Fue un dios. Protagonizó un sueño americano cinco estrellas. Fue acusado del brutal doble asesinato de su esposa y un amigo de esta. Fue declarado "no culpable" en el "Juicio del Siglo". Siguió sumido en escándalos. Se convirtió en un remedo de sí mismo. Fue condenado a 33 años de cárcel por secuestro y robo con armas. Este jueves recibió libertad condicional bajo palabra. Saldrá de la cárcel en octubre próximo. Es probable que protagonice un reality show sobre su vida. Es posible que vuelva a ser rico y famoso. Y, también, que siga jugando a la ruleta rusa con su vida. Visto lo visto, con Orenthal James Simpson puede ocurrir absolutamente cualquier cosa.
Pero eso ya deberíamos saberlo. En especial quienes podemos vivir para contar que fuimos testigos presenciales de los hechos ocurridos la tarde del 17 de junio de 1994, cuando más de 90 millones de personas en Estados Unidos presenciaron en vivo y en directo, por televisión, cómo un helicóptero policial perseguía por una autopista interestatal de Los Ángeles, California, un vehículo Ford Bronco de color blanco.
A bordo viajaba la exestrella estadounidense O.J. Simpson, entonces de 46 años y quien solo unas horas antes había sido declarado fugitivo por incumplir su promesa de entregarse a las autoridades para responder nada menos que por los cargos de masacrar a su exesposa, Nicole Brown y al amigo de esta, Ronald Goldman.
Al volante del Bronco iba su amigo Al Cowlings y, como si toda la trama no fuera ya demasiado dantesca, las transmisiones policiales dejaron saber a la millonada de espectadores que el exastro llevaba una pistola y amenazaba con suicidarse. Dos más dos, cuatro. La misma pregunta que se erigió en ese momento, sigue vigente --y por supuesto, sin contestar-- al día de hoy, 23 años después del doble homicidio. ¿Por qué habría sufrido OJ Simpson semejante colapso si fuera inocente?
Tras la persecución, que duró aproximadamente dos horas y acabó frente a su mansión en Los Ángeles, las cámaras de los helicópteros emitieron en directo la rendición de Simpson luego de varias horas de negociaciones con la policía.
Por supuesto, el mundo aún no lo sabía pero aquel pasaje está considerado como primer reality show de la historia. De hecho, aún hoy, en medio de la globalización de las comunicaciones, la persecución de OJ encabeza los rankings de momentos históricos que paralizaron al mundo, y se equipara a sucesos como la llegada del hombre a la Luna, el asesinato del presidente John F. Kennedy o los atentados del 11 de setiembre del 2001 en Estados Unidos.
Un año después, el mundo contemplaría durante 10 meses un proceso penal contra OJ, quien respaldado por un equipo legal conformado por verdaderos pesos pesados, logró una declaratoria de "no culpable", en un juicio muy permeado por consideraciones racistas que habrían afectado el proceso de investigación policial contra el imputado.
El día del veredicto, el 3 de octubre de 1995, 145 millones de personas fueron testigos de cómo Simpson era declarado no culpable y libre de todos los cargos, mientras este explotaba en un conmovedor llanto junto con su equipo de defensores.
La imagen, una y mil veces transmitida durante todos estos años, es parte ya del stock de la cultura pop.
Y es aquí donde el surrealismo empieza a dar sus volteretas, o más bien, parece que la historia de OJ es la que empieza a dar vueltas en un círculo que ha terminado por rebasar la capacidad de asombro del mundo entero.
Una vez superado el trance del juicio de 1995, el vulnerable y humilde Simpson que se vio en el estrado fue retomando la calma y, a la larga, volvió a empoderarse sobre sus maltrechos cimientos.
Empezó a coleccionar escándalos en medio de dudas y el repudio de muchos, quienes veían cómo la megaestrella del deporte y también exactor, les restregaba su triunfo judicial a las familias de Nicole Simpson y Ronald Goldman. OJ siguió su empedrado camino hasta que, por fin, en setiembre del 2007, ratificó que estaba fuera de control. Daba la impresión de que la absolutoria en el juicio le había conferido una sensación de impunidad total.
El 13 de setiembre del 2007, O.J. Simpson, acompañado de un grupo de hombres armados, irrumpieron en una habitación del casino hotel Palace Station, en Las Vegas, para tomar por asalto artículos deportivos de dos coleccionistas, valorados en 100 mil dólares. Simpson y sus acompañantes se llevaron objetos firmados por la exestrella de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés) y otros artículos, que Simpson consideraba de su propiedad. El robo fue denunciado por Bruce Fremong, un vendedor de artículos deportivos que, según reconoció, concertó una entrevista en un hotel con un comprador anónimo, y en lugar de este apareció Simpson, quien le reclamó que esos artículos le pertenecían.
