Redacción
Este viernes 7, a las 8 p. m. y el domingo 9 a las 10:30 a. m., la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) hará la segunda presentación de esta temporada en el Teatro Nacional.
El repertorio del concierto no exige que solistas pero entre quienes estarán en el escenario, una figura tiene el peso suficiente para ser considerado protagonista.
Tras un breve retiro, el director emérito Irwin Hoffman retomará la batuta este fin de semana con la orquesta que dirigió durante 14 años, de 1987 al 2001. Por eso, tiene una relación especial con varios de los 80 músicos que se presentarán en este recital.
"Nunca he dirigido o dirigiré una orquesta que tenga el espacio en mi vida que tiene la orquesta de Costa Rica. Hay un sentimiento que tengo cuando ensayo y dirijo esta orquesta que no tengo con ninguna otra, son como mis hijos musicales", aseguró Hoffman, de 92 años.
En sus presentaciones de viernes y domingo, la orquesta interpretará tres de las obras predilectas de Hoffman. Se trata de la Pelléas y Mélisande de Fauré, la Sinfonía fantástica, de Berlioz, y la Clásica, de Prokofiev.
Los boletos cuestan ¢18.000 en butaca, ¢16.000 en luneta, ¢10.000 en platea, ¢13.000 en palco izquierdo, ¢8.000 en palco derecho, ¢14.000 en segunda fila del palco, ¢6.000 en primera fila de galería central, ¢5.000 en galería central y ¢4.000 en galería derecha e izquierda.
Fuera del retiro
En mayo del 2015, el director visitó el país para hacer un concierto de su temporada regular y en noviembre de ese mismo año, anunció su retiro de los escenarios. Su distanciamiento de las orquestas duró apenas un par de semanas.
"En ese momento me sentía algo vago, y con los años se me ha hecho más complicado estarme moviendo entre aeropuertos y distintos países. Ese cansancio provocó que anunciara mi retiro", reconoció Hoffman.
"Pero dos semanas después me pregunté '¿Qué voy a hacer conmigo mismo?, ¿cuántos libros puedo leer?, ¿cuántas horas al día puedo jugar con mi pastor alemán?, ¿cuántas horas al día puedo hablar con mi esposa?'. Terminé mi retiro y en dos semanas estaba de vuelta colaborando con otras orquestas", narró el estadounidense.
Este año, Hoffman ya ha visitado Budapest, Hungría –su undécima ocasión allá–, y espera dirigir la Orquesta Sinfónica de Guatemala, la de Cali en Colombia y luego viajará con la Orquesta Sinfónica Juvenil por Centroamérica, con paradas en las capitales de Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala.
Hoffmann reside en Costa Rica junto a su esposa, la violinista Lourdes Lobo, con quien ha estado casado por 27 años. "Ella es excelente músico y de hecho, tocará el violín en la orquesta que dirigiré en Cali", comentó el director.
El repertorio en palabras del maestro
Gabriel Fauré: Suite Pelléas y Mélisande (1898)
Es una suite basada en la historia de estos dos personajes, una tragedia en la que Melisande muere. Es una pieza muy delicada y sensible y, como le dije a los músicos cuando la ensayábamos, es el tipo de obra en la que no tocamos para llegar al público, sino que requiere que ellos vengan a nosotros y se dejen llevar por la música. El ambiente de la pieza es tan tranquilo que se siente infinito, tanto así que los aplausos al final se siente extraños.
Hector Berlioz: Sinfonía fantástica (1830)
Es la obra principal del programa y una a la que me siento muy cercano. Este compositor francés casi inicia el periodo impresionista en 1820, unos 50 años antes de la llegada oficial de ese periodo en Francia. El programa trata sobre la frustración de un joven artista con su novia y el momento en que él tiene varias pesadillas por tomar opio. En cada una de las partes del programa y en cada visión ella aparece. Su presencia se refleja con un solo de clarinete.
Serguéi Prokófiev: Sinfonía no. 1, la Clásica (1917)
Si una vez hubo una pieza perfecta en su composición y estructura, debe ser esta. A sus 18 años (el compositor), tomó la influencia de Beethoven, Mozart, Haydn y escribió esta pieza que está llena de humor y melodía. Mucha gente preferiría oír a Beethoven que la música de nuestro tiempo o puede asustarse de oír un nombre que no conoce tanto, pero este trabajo es tan fácil de oír como cualquier pieza de los otros grandes compositores. Prokófiev hizo un trabajo lleno de disonancias, de ingenio en sus melodías; es una joya, un diamante de 50 quilates.