Debo empezar esta crónica escribiendo en primera persona porque tengo que decirlo: regresar a un concierto masivo me devolvió mucha de esa alegría que desde hace más de un año sentí que me arrebataron de golpe.
Volver a vivir en carne propia la emoción cuando se apagaron las luces del recinto y cuando el silencio fue roto por los gritos del público, es algo que agradecí con el alma. Sonreír por escuchar un gracias dicho desde el corazón de una mujer que gritó a todo pulmón y sentirme dichosa por la felicidad que brotó de los aplausos del público, definitivamente me hizo sentir viva.
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Ver el Anfiteatro Coca-Cola del Parque Viva con una muy buena cantidad de público que se reunió a escuchar música nacional, me llenó de esperanza. Y sí, también volver al corre corre y a la adrenalina que significa cubrir un espectáculo en vivo, me dio ese fresquito periodístico que necesitaba desde hace mucho.
Malpaís y Son de Tikizia fueron los anfitriones de la fiesta, pero el público tico de verdad que fue el encargado de poner el punto alto a una fiesta nacional que se celebró la noche de este sábado 6 de noviembre en el recinto alajuelense en lo que fue el primero de los dos planes piloto que se aplican para la reactivación del sector del entretenimiento, una industria que se ha visto duramente afectada por la pandemia. Así que sí, volver a un concierto es alegría, es dicha, es hasta orgullo.
“¿Listos?”, con esa simple pregunta el músico Jaime Gamboa puso el punto de inicio a lo que prometía ser una noche cargada de amor, de baile, de aplausos, de gritos y risas tapadas por mascarillas.
No podían faltar unos que otros gritos de “güip güip” al ritmo de las más movidas canciones de Malpaís. Tampoco sobraron los vítores al ver a los experimentados músicos ejecutar magistralmente sus instrumentos o a Daniela Rodríguez interpretar con su gran voz los temas; definitivamente este concierto no solo fue esperado por más de un año por los fans de la agrupación, sino por un público amante de la música nacional que necesitaba regresar a la vivencia de los shows en vivo, a departir en un espectáculo, a escuchar con sonido impecable buenas canciones.
Fiesta y sorpresas
Sobre el escenario se notaba que se vivía un fiestón también. No es lo mismo -han dicho incontadas veces los artistas nacionales- cantar y tocar frente a una cámara que ante un público, así que Malpaís y sus amigos de Son de Tikizia entregaron alma, cuerpo y corazón sobre el escenario del anfiteatro para celebrar por todo lo alto este regreso.
Durante todo el concierto Malpaís estuvo acompañado por los cantantes Jan Félix Quintana y Carlos Castillo, así como del músico Wálter Flores, de Son de Tikizia, pero en el camino se sumaron más y más músicos de la banda hermana que le dieron al repertorio del concierto un sabor muy especial.
Malpaís y amigos tocaron en principio Vuela sobre la ciudad, Marina, El Barrio de los jazmines, Hombre, Alicia en la Habana y Abril. Cuando empezaron a sonar las primeras notas de Otro lugar se sabía que el público se iba a descontrolar, con mascarilla y en burbujas, pero sí, se descontroló en el cántico de un coro que se siente tan cercano como si fuera un himno. La percusión de los músicos de Son de Tikizia le dio un tono muy especial a esta canción.
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Por su puesto que Fidel Gamboa -el músico, hermano, amigo, productor, cantante y alma de Malpaís- no podía quedar por fuera de un evento tan especial, así que durante el recital su hermano Jaime y sus otros hermanos de Malpaís le rindieron tributo con temas como ¿Por qué regresa abril? y El perro azul de la nostalgia. El público respondió a este homenaje con un aplauso extenso y que se sintió como un abrazo de esos que todavía no podemos dar, pero que los añoramos.
Contramarea llevó al show la nota más romántica de la noche, con propuesta de boda incluida. Kevin Jiménez hizo todo lo posible para aprovechar la gran noche y pedirle matrimonio a su novia Deikel C. Fallas. Ellos son pareja desde el 2015 y la noche de este sábado dieron un paso más en su relación al comprometerse en matrimonio. En medio de los aplausos de la gente que los rodeaba, Deikel dijo que sí.
Tras el dulce momento romántico, la lista de canciones siguió el repaso por todos los discos de Malpaís, Tras el ventanal, Como un pájaro, Remando lento y Muchacha y luna siguieron en escena, para esta última subió a tarima toda la fuerza de los vientos de Son de Tikizia: trompeta, saxofones y trombones le dieron una profundidad e intensidad muy distintas a esta icónica canción.
Bandas hermanas
Son de Tikizia se apropió de la tarima, con su salsa intensa puso la nota más salsera del recital. La banda en pleno: percusión, vientos, teclado, guitarra y voces se unieron para interpretar Yo no quiero ser, tema que apreció mucho el público.
Después del bailongo, Malpaís volvió pero para hacer mancuerna con Son de Tikizia a partir de ahí. Las dos bandas, como hermanas que son, se deleitaron en la interpretación en conjunto de piezas como El marino y la mulata, la sabrosísima Canela y miel, Ya no quiero más llorar, Bolero yo y la enérgica (y realista) Hila y reta. El cancionero siguió por supuesto que con Malpaís, así como Amigos, la divertida Son inú y la dolorosa Presagio. Coyolera sirvió para cerrar con broche de oro una noche que pese a las mascarillas y al gel para las manos, se sintió como antes, como si nunca nos hubiéramos separado.