
El 28 de febrero, Día de las Enfermedades Raras, el príncipe Frederik —quien falleció por uno de estos padecimientos— reunió a su familia para despedirse. A sus 22 años, el joven heredero de Luxemburgo enfrentaba las etapas finales de una rara enfermedad mitocondrial. En su último adiós, dejó palabras de amor, un toque de humor y una pregunta para su padre que lo marcó para siempre: “Papi, ¿estás orgulloso de mí?”
En el comunicado en el que confirmó la muerte de su hijo menor, el príncipe Robert de Luxemburgo detalló cómo Frederik quiso despedirse individualmente de cada uno de sus familiares presentes en ese encuentro en París: sus hermanos Alexander y Charlotte; sus primos Charly, Louis y Donall; su cuñado, Mansour; y sus tíos Charlotte y Mark, además de sus padres.
“Después de regalarnos a cada uno nuestras despedidas —algunas amables, otras sabias, otras llenas de consejos—, con su inconfundible estilo, Frederik nos dejó a todos con un último chiste familiar de larga data. Incluso, en sus últimos momentos, su sentido del humor y su infinita compasión lo impulsaron a hacernos reír una vez más... para animarnos a todos”, relató Robert de Luxemburgo, sin revelar cuál fue la broma de su hijo.
Al despedirse de su padre, según contó Robert, Frederik le hizo una pregunta:
—Papá, ¿estás orgulloso de mí?
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Robert destacó que el momento fue especial, pues su hijo apenas podía hablar en los últimos días. Según él, la claridad de esas palabras fue “tan sorprendente como profundo fue el peso del momento”. También aseguró que su respuesta fue fácil.
“La respuesta fue muy sencilla, y él la había escuchado tantas veces... pero en ese momento necesitaba la certeza de que había dado todo lo que podía en su corta y hermosa existencia, y que ahora finalmente podía seguir adelante. Frederik sabe que es mi superhéroe, así como lo es para toda nuestra familia, para tantos buenos amigos y, ahora, gracias a su Fundación POLG, para muchas personas en todo el mundo. Parte de su superpoder era su capacidad de inspirar y liderar con el ejemplo”, expresó el príncipe Robert.
Frederik nació el 18 de marzo de 2002 como el hijo menor del príncipe Robert de Luxemburgo y la princesa Julie de Nassau, miembros de la Casa de Nassau, la dinastía gobernante de Luxemburgo. Era el tercer hijo del matrimonio, después de sus hermanos mayores, Alexander y Charlotte, y también era primo del gran duque Enrique de Luxemburgo.

Criado en una de las familias más influyentes del país, Frederik tuvo una infancia normal, dividiendo su tiempo entre ciudades como Londres, en el Reino Unido, y Ginebra, en Suiza, donde estudió en algunas de las escuelas internacionales más prestigiosas, según el Luxembourg Times.
Sin embargo, su vida cambió drásticamente cuando, a los 14 años, fue diagnosticado con POLG, un trastorno mitocondrial genético que priva a las células del cuerpo de energía, causando disfunción y fallos progresivos en múltiples órganos. Sin cura, esta condición afecta principalmente el cerebro, los músculos, los nervios y el hígado, con una evolución más agresiva en quienes la desarrollan en la infancia.
Su familia inició de inmediato la búsqueda de una cura, pero, con el paso de los años, esa esperanza se fue desvaneciendo. A pesar de un pronóstico desalentador, Frederik nunca cambió su actitud y decidió usar su alegría, optimismo y determinación para crear conciencia sobre las enfermedades raras y sobre cómo es vivir con una condición genética incurable.
Eso fue posible gracias a la Fundación POLG, dedicada a la investigación y búsqueda de tratamientos para este trastorno. Desde el inicio, Frederik se involucró activamente en la lucha contra la enfermedad, creando la fundación para impulsar estudios y visibilizar esta condición genética.
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El principal objetivo de la Fundación POLG es financiar proyectos de investigación que busquen tratamientos efectivos y, en el futuro, una posible cura. Además, trabaja en la difusión de información para educar al público y a la comunidad médica sobre esta rara enfermedad, con el fin de mejorar el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes afectados.
Tras la muerte de Frederik, su familia reafirmó su compromiso de continuar con su legado a través de la fundación, con la esperanza de que algún día esta enfermedad tenga cura.
Como lo describió su padre: “Frederik nació con una capacidad especial para la positividad, la alegría y la determinación. Cuando era niño, siempre decía que, si había un hijo por el que nunca tendría que preocuparme, era él”. También destacó que el joven tenía “habilidades sociales como nadie, un increíble sentido del humor, una inteligencia emocional y una compasión incomparables, además de un sentido de la justicia, la imparcialidad y la decencia sin límites”.