En los años 90, las bandas de rock de Costa Rica vivieron un auge nunca antes visto. Su música sonaba en la radio, los sellos disqueros internacionales las buscaban y las promocionaban por todo Centroamérica.
Pero las disqueras recibieron golpes económicos con el cambio de siglo, con la llegada de otras formas de entretenimiento y por supuesto el mp3, que impulsó la piratería.
Sin grandes empresas buscando talento en las calles de Costa Rica, las bandas se quedaron sin el sueño de “ser descubiertos” y de vivir de la música.
“Hubo bandas de rock ticas que estuvieron en toda esa ola de los sellos, la promoción en medios y apoyo de marcas, pero desde nuestra realidad eso se ve como algo lejano, cuesta pensar que eso haya pasado”, recordó Carlos Arrieta, de 26 años.
Él es tecladista de la banda de rock Kaiser Moon, originaria de Naranjo, Alajuela. Si en este siglo a las bandas del Valle Central se les complica difundir su música y hacer dinero, a las bandas del valle de Occidente, Guanacaste, Puntarenas, Turrialba o del Valle de El General se les dificulta aún más.
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Quizá por eso es que desde hace unos años Arrieta y un grupo de amigos músicos decidieron conformar Cuatro Gatos, un colectivo que trabaja como productora de conciertos y que ha servido para que las bandas de Occidente caminen en una misma dirección.
Darse a conocer en un concierto es solo el primer paso para sostener una banda, sobre todo en una época en la que aparte de hacer música deben encargarse de promocionarse, buscar dónde tocar y financiarse sus grabaciones. Es por medio de los colectivos que los artistas nacionales están logrando hacerle frente a esta larga lista de tareas.
Kaiser Moon, por ejemplo, agregó uno de sus discos al canal de YouTube de Maldito Estudio, otra iniciativa gestionada por músicos para dar a conocer a bandas independientes de rock y metal.
Cuatro Gatos y Maldito Estudio son parte de una creciente lista de colectivos de músicos que tratan de solucionar las carencias del medio.
“Todos vamos a tener los mismos obstáculos, pero al reunirnos es como podemos adquirir consciencia de lo que está pasando más allá de los problemas individuales y tomar acciones”, señaló Karol Barboza, quien tiene una carrera solista y es parte de los grupos Maldito Delorean y Las Chicharras.
“Ya nos dimos cuenta de que si nos quedamos esperando a que las cosas cambien por sí solas vamos a esperar demasiado”, señaló la compositora de Pérez Zeledón.
Con o sin disquera
Muchos de los colectivos que se han establecido en los últimos años en el país trabajan como un sello disquero. Primero los músicos se encontraron como creadores de música, pero poco a poco se encontraron talentos que van más allá de hacer y tocar música.
Uno de ellos es Mauricio Mora, de 39 años, cuya experiencia con bandas de rock y publicidad lo llevó a formar en abril el sello Long Beach Records Latinoamérica, una división regional del sello nacido en California.
“Cuando estuve con Porpartes la disquera Universal nos dio un contrato de cinco discos y aunque vimos cómo funcionaba todo con giras, promoción de tiendas y radios, uno tampoco se hacía millonario. Pero sí había un músculo impulsando la banda”, explicó Mora
Actualmente él es guitarrista de las bandas Cabeza de Vinil y Sintagma. Él quiso darle una conexión al extranjero a las bandas firmadas por el sello, pero sobre todo, ese músculo de promoción que tanto hace falta.
Los de Long Beach se encuentran grabando en su estudio propio en Curridabat a los grupos mencionados y otros veteranos como Mentados y Mekatelyu, con el objetivo de hacer el compilado
“Si la música sale bajo un solo nombre se genera interés y un sello de calidad, queremos que la gente se vuelva fan de Long Beach como tal”, comentó Mora. Él destacó que más allá de un presupuesto para las banda es importante tener una estructura en qué apoyarse.
En eso coinciden los de Sonido Nuevo, una disquera que, a finales del 2017, lanzaron los tres integrantes del grupo Monte.
Al ver la necesidad de vender la música del grupo y la de sus proyectos individuales, Franco Valenciano (que publica música bajo el nombre Guaro), Adrián Poveda (El Mundo Entero) y Pablo Rojas (fundador de la banda Hijos) optaron por hacer un sello.
“Hijos hace sus discos, su arte, sus camisas y el resto distribuimos. Si incluimos una banda sería una banda que ya sepa hacer estas cosas, pero que puedan usar la plataforma a favor de ellos. No es la forma tradicional en la que el sello le hace todo el brete”, explicó Poveda, de 40 años.
En SonidoNuevo.com también se puede encontrar la música de Marco Alfaro (Zópilot!) y otra de las bandas de Poveda: Continental.
La página tiene un catálogo de 16 lanzamientos que se pueden comprar en formato digital, algunos discos compactos –para los fans que los coleccionan–y camisas de algunas bandas, todo para generar ingresos.