Fremong dijo en su declaración que Simpson empezó a gritar: "¡Esta es toda mi mierda! Todo esto me pertenece. Tú me la has robado. Recojamos todo y salgamos de aquí". Durante la disputa, uno de los cómplices del exjugador apuntó con una pistola al rostro de Fremong, según este, y le gritó:
"Te voy a disparar en el culo". El comerciante dijo que la confrontación se alargó por un periodo de cinco o seis minutos y terminó cuando los supuestos ladrones introdujeron centenas de artículos en fundas de almohada y abandonaron el Palace Station.
Cuatro de las personas que acompañaban a Simpson -Charles Cashmore, Walter "Goldie" Alexander, Michael "Spencer" McClinton y Charles Ehrlich- se declararon culpables de cargos menores y accedieron a testificar contra OJ.
En diciembre del 2008, le cayó todo el peso de la ley: fue condenado a un máximo de 33 años de prisión y un mínimo de nueve, por robo a mano armada y secuestro, entre otros delitos. Trece años después de haber sido absuelto en el juicio del siglo, con todo lo dificultosas y onerosas que fueron las maniobras legales de su soñado equipo de abogados, ahora Simpson se enterraba por causa de su mala cabeza. Y claro, también porque el sistema judicial de EE.UU. se las cobró todas juntas.
Como lo dirían hasta la saciedad expertos legales en decenas de entrevistas, la sensación de que Simpson y su equipo le torcieran el codo a la justicia en el caso del doble crimen, de alguna manera propició que en la sentencia de Las Vegas se percibiera totalmente "excesiva" en vista de los hechos que se estaban juzgando. El documental OJ, Hecho en América, reseñaría posteriormente con todo detalle, versiones de primera mano de los otros acusados y hasta grabaciones de cámaras del hotel, el extraño y hasta cómico incidente en Las Vegas. El delito del "secuestro", por ejemplo, fue una privación de libertad de unos minutos. Y así con casi todos los otros cargos que se le imputaron.
De hecho, expertos y el mismo Simpson aseguraron posteriormente que fue la mala asesoría legal la que le valió la tremenda cantidad de años que se le impusieron. De haberse declarado culpable, habría recibido una condena de solo cuatro años.
Lo cierto es que, de nuevo, el mundo entero contemplaba a un OJ Simpson en un estrado judicial, solo que esta vez vestido con un traje azul de prisionero, ya con 61 años, devastado y con voz quebrada, pidiendo clemencia. Nada más opuesto al del aplastante triunfador del juicio del siglo, ataviado con un traje de diseñador y aún atlético y muy atractivo.
Los años se van volando y, en el caso de OJ, parecen irse levitando. Cuatro años atrás, en 2013, durante una de sus comparecencias para solicitar la libertad condicional, los abogados de Simpson casi salieron a gritarle al mundo --mediante la prensa-- que su cliente debía ser liberado por razones humanitarias.
Sus abogados aseguraron que la diabetes que sufría el exastro le había provocado un sobrepeso de 150 kilos y que prácticamente le era imposible caminar. Los fuertes y frecuentes golpes recibidos en sus piernas en su tiempo de jugador, aseguraron, le provocaron severas heridas en sus rodillas, hoy curtidas de cicatrices. "Sus articulaciones están devoradas por la artritis que empezó a padecer hace décadas y no puede dar más de 10 pasos sin ayuda de un bastón", repicaron varios medios del mundo, mientras aquel que alguna vez fuera un mito del deporte norteamericano y hasta actor de cine, se manifestaba avergonzado por su situación y reclamaba que su única esperanza era obtener la libertad condicional y "salir como un fantasma" de la prisión. Incluso, llegó a decir que, si le concedían el beneficio, no quería cámaras cerca, pues estaba seguro de que pronto estaría confinado a una silla de ruedas en la que pasaría el resto de sus días.
También solicitó su derecho a "morir en paz" en su casa. Así de enfermo se declaró, en varias petitorias entre 2013 y 2014.
"Lo peor está por venir", pronosticaban los medios (en cuenta, un reportaje de la Revista Dominical), ante tan desoladora perspectiva.
Como ya se dijo, con OJ Simpson el tiempo parece pasar en un tris. Hace unas semanas la prensa internacional dio la alerta de que este jueves 20 de julio, Simpson tendría su oportunidad dorada para solicitar la libertad condicional en vista de que ya purgó los primeros 9 años de su condena de 33 (que prácticamente equivalía a una cadena perpetua).
