Si HBO MAX ha dado un golpe en la mesa con la serie Doctor Milagro, Netflix ha comenzado el año respondiendo con fuerza.
Aunque llegó a televisoras latinoamericanas a mediados del año pasado, el más reciente remake de Café con aroma a mujer (inspirada en la novela del mismo nombre que fascinó a los ticos en 1994) ha sido una sensación en la plataforma de streaming, posicionándose como la producción más vista de Netflix en 18 países de Latinoamérica; entre ellos Argentina, Costa Rica, Uruguay y México. Además, en España, también ocupa el primer lugar.
Quien había creído que los culebrones habían sido superados por la edad de oro de la televisión no podría estar más equivocado; la historia de Sebastián y Gaviota lo demuestran.
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Siempre vigente
La versión del 2021 de la telenovela, producida por RCN, quiso conservar el espíritu que enamoró al público latinoamericano hace más de dos décadas y tal parece haberlo logrado.
La historia es la siguiente: cada año una muchacha llamada Teresa Suárez, a quien se le conoce como Gaviota (Laura Londoño), viaja con su madre Carmenza (Katherine Vélez) para realizar labores de cosecha de café en una hacienda llamada Casablanca.
Todo cambia cuando Gaviota y su progenitora se hacen propietarias de un terreno para cosechar. La posibilidad de adquirir ese terreno fue gracias a que Gaviota salvó al dueño de la finca de un intento de secuestro, por lo que el hacendado decide agradecerles dándoles espacio para su propia cosecha.
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El drama comienza cuando don Octavio, el dueño de la propiedad, fallece. Tras su deceso, Gaviota acabará conociendo a Sebastián Vallejo (William Levy), el hijo de Octavio, quien recientemente llegó de Nueva York.
De inmediato ambos se gustan, pero Sebastián tiene una relación reciente con Lucía Sanclemente (Carmen Villalobos), una mujer egoísta que en realidad está con Sebastián por un capricho e intereses económicos. El triángulo amoroso queda servido y de ahí derivan los giros, chismes y traiciones que hicieron tan popular a la historia en los noventa.
Eso sí: esta nueva versión tiene algunos cambios argumentales: el villano, Iván Vallejos, ya no es el primo de Sebastián, sino su hermano. Además, en la versión original el protagonista vivía en Londres, no en Nueva York. Son cambios menores que esta producción quiso realizar.
Una versión más
De aquella primera producción de Café con aroma de mujer se recuerda el gigantesco éxito que tuvo la novela en Colombia y en varios países de la región, gracias a los roles protagónicos de Margarita Rosa de Francisco (Gaviota) y Guy Ecker (Sebastián Vallejo).
Solo en Colombia, cada día de emisión llegó a picos de 65.1 puntos de rating y se convirtió en la novela más vista en su país hasta que llegó Yo soy Betty, la fea.
Ante tal éxito, se trató de repetir la fórmula en la siguiente década, pero desde producciones mexicanas. En el 2001 se estrenó Cuando seas mía, que fue protagonizada por Silvia Navarro y Sergio Basáñez, y transmitida en TV Azteca. La telenovela no llegó a tener el mismo éxito de la original, pero alcanzó una recepción positiva, llegando a 20 puntos de rating. También, la producción fue vendida a más de 45 países.
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México insistiría con la historia de la Gaviota y Sebastián en el 2007, pero con un cambio un poco más relevante. Destilando amor fue el título de la historia que, en vez de cosechas de café, tenía como eje central el tequila. Fue protagonizada por Angélica Rivera y Eduardo Yáñez.
Para la periodista Natalia Trzenko, la versión original de Café con aroma de mujer fue importante y ha derivado en tantas versiones gracias a que subvierte los tropos habituales de los culebrones.
“Es que la trama original de Café con aroma de mujer invertía la idea tan establecida en las novelas tradicionales, del galán como el instigador del romance”, explicó Trzenko en un reciente artículo para La Nación, de Argentina.
“En la telenovela el inocente en el amor era el hombre y la que avanzaba la relación entre ellos era Gaviota, envalentonada por su atracción por el joven Sebastián. Lo que ahora parece una obviedad, en aquel entonces, a mitad de los noventa, era tan novedoso como fascinante para los seguidores del género. Plagado de mujeres jóvenes ingenuas, engañadas, abusadas y sin ningún poder decisión sobre su suerte, el universo de los culebrones de repente tenía una protagonista con voluntad propia, enamorada pero no tonta, ni ciega, ni sorda, ni muda, sino todo lo contrario”, escribió Trzenko.
“El ímpetu del personaje y su independencia le ganaron un lugar en el olimpo de las telenovelas. Claro que pasados 27 años de la original, Gaviota empoderada y luchadora por los derechos de las mujeres trabajadoras ya no se diferencia demasiado de otras protagonistas del género”, analiza la redactora. Aún así, y tanto tiempo después en una sociedad diferente, el legendario romance de Sebastián y la Gaviota tiene una cuarta vida que deja a todos enloquecidos.