Como bien lo diría Patricia Fernández: “El estreno nos está respirando en la nuca, Marce”. Y es que la continuación de la telenovela colombiana Yo soy Betty, la fea llegará a las pantallas el 19 de julio, gracias a la alianza de Amazon Prime Video y el canal RCN.
Más de 25 años después de la emisión de la exitosa producción, Beatriz Pinzón Solano y Armando Mendoza se juntaron una vez más en Betty, la fea: La historia continúa, secuela que retoma la historia de los esposos, su familia, y también de Ecomoda, la empresa que manejaron juntos.
Hasta el momento se sabe poco sobre la trama de esta nueva entrega, pero queda la duda de cómo será en el 2024 el abordaje que darán los guionistas a temáticas sociales como el machismo, el maltrato, el racismo, la homofobia, la violencia de género o el abuso de poder, las cuales fueron representadas en la serie original de Betty de un modo que difícilmente sería hoy de recibo por una audiencia que ya no tolera igual las bromas o los ataques al aspecto físico, la diversidad sexual o la violencia de género.
Sin duda que habrá fans que esperan que la nueva versión sea una secuela fidedigna de lo que se vio en televisión en 1999 (hasta el 2001 que duró la producción al aire) y que mantenga intacto el humor satírico que la identificó. Pero también estarán quienes esperan una evolución considerando los cambios sociales de los últimos 25 años.
Mientras se revelan los eventuales cambios de tono, repasemos lo que fue Yo soy Betty, la fea a finales de los 90 e inicios de los 2000 y los retos a los que se enfrenta Betty, la fea: La historia continúa en pleno 2024.
Betty, la fea y la representación de la sociedad colombiana de finales del siglo XX
Cuando Yo soy Betty, la fea fue creada por Fernando Gaitán, la idea del escritor y productor era salirse de los cánones tradicionales de las producciones de telenovelas.
Gaitán representó en Betty la cotidianidad de la Colombia de aquellos años, representando muchos dilemas del común de la gente, desde el día a día de los empleados de una empresa hasta los problemas sociales y debates sobre la etnia, la homosexualidad, el género y la clase social.
También se representaron otras temáticas como el uso del poder, la mentira, el engaño y hasta el abuso y el acoso sexual.
En una entrevista del 2019, Ana María Orozco, protagonista de la serie, afirmó: “La novela hace 20 años podía tener comentarios homofóbicos y machistas, reflejaba lo que pasaba en la sociedad y sigue pasando. Pero siento que esta producción visibilizó esas situaciones, con un lenguaje de ese momento, claro que hoy, por supuesto, estaría en la lupa de la crítica”.
Sin embargo, no todo el humor de Betty ha envejecido bien, especialmente a la luz de movimientos sociales como el Me Too, que cobró fuerza a partir del 2017 y expuso la violencia machista y el acoso sexual como nunca antes.
En otra entrevista, Jorge Enrique Abello, quien encarna a Armando Mendoza, manifestó: “Hoy no se podría hacer algo así porque es sectario, hay homofobia, es machista profundamente, maltrata a la mujer y tiene todos los códigos de lo que hoy no se podría hacer. Sin embargo, yo pienso que es una hipocresía cultural porque, finalmente, lo que sucede ahí sigue sucediendo ahora, lo que pasa es que no es políticamente correcto”.
El machismo en Betty, la fea
Podría ser el rubro más polémico de la serie original. Armando era en 1999 un hombre acostumbrado a estar rodeado de mujeres hermosas; un mujeriego empedernido al que no le importaba engañar a su entonces prometida Marcela Valencia (Natalia Ramírez) para seguir teniendo relaciones con cualquier mujer que quisiera.
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Armando, junto a su amigo Mario Calderón (Ricardo Vélez), trama todo tipo de historias para poder salir con modelos que son empleadas de su empresa, en claros ejemplos de abuso de poder por parte del patrón hacia sus empleadas. Además, entre Mario y Armando se desarrollan muchas conversaciones denigrantes hacia la mujer, como por ejemplo cuando se refieren a la belleza de Patricia Fernández (Lorna Cepeda) o cuando hacen comentarios despectivos sobre el aspecto de Betty.
Además, imposible obviar hoy el temperamento explosivo y agresivo de Armando cuando perdía los estribos. Inolvidable es aquella escena en la cual el protagonista toma por el cabello a Patricia y le grita a más no poder. En ese episodio, después de que Armando dejaba la presidencia por los malos manejos de la empresa, le pide a rubia que le informe sobre las llamadas, a lo que ella se niega. Inmediatamente el hombre toma por el cabello a la mujer, la zarandea y le grita.