“Les aconsejaría a las bandas jóvenes que aprendan a hacer su mercadería y a organizarse sus conciertos. Hubo épocas en las que con Monte no nos tomaban en cuenta, pero nadie va a ir a chivos suyos ni a comprar camisas si uno no los hace”, afirmó Poveda.
Con una pequeña ayuda
Autogestión es una palabra que se repite mucho al conversar con distintos músicos involucrados en colectivos. Para los del sello Long Beach realizar metas teniendo las responsabilidades de banda y de sello simultáneamente es algo cansado, aunque lo asumen con resignación positiva. “si no nos ayudamos todos, no salimos, es así”, declaró Mora.
Para colectivos como Maldito Estudio la autogestión es un camino y un fin. “Para ser independiente hay que trabajar mucho, pero ese es el precio de mantenernos así”, señala Karol Barboza.
Discos como Pixeles fantásticos (2019) de su banda Maldito Delorean y Sendero rojo (2019) de Frank Noguera incluyen en sus créditos de producción a “Maldito Estudio”, un equipo de productores ficticio que está conformado por Noguera y los tres miembros de Maldito Delorean: David Mora, Luis Miguel Machado y Karol Barboza.
Los de Maldito Estudio iniciaron labores en junio del 2018 y se han dedicado a hacer grabaciones caseras. Para Barboza, trabajar fuera de un estudio es “romper esos moldes que nos impiden concretar planes”.
Los de Sonido Nuevo ofrecen una mezcla de grabaciones caseras (Guaro, El Mundo Entero) y grabaciones de estudio (Monte). Este sello también está incursionando en la grabación de sesiones en vivo, un producto muy preciado por las bandas para darse a conocer.
Hacer ese tipo de videos fue precisamente lo que unió al colectivo Perro e’ Monte, conformado por los productores audiovisuales Génesis Sánchez y Alfonso Romero, integrantes de la banda La Granja Cósmica, y al ingeniero de grabación Diego Matamoros, de Redhead Match y Primo.
Juntos produjeron Sesiones en Botica Solera, para impulsar el talento de artistas independientes.
“En la música y fuera de ella es común ver a la gente emprender y dejar de lado ser el empleado de una empresa. Es mitad necesidad y mitad ganas de soltarse, de separarse del camino que supuestamente es el mejor”, señaló Sánchez, de 24 años.
Sánchez señaló que La Granja Cósmica ha tenido mayor éxito en convocatoria en los conciertos organizados por ellos mismos. “La gente aprecia que sea autogestionado”, comentó.
A los escenarios
En materia de conciertos hay muchos retos, dado que las bandas deben organizarse por sí mismas ante los escasos promotores. El colectivo Perro E’ Monte se propuso llevar música nacional al Teatro Eugene O’Neill, en barrio Dent.
“Bandas como 424 y Magpie Jay han alquilado el Teatro Melico Salazar para tocar y queremos darle chance a bandas que no tienen los fondos para presentarse en un escenario así”, explicó Génesis Sanchéz.
Así surgió Teofonías, un ciclo de conciertos de bandas nacionales impulsado por el teatro, Perro E' Monte y fondos de la Unión de Trabajadores de la Música.
El primer concierto será el jueves 12 de setiembre, a las 7:30 p.m., con el grupo Voodoo, de hard rock, acompañados por la propuesta psicodélica de Maldito Delorean.
Otro colectivo que quiere poner a más grupos ticos sobre el escenario es Caravana, que se define como “un movimiento”.
“La idea de una caravana es que vamos todos para el mismo lado y esa es la idea que tenemos con esto”, explicó Antonio Rodríguez, fundador de Caravana. Aunque es músico, el rol de Rodríguez se ha centrado más en hacer lo que a sus colegas siempre les ha costado: gestionar y organizar.
Actualmente es manager de las bandas Magpie Jay y Sonámbulo y también ha sumado en Caravana a grupos como Triddi y La Máquina Salvaje, que fueron parte del concierto de presentación del proyecto.
Su objetivo es que Caravana tenga sedes en distintas en San José, Guanacaste y Occidente y generar vínculos en el extranjero (pronto Magpie Jay irá de gira por México junto a la banda Voodoo, por ejemplo).
Así también tratan de tender puentes los colectivos Tierra Negra o la Colectiva Viajo Sola que han recaudado fondos para traer a bandas extranjeras o para que alguna sus integrantes puedan viajar al extranjero. El colectivo SONORA organiza el Festival Internacional de Compositoras y por medio de sus redes sociales se encarga de difundir la música de compositoras ticas.
Las metas de los artistas son variadas y las fórmulas para lograrlos son muchas. Pero los músicos coinciden en que en la unión está el camino.
“Si cada grupo hiciera algo por la escena y no solo por su grupo de manera individual, sería mucho más fácil para todos. Trabajar y dejar algo para los demás es nuestro regalo”, señaló Karol Barboza.