El primer álbum que tuvo el baterista de Gandhi, Massimo Hernández, fue Soda Stereo . Tenía 11 años y un casete que le cambiaría la vida. Gustavo Cerati tenía 25 años y una banda que alteraría las reglas del juego para el rock de toda América Latina.
Como Hernández, una generación del rock costarricense creció con la voz y letra de Cerati. Del primero al último disco de Soda Stereo, y durante su carrera como solista, Cerati fue un modelo y una inspiración para un puñado de bandas que se empeñaban por labrar un rock propio.
“ Cerati, como solista y en Soda Stereo , era fuera de serie en todo aspecto. Como compositor, no había nadie que se le acercara”, opina Hernández. “Su más grande aporte, para mí, fue que con Soda puso a un grupo latinoamericano al nivel de cualquier grupo de cualquier parte del mundo. Hizo que Soda Stereo llegara a nosotros como cualquier grupo de Europa o de Estados Unidos”, añade.
Esa fue la llama que encendió Cerati, con sonido, letras y look más similar a lo anglosajón que a lo que sus predecesores del rock latino habían hecho.
“Me vi muy influenciado por la música de Soda Stereo en su momento, y creo que así les pasó a varios grupos a principios de los años 90”, señala Luis Arenas. En 1996, El Parque, donde tocaba Arenas, fue telonero en la última presentación de Soda Stereo en Costa Rica.
Los músicos que lo vieron durante sus visitas lo recuerdan como reservado y distante. “Cerati estaba en un etapa donde no quería ver a nadie, estaba encerrado en la habitación. Esas son cosas que la gente cree que es por pesado y puede ser que estuviera muy agobiado, muy cansado”, considera Arenas.
En el país. “A algunos nos gustaba el rock nacional de Argentina. Por fiebre, uno conseguía casetes, pero no era algo popular pero, para mucha gente, no existía eso. Para nosotros, fue el primer grupo que podía hacer gran música en español y hablando de ‘vos’”, dice Carlos Calilo Pardo.
En 1987, Pardo tocaba con Café con Leche , la banda que abrió su concierto en Bonanza (Cariari de Belén). Poco antes, ese mismo año, Soda Stereo había estado en el país como parte de su primera gira promocional por Centroamérica.
Pardo los recibió en su programa de Radio Uno en 1987 : “Estuvimos conversando sobre las canciones, las influencias que habían tenido... En general, hablando de música. Los tres (Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio) tenían temperamentos diferentes, pero el líder era Cerati”.
En esa gira grabaron también seis canciones para el programa de canal 7 Fantástico , que conducía Leonardo Perucci, y que recibió a otros grandes músicos de la época. “Fue impresionante, en ese momento, grabarle a un grupo que estaría en el número uno de todas las listas de América Latina”, recuerda Perucci.
Tras las presentaciones, José Capmany, junto con Café con Leche, les organizaron una fiesta en las instalaciones de Seagram, en Curridabat. Llegaron grupos como U-manos y Distorsión, y terminaron tocando.
“Cuando Distorsión se subió a tocar, me invitó a tocar una canción”, recuerda Mario Maisonnave, quien ya se había separado de la banda.
“Había tanta ingenuidad que las bandas nacionales se mataban por tocar para Soda Stereo pensando que los iban a ‘descubrir’, mientras ellos (Soda Stereo) estaban en la misma posición, tratando de darse a conocer”, recuerda.
Maisonnave, argentino, también recuerda que, cuando empezaron en Buenos Aires, Soda Stereo era, más bien, objeto de burla. “Soda salió con este sonido y look más pop, pero con mucha influencia de bandas como The Cure, con pelos parados y pintados. Al principio, se les veía como superficiales”, dice.
Con Nada personal (1985), fue otra cosa: “Ahí empezó a cambiar la historia totalmente en el Cono Sur: ahí empezaron a tomárselos en serio”, dice Maisonnave. Aquí, el impacto fue inmediato: “El mercado estaba listo para eso y prendió enseguida”, agrega.
Más allá de la actitud y la proyección internacionales de Soda Stereo y Cerati, las cualidades de su música cambiaron el rumbo para muchas bandas. “En el momento en el que yo era adolescente, Soda Stereo era algo que llegó a pintar de otro color todo lo que había”, dice Luis Montalberth-Smith, voz de Gandhi.
“Fue un maestro de la metáfora, de una metáfora plástica. Lograba tener esa elasticidad de trascender del idioma. Hay otros grupos que se sienten muy mexicanos, muy españoles... Cerati, por más argentino que fuera, nunca dejé de percibir su música universal”, señala el músico.
Gandhi participó en el disco que BMG lanzó como tributo a Soda Stereo en el 2001, junto con bandas como Aterciopelados y Moenia.
Sonido. Luis Arenas destaca en que el simbolismo de sus letras y la progresión de acordes de sus canciones marcaron a múltiples bandas. Coincide el guitarrista Bernal Villegas, quien lo conoció en 1987: “Estaba siempre a la vanguardia: tenía mucho look , pero también calidad. Lo que logró fue porque era una persona muy informada, muy inteligente y muy culta. Gracias a su legado, muchos hemos hecho muchas cosas”.
La influencia de Cerati se prolonga hasta generaciones más recientes de músicos como la de Javier Arce (voz de Cocofunka), nacido en pleno auge de Soda Stereo, en 1989.
“Hay músicos que son como amigos de uno aunque uno no los conozca”, dice Arce. “Recuerdo perfectamente el Bocanada (1999) porque ese disco me lo había pasado un primo. Fue clave en lo personal por esa elegancia en el sonido, esa mezcla de elementos electrónicos y sintetizadores con música orgánica –pues hay instrumentistas–”, señala.
Pablo Rojas, guitarra y voz de Florian Droids , lo tiene claro: “Es como mi figura paterna musical. Decidí tocar guitarra y hacer música gracias a él”. Cuando no era fácil encontrar música en línea, los gustos de Cerati lo dirigían a otras bandas, e incluso a los instrumentos y software que usa.
Rojas lo conoció cuando vino con el proyecto electrónico Roken , en el 2004. “No le gustaba contar historias, sino que a través de la música lograba pintar colores. Veía las palabras como separadas del significado en sí; veía belleza en su sonoridad”.
Cerati estuvo aquí por primera vez hace 27 años. Nunca se fue.