En el 2020, cuando Yo soy Betty, la fea estaba disponible en Netflix, esa escena provocó molestias en el público, siendo que muchas personas pidieron en redes sociales que eliminaran la imagen o que del todo quitaran el episodio de la plataforma, dado su trasfondo de violencia de género.
El machismo también se ve expuesto en la manipulación que ejerce Armando en su pareja, Marcela, contando los numerosos engaños y cómo la manipula en la toma de decisiones con respecto a la empresa.
Otro personaje que representaba conductas machistas era Hermes Pinzón (Jorge Herrera), papá de Betty. Él manipula a su antojo a su esposa Julia (Adriana Franco), le exige que lo atienda, que le lave y le planche, le grita y la maltrata.
Abuso de poder en Betty, la fea
Una vez más, Armando y Mario son protagonistas de un rubro: el abuso de poder. Ellos, como altos ejecutivos y accionistas de una importante empresa de modas, se aprovechan de su posición para seducir a las modelos que trabajan en la compañía.
En una ocasión, al inicio de la telenovela, Armando le dice a una modelo obsesionada con él que si no lo deja en paz, él se va a encargar de arruinar su carrera profesional y que no vuelva a trabajar nunca más en Colombia.
Mario también saca ventaja al enamorar a la recepcionista Aura María (Stefanía Gómez), quien, aunque quiere tener una relación con él, se ve envuelta en un escándalo sexual por causa de sus decisiones. Lo mismo sucede con Patricia, a quien Mario pretende al estar conciente de los apuros económicos que aquella atraviesa.
Y si hablamos de Betty, ni qué decir. Ambos amigos fraguan todo un plan para enamorar a la singular asistente, con el fin de que no les quite la empresa cuando Armando la pone en las manos de ella.
El feminismo en Betty, la fea
Desde otra perspectiva, Yo soy Betty, la fea rompió con muchos estereotipos que se perpetuaron por décadas en las telenovelas hacia las mujeres. Rompió con aquello de “las pobrecitas” que siempre necesitaban de la protección de un hombre y contó una historia “nueva” para los culebrones latinoamericanos: no importa el aspecto físico para sobresalir en el ámbito profesional y se pueden lograr grandes metas con preparación y esfuerzo.
Betty, poco a poco fue demostrando su conocimiento y sus muchos años de estudio para pasar de ser una asistente a convertirse en la presidenta de la compañía, cargo que le fue ratificado tiempo después de haberse comprometido con Armando.
Algo similar sucedió con Aura María, quien creció en la empresa gracias a su buen desempeño. Ella inició como la recepcionista y pronto fue la asistente de Betty. Marcela también representa a esa mujer empoderada en su trabajo.
Los estándares de belleza en Betty, la fea
La nueva Betty tiene por delante el reto de abordar cambios y evitar perpetuar estereotipos contraproducentes. Por ejemplo, en la serie original todas las mujeres que conformaban el llamado Cuartel de las feas fueron víctimas de bromas por su aspecto físico.
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Bertha (Luces Velásquez) por su sobrepeso, Mariana (María Eugenia Arboleda) por su color de piel, Sandra (Marcela Posada) por ser alta, Sofía (Paula Peña) por su baja estatura, Aura María por su cuerpo exuberante. Salta el recuerdo de cuando el diseñador Hugo Lombardi (Julián Arango) se las presenta a Cecilia Bolocco, quien fue actriz invitada, de la siguiente manera: “Aquí tenemos a miss bonsai, miss holstein (una raza de vaca), miss nevado, miss brownie y miss pechuguín (...) Claro que aquí hay una miss que tiene más títulos que tú: miss moco, mis mamarracho y miss moscorrofio”.
El racismo, la homosexualidad y la discriminación social en Betty, la fea
En 1999, se dieron muchas bromas pasadas de tono sobre Mariana (María Eugenia Arboleda), la secretaria de Marcela Valencia, por ser afrodescendiente. Ella misma hacía comentarios despectivos sobre su color de piel.
Y si hablamos de Hugo Lombardi, el diseñador estrella de Ecomoda, fue blanco constante de chistes, burlas y acoso por su homosexualidad, aunque el personaje siempre se lo tomó a la ligera. Eso sí, cabe destacar que él mismo era el principal encargado de ofender y burlarse de las demás personas. Su humor no solo se basaba en la apariencia física, sino también en la discriminación de clases sociales, principalmente hacia las personas pobres.
A Hugo otros demás personajes lo remedaban con ademanes exagerados, constantemente utilizaban la palabra “loca” para referirse a él e incluso se le cuestionaba “su hombría” por su preferencia sexual.
Estos son solo algunos de los muchos ejemplos de un humor que no ha envejecido bien. Betty, la fea: La historia continúa tiene muchos retos por delante para adaptarse a las nuevas realidades sociales.