“Pero ves, en la sangre algo suena”. Vaya que tiene razón Germán Valverde, mejor conocido como Maromero y quien también es el papá de Diego y David, los hermanos del grupo Chillax.
Dicen que lo que se hereda no se hurta, esa es la premisa en la vida de estos jóvenes artistas que unen sus vidas no solo por el amor fraternal, sino por la pasión por la música, un amor que tienen en sus corazones desde muy pequeños por la influencia de su padre, pero que de jóvenes potenciaron para formar su propia agrupación.
Desde chiquillos andaban metidos en fiestas, en campamentos o en conciertos y cómo no, si su papá es reconocido en nuestro país por ser uno de los precursores del entretenimiento infantil. Además, doña Rosa Murillo, la mamá, es maestra de educación especial, que también apoyaba a su esposo.
Hay que decirlo, definitivamente, los periquitos se parecen a sus papás. Eso sí, han trabajado arduamente por hacer las cosas de la manera correcta y con una visión empresarial que acompaña a su proyecto artístico, para abrirse un espacio en la industria costarricense.
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Aunque crecieron con los bailes y las coreografías del grupo Maromero, Diego (28) y David (25) unieron sus caminos en la música por casualidad. Fue durante un viaje de mochileros por Europa en el 2011, donde se vieron en la necesidad de tocar en la calle como un espectáculo itinerante para conseguir algo de dinero y mantenerse por unos días más. Con un ukelele y un yembe de juguete comenzó la aventura.
“Antes de irnos de viaje mi papá nos dijo que nos lleváramos un ukelele y un yembe pequeñito, por si pasaba algo. Un día en Alemania nos vimos en la necesidad y, diay, empezamos a tocar La Bamba en la calle; todo el mundo como loco. Esa vez logramos recoger como 70 euros”, recordó Diego, sobre la aventura que les dio la idea para unir su talento.
“Con esa plata pagamos un par de noches en un hostelito, también compramos algo de comida y la repartimos entre algunas personas que no tienen hogar que estaban ahí. Era lo mínimo que podíamos hacer porque en cierta forma les quitamos algo de lo que les iban a dar a ellos”, agregó David.
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Como buenos hermanos tienen muchas similitudes pero también grandes diferencias; eso lo han sabido aprovechar para su agrupación. Algo en lo que se parecen bastante es en las ganas de hacer cosas nuevas, justamente algo que los llevó luego de esa mochileada a terminar en India tocando para niños de la organización Save the Children.
“En el viaje nos dimos cuenta de que tenemos familiares que son embajadores allá, les enviamos correos y nos invitaron a ir. Imagínese lo que fue estar frente a tantos niños con necesidades especiales que, al final, terminaron bailando la coreografía de Periquito se parece a su papá”, contó Diego.
“En ese momento nos dimos cuenta de que la música realmente es el idioma universal. Ahí pusimos en práctica todo lo que aprendimos con Maromero”, explicó David.
A su regreso al país ya sabían qué querían hacer: dedicar su vida a ser felices a los demás por medio de la música, bajo uno de los lemas de vida de su papá: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”, palabras de la Madre Teresa de Calcuta.
El trabajo apenas comenzaba, tenían mucho por planear y por hacer, así que pusieron manos a la obra.
Un paso en falso
De nuevo los papás tuvieron mucho que ver en el impulso para que los muchachos tomaran las riendas de su vida. Cada uno ya había estudiado una carrera universitaria, pero buscaban hacer su vida en las artes.
“Tomen un paso en falso, hagan lo que quieran, pero háganlo bien”, fue el consejo. Así comenzaron a tocar covers en los baby shower de las amigas de mamá, o en las fiestas de 50 años de los vecinos. “Nos pagaban como ¢35.000 por tres horas de espectáculo”, rememoró David. De ahí pasaron a tocar en restaurantes hasta que los descubrió un ejecutivo de un hotel de playa Conchal donde los contrataron como músicos de planta.
Este trabajo les permitió ahorrar para comenzar su empresa. “Duramos como un año y medio solo ganando para comprar el equipo, queríamos hacer las cosas bien y para cuando tuviéramos nuestra primera canción original poder presentarla bien, como debe de ser”, afirmó Diego.
Los hermanos concuerdan en que el proceso fue duro, pero que ahora recogen los frutos de su esfuerzo. Formaron una pequeña empresa que paga salarios, seguros, aporta a sus pensiones y contrata apoyo.
Grupo Chillax tiene varios colaboradores a su alrededor. Aquí todos suman, todos aportan a que la banda salga a flote. “Parte de lo que queremos es crear más oportunidades de trabajo, Chillax es un equipo multidisciplinario que va desde mi mamá haciendo sándwiches para las grabaciones, a mi papá siendo chofer, a mi hermano Daniel dándonos consejos o a los compas yendo a los conciertos aunque sean tarde entre semana”, dijo Diego.
Ahora, siete años después de aquél consejo, Chillax le rinde homenaje a esa visión con el tema Paso en falso, que estrenaron hace un par de semanas. “Te vas de tu charco y empezás a descubrir un mundo y a explorar los paisajes que te van cambiando de a poquito tu realidad”, cantan en la pieza.
Complementos
La relación de Diego y David como hermanos y como seres humanos es de lo más orgánico. Se llevan pocos años, así que eran cómplices desde niños; sin embargo, la complementación artística de ambos da como resultado los buenos réditos que han tenido como músicos.
David es la cordura, la paciencia y la mesura. Es el que lleva la administración y los números, el que tiene los pies en la tierra y el que ama con locura el rock. Por su parte Diego, aunque es el mayor, es el intenso, el que quiere todo de una vez, el enamorado, el de la iniciativa.
Así entonces es como aplican estas diferencias a la creatividad. Al principio era Diego quien tenía muchísimas canciones escritas del montón de veces que le habían roto el corazón; ahora junto a David se unen para la composición. Haciendo un cálculo, Chillax tiene más de 70 canciones escritas deseando ver la luz.
Entre las letras románticas y el orgullo que sienten de ser costarricenses, la obra de Chillax es tan variada como las fusiones de sonidos y géneros que presentan. Recordemos Living Costa Rica, que grabaron en conjunto con Tapón. Esta es una pieza que combina un sonido tropical con tintes urbanos.
“Somos Chillax, papá. Desde Costa Rica, mae”, es el sello que los identifica en sus canciones, pero después de eso, cualquier cosa puede pasar en sus temas con propuestas desde lo acústico hasta lo más latino y electrónico. Diego y David son multiinstrumentistas, eso les ayuda a que las melodías no suenen nada parecido a lo que hay en la esfera.
En una presentación, los hermanos pueden hacer gala de su talento con la armónica, el piano, la guitarra electroacústica o el ukelele (Diego), así como el cajón peruano, yembe, pandereta, shaker y la batería (David); además, ambos cantan. Esto ha llamado la atención para que los tomen en cuenta en grandes festivales de música como Pic-Nic y Capital Imperial.
Quieren más, ya están planeando sacar un disco y tienen su mirada puesta en la internacionalización. “A largo plazo siempre hemos soñado servir, pensamos en una fundación Chillax para apoyar a los niños en riesgo social, para que con la música puedan tener una opción diferente para salir adelante”, explicó David.
Otro de los sueños que tienen como hermanos es representar al país fuera de las fronteras y que al escucharlos, el público internacional identifique a Costa Rica con su música.
Chillax es el resultado de una filosofía de vida chill out, que abarca también la música variada y relax, ser relajados pero conscientes de que nada llega llega sin trabajo y esfuerzo.