
Año con año los dos canales grandes del país se reparten una tradición de fin de año: Zapote. Esto es local, costumbre propia y da de cierto modo, identidad a la televisión a fin de año.
Crecí viendo los toros con mi papá, por ahí de los ochentas, al igual que muchos contemporáneos míos; las nuevas generaciones de igual modo lo están haciendo y eso sustenta esa tradición. En este sentido, la transmisión clásica basada en el oficio que nos presenta Teletica es un lugar común, un área de seguridad técnica que no se abandona y brinda confort pues mantiene un interés en transmitir imágenes desde el redondel, levantines, correteadas y el valor de los toros a la tica.
No busca ninguna innovación, contrario a la oferta de Carlos Alvarez al inicio de la emisión; se conserva dentro de lo hecho en años anteriores, pero como se mencionó, conservar cierta esencia en su realización puede ser deseable.
Así, ver una corrida mediante la tele puede ser muy similar año con año, y ser suficiente para la audiencia. Sin embargo hay algunos rasgos de estas transmisiones que deben ser revisados al rigor del cambio de algunos discursos de la sociedad.
Para pensar. “Según estudios médicos recientes sí es posible tener sexo durante el embarazo… mientras no lo agarre la doña”, dijo el Porcionzón a las 8:30 de la noche. En serio… ¿No hay otro humor para fin de año?
Resulta preocupante la percepción que denota el elenco del tema de la mujer en general. Un amasijo de hombres transmitiendo chistes y bromas que ratifican una conducta machista y patriarcal basada en antivalores como la infidelidad, que constantemente minimiza el papel de la mujer o lo supedita al del hombre –ni hablar de cuando las mujeres aparecen en cámara–. Esta podría ser la interacción usual de un grupo de hombres en cualquier carne asada o bar, solo que la responsabilidad aquí es otra, viene mediada por ostentar el micrófono de cara a una audiencia que pertenece a una sociedad que se mueve en conjunto y que está consciente de la problemática de estas conductas, al menos mucho más consiente que hace 30 años.
¿Entonces? Son chistes, pero creo que deben prestarle atención a ello, como un canal que profesa valores familiares y como sociedad que comprende lo que esto significa.
Es distinto. Las coplas o bombas dispuestas en su propio espacio, tienen un poco de picante cultural, no necesariamente cargado de antivalores de la sociedad; no hay razón para seguir confundiendo este tipo de acercamientos desde los medios o solapando uno tras otro. Hay límites señores, y se están cruzando.
Aciertos. Teletica, entendiendo ese oficio técnico del evento, abre un gran espacio a la comunicación de la tauromaquia. Un gran acierto es la incursión de Cañero, personaje tradicional que no se desgasta pues su voz sigue año con año validando cualquier grupo que cuente con sus aportes.
Además las notas pregrabadas en las haciendas, sobre sus toros y las familias son un aporte muy bueno para la casa; información relacionada y producida para apaciguar los tiempos muertos del redondel, aún más cuando se alegaba que las ganaderías de Zapote tenían una desventaja con respecto a sus pares de Pedregal. Más allá, esa buena manufactura que trae consigo los toros se fin de año en Teletica, queda un poco taimada con el tratamiento de fondo; al menos si una mujer formara parte del núcleo de presentadores podría apaciguar ese tropel de chistes y comportamientos que se improvisan desde cabina y subiría la cuota de pantalla de las mujeres, lo cual es deseable.
¿Son los toros una actividad que por costumbre debe difundir valores que más bien se han ido combatiendo en la sociedad? ¿Cuál es el papel del medio?
Pareciera no ser complicado crear un tono de comunicación transversal a los presentadores y regular la comunicación para que sea más inclusiva y equitativa, pensar que algún día los niños puedan compartir esta tradición y no estar sujetos a ese paradigma difundido, toda vez que no solo Teletica peca de esto.
Lo invito realmente a que observe estas transmisiones y que valore usted con su propio juicio lo expuesto acá.