Durante su participación en el programa Nace una estrella (NUE), César Fuentes ha demostrado ser un artista disciplinado, que prioriza dar lo mejor de sí en los ensayos y en escena. A sus 38 años, han sido muchas las vivencias que han formado al hombre que es, uno que no soñaba con vivir del canto, pero que por esas sorpresas del destino hoy lo ve como uno de los componentes más importantes de su vida.
El originario de barrio La Esperanza, en San Ignacio de Acosta, empezó a cantar desde que estaba en segundo grado. A sus ocho años, un profesor de música le mencionó a sus padres que el pequeño tenía una voz muy bonita y lo metieron al coro de la escuela. César se enamoró de la música y cada vez que llegaba a su casa se metía a su cuarto a escuchar canciones que, posteriormente, interpretaba y grababa en un casete.
“Las mejengas” que armaban sus vecinitos poco llamaban su atención. Años después, sin embargo, las prioridades cambiarían y el niño que amaba cantar no empezó a soñar con ser un artista famoso sino un gran futbolista.
“En cuarto grado de la escuela entré a la selección de la escuela y el fútbol me llamó más la atención que el canto”, comentó.
El tiempo pasó y César continuaba concentrado en el deporte, aunque su lado artístico permanecía. En el colegio se interesó por los instrumentos de percusión y fue parte de la banda. Su privilegiada voz era del conocimiento de sus allegados, por ello siempre le pedían que cantara en karaoke. Por timidez, él se negaba. Fue entonces cuando empezaron a inscribirlo en concursos y en todos ganaba.
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El fútbol continuaba siendo lo que más le gustaba, lamentablemente, una lesión frustró su sueño.
“Desde niño soñé jugar fútbol profesionalmente. Estuve en divisiones menores y alto rendimiento de Heredia. Hice pruebas en Saprissa”, recordó Fuentes.
“Por cuestiones del destino, en una mejenga informal con un equipo grande, me rompí los ligamentos y meniscos, duré varios años con esa lesión sin tratármela y en un trabajo que tuve se terminaron de romper por completo”, agregó el cantante, quien siempre cuenta con el apoyo incondicional de su novia Franciny Quirós, competidora de la quinta temporada de Nace una estrella.
Desde que se lesionó, a sus 20 años, César intentó volver a jugar, pero recuerda cómo se desmontaba su rodilla. En ese momento dejó ir su mayor sueño.
“Cuando me operaron (a los 28) estuve un año en recuperación, que incluyó seis meses en cama. Al regresar al trabajo me despidieron”.
En su tiempo de recuperación y en el de desempleo, Fuentes, quien es padre de dos niñas, volvió a distraerse con la música. Finalmente, ella le dio un sentido nuevo a su vida cuando estaba “muy frustrado”.
“Un día, durante una crisis económica, derivada de estar seis meses sin trabajo (su experiencia era en servicio al cliente), mi mamá me dijo que había una audición con la Orquesta Filarmónica. Me quedé y tuve mis primeros conciertos con ellos en el 2014. Después de ahí, a don Marvin (Araya, el director) le gustó mi trabajo. Me volvió a llamar y después llegaron otros grupos”, recordó César.
Hoy, el participante de Nace una estrella vive de la música, un amor con el que se reencontró después del momento más amargo, uno en el que consideró que su sueño se había esfumado. Finalmente, no se disipó, solamente cambió.
“Hoy la música es todo para mí: es trabajo, pasión, a lo que dedico mi vida entera. Junto a mi familia, la música es la parte más importante de mi vida”.
Un sueño musical
Luego de intentar dos veces ser parte del programa Nace una estrella, César Fuentes consiguió clasificarse en esta sexta temporada y, hasta este momento (10 de noviembre, el domingo 12 habrá eliminación en las categorías infantil y de adultos), es semifinalista.
Tras narrar parte de su historia, Fuentes respondió varias preguntas relacionadas con su experiencia en el programa de canto de Teletica.
-Partiendo de que usted ya tiene una carrera sólida en el canto, ¿qué representa Nace una estrella?
Realmente ha sido una lucha muy fuerte que conozcan el trabajo de uno, la calidad que uno da. En Costa Rica la industria musical es un poco informal. No hay un gremio formal en el que se tengan garantías que sí dan los que están formalizados. Hay que pulsearla muchísimo, hacer cosas por el propio esfuerzo. Es vivir siendo una microempresa sin ningún tipo de garantías.
“(Nace una estrella) significa la posibilidad de que más gente conozca mi trabajo, que vea el artista que soy y se me abran más oportunidades de trabajo. Mi objetivo nunca ha sido ser parte de los famosos del país. Soy una persona humilde, lo que me preocupa es dar un buen trabajo y llegar a mucha gente. Dar calidad de vida a mis hijas. Para mí es un privilegio tener esta microempresa”.
-¿Cuál es su principal motivación en los días más cansados o complejos de todo este proceso del concurso?
Dejé todo por estar aquí (en Nace una estrella). Compartir con mi hija, con mis papás, dejé mi trabajo, mi agenda bajó a un 80% porque me cuido mucho para llegar bien de la voz a cada programa. Sacrifiqué todo. He dejado lo más importante de mi vida por ganar o estar en la final. Cuando estoy flaqueando o me siento bajo, recuerdo que he dejado todo por esto.
-¿Cómo cambiaría su vida ganar Nace una estrella?
Desde que entré (a la competencia) ya cambió. Es la experiencia más linda, la bendición más grande que Dios me dio después de mis hijas. Todo ha sido ganancia. Si estoy en la final, todo va a ser mejor: van a llegar más clientes, trabajos y gente que reconozca mi trabajo.
-¿Cuál considera que es su ventaja en esta competencia?
Soy una persona muy disciplinada, trabajadora y ceñida con lo que hago. La disciplina y el empeño que pongo creo que es lo que puedo decir que no tiene nadie, a pesar de que todos la pulsean y se esfuerzan mucho.
-¿Se ve como ganador de Nace una estrella?
Sí, nunca lo he dudado. Por más que se hable de favoritismos, confío en mi trabajo, en mi talento y en que Dios va a tomar en cuenta mi esfuerzo de todas las galas.