el protagonista de esta historia de lucha, pasión y amor por la música. Una que empezó con una ilusión infantil y que, con mucho esfuerzo y una buena dosis de talento, se transformó en una de éxito artístico. Desde hace 12 años, Núñez viaja con Guerra por todo el mundo dando conciertos.
De hecho, hace poco menos de tres semanas, Núñez tuvo la oportunidad de tocar frente a más de 27.000 ticos en su tierra, algo que agradeció con todo el corazón.
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“Un día me desperté y dije que quería tocar la trompeta, pero realmente no sabía lo que significaba. Tal vez lo había visto en algún lado, pero no tenía conocimiento. En principio, mis papás no me hacían mucho caso porque a esa edad los niños quieren ser de todo, pero cuando vieron que era en serio no les quedó otra opción que apoyarme”, recordó el músico.
A los ocho años, por recomendación de un amigo, Ernesto logró ingresar a la Banda Municipal de Guadalupe. Ahí fue aprendiendo sobre el instrumento, a leer música y a ejecutarlo. A los 11 años se inscribió en un programa musical infantil de la Universidad de Costa Rica y, poco tiempo después, ya era parte de la Orquesta Sinfónica Juvenil.
¡Talento había! ¡Ganas, mucho más!
Y así fue como Ernesto se abrió camino con una trompeta de marca china que le compraron sus padres. Luego, él mismo se compró otra, la cual se la fue pagando en abonos a un amigo.
“Tenía como 13 o 14 años y tocaba con La Sonorísima, entonces un amigo mío que era trompetista me vendió su trompeta a pagos semanales. Me llevaba la trompeta al baile y se la llevaba de vuelta a su casa hasta que se la terminé de pagar”, contó con cariño el músico.
Así fue como, entre la formación académica y la experiencia que da el escenario y los salones de baile, fue que Núñez se hizo el trompetista que es ahora.
Su talento y presencia en las tarimas lo ha llevado por buen camino, ayudado por el buen tino de grandes personajes que vieron en él una estrella. Por ejemplo, cuando lo escuchó tocar el compositor nacional Víctor Hugo Berrocal, conocido como Periquín, quedó emocionado con el talento del pequeño.
“Un día en la universidad estaba tocando y pasó Periquín, me dijo: ‘Carajillo, usted toca bien, ¿no le gustaría tocar con mi grupo? Tuvo que pedirle permiso a mi mamá y todo, porque el primer baile fue de noche en una disco en Alajuela”, narró el trompetista.
Después llegaron más trabajos en otras agrupaciones ticas, como La Sonorísima, Taboga Band, la Sonora Siguaray, la Big Band de Costa Rica y Los Brillanticos.
“Luego, a los 18 años, me ofrecieron un trabajo en la Sinfónica de Guatemala. Allá trabajé durante 10 años y toqué también con grupos como Alux Nahual. Además, en ese entonces fui profesor de música”, agregó.
Otro día, la casualidad jugó a su favor. Mientras estaba tocando en un restaurante de Guatemala, se le acercó un hombre y le dijo que le gustaba mucho cómo tocaba.
“El hombre se presentó y me dijo que era Onías Peralta, hermano del famoso Chichi Peralta. Me contó que necesitaban un trompetista para su orquesta y me ofreció el trabajo”, contó.
A los pocos meses, Núñez viajó a República Dominicana para sumarse a la agrupación del merenguero.
Y llegó Juan Luis
La experiencia internacional del tico lo ha llevado a compartir música y escenarios con nombres muy grandes de la industria como Wilfrido Vargas, Milly Quezada, Andrea Bocelli, Juanes, Alejandro Sanz y Plácido Domingo, entre otros.
“Soy muy creyente de Dios, estoy seguro de que Él tiene mucho que ver en esto, porque todo lo que yo he deseado en la música lo he podido hacer”, dijo el trompetista.
En ese camino, una vez más, la buena fortuna jugó en favor de Núñez. La visita a una iglesia de República Dominicana lo llevó a ser parte de la famosa 4.40 y tocar para Juan Luis.
“Recién llegado a Santo Domingo, Chichi me llevó a la iglesia de Juan Luis. Él es un tipo muy chévere, fue muy abierto conmigo y hasta me invitó a ir a la iglesia. Curiosamente, para ese tiempo, un amigo mío estaba grabando en el estudio de Guerra y yo fui a apoyar. Ahí volvimos a encontrarnos, le conté mi historia y nació la amistad. A los pocos meses me invitó a tocar en la orquesta de la iglesia y después me llevó a la 4.40″, agregó el artista.
Grandes memorias
Lo que más disfruta Núñez de ser parte de esta histórica agrupación, dirigida por uno de los artistas más importantes de la música latinoamericana, es el ser parte de una familia, más que de un grupo musical.
“La primera vez que escuché a Juan Luis fue en un casete, cuando yo tenía como nueve años. Te puedes imaginar entonces lo que siento al ver que con el paso de los años estoy ahí. Puede que se vuelva algo cotidiano estar en conciertos, en ensayos o grabaciones; pero él es una persona muy buena, es amigo antes que artista. Compartimos mucho, vacilamos mucho. Es un tipo muy chévere”
”Es también una bendición estar en gira y verte frente a 30.000 o 40.000 personas tocando, es algo muy grande. En la 4.40 me siento un privilegiado porque es una familia más que un grupo”, agregó.
Algo que el artista atesora en su corazón y en sus memorias es cada vez que viene a Costa Rica a tocar, tal como pasó en el show más reciente del dominicano, en el Estadio Nacional.
“Para mí, cuando me presentaron en el escenario, fue emocionante. El estadio entero gritó como si hubiera sido un gol de La Sele. Volver a mi país y recibir ese cariño es algo que me llena de alegría y emoción. Nunca pensé en llegar hasta aquí y sé que me falta mucho, pero la verdad Dios ha sido muy bueno conmigo”, concluyó el trompetista, que además de ser músico de Guerra también cuenta con discos como solista y ha trabajado en una amplia lista de producciones ganadoras de Latin Grammys.