La audiencia de este jueves volvió a ser todo un espectáculo. Programada para durar unos minutos, se volvió un largometraje de casi dos horas en las que un remozado OJ Simpson volvió por sus fueros y acopió todo el encanto con el que conquistó a América no una, sino varias veces en el pasado.
Los cuatro comisionados de libertad condicional que realizaron la audiencia votaron por su liberación después de una media hora de deliberaciones. Citaron la ausencia de una condena previa, el bajo riesgo de que vuelva a cometer otro delito, el respaldo de la comunidad y sus planes una vez que sea liberado, que incluyen mudarse a Florida, según una reseña de la agencia AFP.
"Gracias, gracias, gracias" , dijo Simpson en voz tenue después de bajar la cabeza en señal de alivio. Al levantarse de su asiento para volver a su celda, suspiró profundamente.
Entonces, cuando iba por el pasillo, la exestrella del fútbol americano levantó sus manos sobre la cabeza en señal de triunfo y dijo "¡Oh, Dios, oh!"
La hermana de Simpson, Shirley Baker, lloró y abrazó a la hija de 48 años de Simpson, Arnelle, quien se cubrió la boca con la mano.
Durante la audiencia Simpson se vio obligado a insistir — como lo ha hecho todo el tiempo — en que solo intentaba recuperar sus pertenencias y que no pretendía lastimar a nadie. Dijo que nunca le apuntó a nadie con un arma ni realizó amenazas.
"Lamento que haya sucedido, lo siento, Nevada" , dijo al panel. "Pensé que estaría contento de recuperar mis cosas, pero no valió la pena. No valió la pena y lo lamento" .
El recluso número 1027820 realizó su solicitud de libertad en una austera sala de audiencias del Centro Correccional Lovelock en la región rural de Nevada, mientras los cuatro comisionados de libertad condicional de Carson City, a dos horas de distancia en auto, lo interrogaron en una videoconferencia.
Con el cabello entrecano y más delgado de lo que había lucido en años recientes, Simpson entró a la sala de audiencias en pantalones de mezclilla, la camisa azul reglamentaria de su uniforme de prisión y zapatos deportivos. En un momento rió cuando la presidenta de la junta de libertad condicional se equivocó al decir que Simpson tenía 90 años. En realidad, el tipo desbordó optimismo y buen humor, pues hasta hizo varios comentarios hilarantes y una que otra broma, como cuando aseguró que se mudaría a Florida, aunque eso no significaba que no quisiera vivir en Nevada. "Solo que no creo que me quieran por aquí", dijo sonriente.
Las posibilidades de que el legendario running back de la NFL obtuviera su liberación eran consideradas buenas, al tomar en cuenta casos similares y su comportamiento en prisión. Una de las víctimas del robo, Bruce Fromong, declaró en la audiencia a favor de la liberación de "su amigo", Simpson . "Nueve años fue demasiado y siento que es hora de darle una segunda oportunidad".
El otro coleccionista atacado, Alfred Beardsley, murió en noviembre de 2015.
Sus defensores también argumentaron que la sentencia era desproporcionada al crimen y que había sido castigado por los dos asesinatos de los que fue absuelto durante el "Juicio del Siglo" en 1995 en Los Ángeles.
Pero bueno, fiel a su extraño estilo para manejar las situaciones clímax en su vida, un incidente ocurrido días atrás podría haber dado al traste con toda la estrategia legal para su liberación y con todo su buen comportamiento de los últimos 9 años.
De acuerdo con el portal británico Dailymail.com, una oficial femenina del Centro Correccional de Lovelock descubrió a Simpson masturbándose en su celda, lo que está estrictamente prohibido en las prisiones federales de Estados Unidos. Según reveló una fuente de la prisión al Dailymail, el exdeportista tuvo que enfrentarse a una audiencia disciplinaria tras ser hallado satisfaciéndose a sí mismo. "Aunque no conlleve una sanción seria, su fecha potencial de libertad condicional podría ser retrasada o directamente denegada", había especificado la fuente consultada por Daily Mail, hecho que finalmente no sucedió. Sin embargo, la misma fuente aseguró que estos últimos días OJ estuvo preocupado por las consecuencias que podría tener el haber sido pillado en la situación descrita.
Por otra parte, el portal de espectáculos TMZ especuló con que existe una gran posibilidad de un programa de telerrealidad, después del éxito de series como American Crime Story y el documental ganador del Óscar O.J.: Made in America.
"No estoy buscando involucrarme con los medios. Me han ofrecido muchas entrevistas en el tiempo que he estado aquí (...) y las he rechazado", ha dicho Simpson al respecto. Claro, estas declaraciones las ofreció estando en prisión. Habrá que ver qué ocurre cuando recupere su libertad y, de pronto, su sed de reflectores.