Esta crónica la comienzo sintiendo pesar por las personas que no pudieron asistir a alguno de los dos conciertos que ofreció la costarricense Debi Nova, este fin de semana, en el Teatro Nacional, en San José. Les aseguro de que se perdieron de uno de los espectáculos más hermosos que se hayan presentado en nuestro país.
Quienes se quedaron sin ser parte de los recitales de Debi deberían de sentir pena ya que, al menos el concierto del viernes 14 de febrero (el que tuve la oportunidad de disfrutar), fue algo más que sublime y estoy segura de que el sábado 15 la experiencia fue la misma.
Debi volvió a su patria natal para festejar sus primeros 10 años de carrera profesional en la música, una década desde que publicó Luna nueva, su álbum debut. La madurez que ha alcanzado Debi en estos 10 años se nota en el escenario, ella es una artista completa: canta, baila, toca guitarra, toca piano, vive, disfruta, goza y, por supuesto, enamora; todo eso se logra solo a punta de trabajo y de pasión.
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El concierto del viernes estuvo cargado de momentos dulces y también intensos. Así es la música de Nova, un viaje por diferentes colores y sentimientos gracias a una obra compleja, pero a la vez sutil, que se encarga de que las emociones viajen a la libre; eso sí, dirigidas por la voz de la costarricense.
Debi apareció en el escenario del Teatro Nacional a eso de las 8:25 p. m., justo después de que el colombiano Juan Pablo Vega (productor del nuevo disco de la tica) calentara los ánimos del público que llenó el teatro la noche del viernes. Como una diva, así arribó la artista a escena: vestida con un traje sastre de color rojo vivo, con un moño en su cabello y con esa sonrisa tan característica que siempre se ve en su rostro y que por supuesto contagia a cualquiera.
El amor lo quita todo fue la canción escogida para abrir el concierto. Debi, acompañada por una banda muy sólida en sonidos y dos grandes coristas como lo son las talentosas Kumary Sawyers y Sharow Granera, se deshizo en intensidad en escena con el tema de apertura.
Nova pasó durante todo el recital entre guitarras, teclados y piano, demostrando así su calidad como instrumentista y también como mujer del espectáculo. El show fue bien pensado, planeado con amor, realizado con clase, en fin, de altura.
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La sensibilidad de Debi quedó reflejada en la selección de las canciones que interpretó en la velada. La artista hizo un repaso por sus discos Luna nueva, Soy y Gran ciudad y aprovechó la tarima del Teatro Nacional para adelantar algunos temas de lo que será su nueva producción: 3:33, que verá la luz en mayo, según confirmó la artista.
La fecha del 14 de febrero fue especial para el concierto. Desde que tuvo su primera conversación con el público, Debi dejó muy en claro que era una noche para cantarle al amor y más adelante en el espectáculo reafirmó su intención al decir que el Teatro Nacional sirvió como punto de encuentro para cantarle a cualquier tipo de amor: “Sin discriminación de raza, religión, política ni orientación sexual”, frase que fue fuertemente aplaudida por la audiencia.
Música que eriza la piel
“Lo más especial de esta noche es cada uno de ustedes. Cuando me pongo a pensar que todos venimos de lugares diferentes, que todos tenemos historias distintas y que de todos los rincones del universo nos tocó coincidir hoy aquí eso es extraordinario y lo atesoro y lo agradezco mucho”, dijo Nova en su primera intervención con el público.
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La complicidad de Debi con sus seguidores se sintió a flor de piel en cada una de las canciones del repertorio que interpretó la compositora. No hubo ni uno solo de los temas que no fuera aplaudido de manera calurosa y es que las canciones de Debi erizan la piel, llegan a lo más profundo del alma y provocan sonrisas de alegría ya sea con ritmos como el reggae, el pop, el intenso blues o los más latinos.
La noche prometía muchas sorpresas y así fue. Durante el espectáculo cada uno de los acompañantes de Debi en escena tuvieron la oportunidad de lucirse y es que ella, con su comprobada potencia no se roba el show, sabe bien que depende de sus compañeros para que el espectáculo sea de altura.
Así fue, por ejemplo, cuando interpretó Cupido. Fue un momento bello en el cual Kumary Sawyers tomó el frente del escenario para sacar toda su potencia vocal y acompañar (también protagonizar) el momento junto a Debi. Baile, sensualidad y diversión, así se puede resumir la presentación.
En una perfecta sincronía con sus músicos, la tica presentó en una versión más íntima junto a guitarristas y percusionistas las canciones Drummer Boy y Corazón abierto; pero también mostró su fortaleza femenina cuando acompañada por Sonia Bruno en el chelo y Lourdes Lobo en el violín más Kumary y Sharow las canciones Superpoderes y Bola de cristal.
Pero las sorpresas no se quedarían ahí. Debi invitó al escenario a Juan Pablo Vega para cantar juntos Quédate, su último éxito, ese que canta dulcemente en su versión original con el puertorriqueño Pedro Capó. Para ese momento la compositora ya se había cambiado de vestuario y, regia y bella como es, se veía demasiado elegante con un atuendo en tonos celestes y grises plateados.
Más adelante fue el costarricense Felipe Pérez, de la agrupación nacional 424, quien la acompañó al micrófono. El espléndido dueto interpretó Hábito, una de las canciones más intensas del repertorio de Debi.
En definitiva, el primer concierto de Debi Nova en el Teatro Nacional fue un espectáculo digno de verse, de talla internacional, de calidad inigualable. Da gusto y orgullo saber que Costa Rica tiene en Debi a una gran artista, a una gran representante del talento que hay en el país.