El Super Bowl es un espectáculo 100% estadounidense, pero captura la mirada del mundo. La exportación cultural de Estados Unidos –su música, sus deportes y espectáculos– se engloba durante las casi 5 horas de transmisión que suele tomar el juego, final del campeonato de la NFL.
La edición número 50 del Super Bowl contó con todos los ingredientes, y su transmisión, según los datos de CBS, llegó a 111.9 millones de aparatos televisivos solo en Estados Unidos. Es una cifra gande, pero que no logró sobrepasar la del año pasado, cuando sintonizaron 114.4 millones de aparatos.
La transmisión obtuvo una calificación en 49/73; es decir, el 49% de los hogares con televisor lo sintonizaron y el 73% de los televisores se usaron para ver el Super Bowl. Estos números superan los del 2013 y 2014, pero el Super Bowl fue el primero en cuatro años que no rompió récords de audiencia en EE.UU.
“Siempre es agradable marcar un nuevo récord, pero nuestra meta era lgorar que una cantidad enorme de personas viera el juego y eso fue lo que logramos”, comentó Sean McManus, gerente de la cadena CBS.
De todas maneras, el Super Bowl 50 fue el tercer programa televisivo más visto en la historia y su intermedio, dio de qué hablar.
Atractivo. No hay una capa del Super Bowl que no esté hecha para atraer la atención.
El canto del himno nacional, los anuncios y las presentaciones musicales conforman un escaparate para vender productos, promocionar artistas y sobre todo, entretener al público durante la extensa transmisión.
Lady Gaga fue la primera de las atracciones de la tarde. Su elección como la encargada de cantar The Star-Spangled Banner fue vista como arriesgada, porque dos años antes ella cambió la letra del himno, en una celebración de orgullo gay en Nueva York, para decir que su país era “la tierra de los gais”.
Sin embargo, esta vez Gaga mantuvo intacta la letra y se ganó el aplauso por su interpretación.
La revista USA Today dijo que su presentación “dio escalofríos” y The Daily Beast resaltó su itnerpretación “teatral”en constraste con la sobriedad y conservadurismo que suele haber cuando se interpreta dicho himno.
El espectáculo de medio tiempo también estuvo cargado de momentos memorables, aunque la mayoría de ellos poco tuvieron que ver con la banda principal, los ingleses de Coldplay.
Show. Al inicio de la presentación, se vio a decenas de fanáticos corriendo por el campo para acercarse al escenario a ver a Coldplay. Los ingleses se enfocaron en éxitos de su segunda parte de su carrera en la que los coros sencillos y grandilocuentes de Viva la Vida y Paradise, ayudaron a hacer un tanto más llamativa su presentación.
El grupo inglés funcionó más como hilo conductor, dejando que los invitados, Beyoncé y Bruno Mars, demostraran por qué se les encomendó ser protagonistas del Super Bowl en el pasado.
Bruno Mars apareció vestido en negro y dorado –los colores oficiales del Super Bowl 50– con un grupo de bailarines para cantar Uptown Funk y luego fue Beyoncé la que se robó todos los aplausos al interpretar Formation , sencillo que estrenó tan solo unas horas antes.
La aparición de Beyoncé fue criticada por presentadores del medio conservador Fox News, que consideraron el contenido de su canción –y de su presentación– una acción política que no tenía cabida en el Super Bowl.
Andrew Rosenthal del New York Times (medio liberal) criticó la posición de Fox News y la tildó de “críticas ridículas”.
Beyoncé bailó sobre la grama del Levi’s Stadium y luego sobre el escenario en una especie de duelo de baile contra el equipo de Bruno Mars.
Coldplay retomó algo de protagonismo al final del show , cuando cantaron las canciones Fix You –aprovechada para intercalar tomas de otros intermedios del Super Bowl– y Up&Up .