Richard Gere tiene 75 años y mantiene una vitalidad envidiable. Su espíritu optimista y su compromiso con diversas causas marcaron su vida. Desde el budismo hasta la lucha por los derechos humanos en el Tíbet, el actor construyó un legado que trasciende el cine.
Durante el fin de semana, llegó a Granada, España, en un avión privado para recibir el Goya Internacional, un galardón que la Academia de Cine de ese país otorga a figuras cuyo impacto ha sido global. Antonio Banderas, su amigo y colega, le entregó el premio.
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Gere pronunció un discurso improvisado que fue ovacionado por el público. Sin guion ni papeles, habló con sinceridad sobre su carrera y su filosofía de vida.
Aunque la vejez no le es ajena, su más reciente película, Oh, Canada, lo hizo reflexionar sobre el paso del tiempo. En una entrevista con la revista Credencial durante el Festival de Cannes, confesó que se impactó al verse con el maquillaje de anciano. “Admito que fue aterrador verme así. Un día luciré exactamente de esa manera en la vida real”, comentó.
A pesar de esto, sigue en excelente estado físico. Desde joven, cuando obtuvo una beca por su talento en gimnasia, mantuvo un estilo de vida saludable. Hoy en día, complementa su actividad física con la meditación.
“Antes de empezar, era una persona horrible. Si meditas durante una hora, te sentirás diferente. Es real”, dijo en una entrevista con Express UK.
Su conexión con la meditación comenzó en los años setenta, cuando se acercó al budismo y se convirtió en discípulo del Dalái Lama. Desde entonces, ha sido un defensor de los derechos humanos en el Tíbet y un crítico de la política china en la región.
La meditación no es su único hábito para mantenerse en forma. También practica yoga y sigue una dieta vegetariana, rica en fibra y baja en grasas saturadas y colesterol.
Activismo y vida personal
Ícono de Hollywood en los años ochenta y noventa, Gere dejó de lado los grandes estrenos, pero continúa involucrado en causas humanitarias. Vive en Madrid con su esposa, la española Alejandra Silva.
Entre sus películas más recordadas están American Gigolo, Un oficial y un caballero, Cotton Club, Novia fugitiva y Chicago, por la que ganó un Globo de Oro. Sin embargo, su papel más icónico sigue siendo el de Edward Lewis en Pretty Woman, la moderna historia de Cenicienta junto a Julia Roberts.
Su faceta humanitaria lo ha llevado a colaborar con diversas ONG. En 2019, se sumó a una misión de rescate con Open Arms en el Mediterráneo, donde brindó apoyo a migrantes en situación de riesgo. También ha respaldado fundaciones contra el sida y organizaciones que atienden a niños con cáncer.
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Aunque nunca ha ganado un Óscar, su impacto en la industria es innegable. Nació el 31 de agosto de 1949 en Siracusa, Nueva York, en una familia modesta. Su madre era ama de casa y su padre, agente de seguros.
Desde pequeño, mostró talento musical y aprendió a tocar la guitarra, el piano y la trompeta. También destacó en gimnasia, lo que le permitió obtener una beca para estudiar Filosofía en la Universidad de Massachusetts. Fue en esa etapa cuando se interesó por el budismo y el teatro.
Abandonó la universidad para dedicarse a la actuación. Sus primeros papeles fueron en el Seattle Repertory Theatre y en el Provincetown Playhouse de Nueva York. Debutó en el cine en 1975 con Quiero la verdad, pero obtuvo reconocimiento dos años después con Buscando a Mr. Goodbar, junto a Diane Keaton.
A los 75 años, Richard Gere sigue equilibrando su vida entre el cine, la espiritualidad y el activismo. Su legado trasciende la pantalla y se mantiene vigente como un referente de Hollywood y del compromiso social.