Las peripecias de un joven matrimonio de playas del Coco por mantener a flote su negocio capturó la atención de los productores del programa de Netflix Restaurantes en apuros, y su carisma ha conquistado a los televidentes de Costa Rica y alrededor del mundo.
En la nueva producción de la plataforma de streaming, el chef costarricense Sandro Gutiérrez y su esposa, la italiana Elisa Peressin, quien funge como administradora del lugar, reciben la visita de tres expertos que elaboran un plan con el fin de revertir los números rojos que persiguen a su negocio: The Lookout.
El show se estrenó el viernes 28 de febrero, y además del episodio grabado en Costa Rica, cuenta cómo el restaurador Dennis Prescott, la diseñadora Karin Bohn y el chef Nick Liberato viajan por el mundo para tenderle la mano a restaurantes que no han desarrollado todo su potencial. En total son seis capítulos con proyectos similares en Malta, Hong Kong, Canadá, Austria y Santa Lucía.
El costarricense Sandro Gutiérrez conversó con Viva sobre la experiencia que vivió al grabar este programa para la popular plataforma de streaming, por lo que a continuación encontrará una serie de spoilers por si aún no ha visto el capítulo.
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El chef contó que lo contactaron por medio de un correo electrónico. “Se presentaron como Netflix y para mí fue toda una sorpresa, no lo podía creer, incluso llegué a pensar que era una broma”.
Posteriormente tuvieron que hacer un casting por videollamada donde los pusieron incluso a bailar. “Era una señora muy amable, fue muy divertido, luego nos dijeron que sí nos habían elegido y una semana después ya estaban aquí”, relató este oriundo de El Coco, quien reveló que la grabación tuvo lugar hace aproximadamente un año.
El equipo de Netflix se mantuvo en la zona por aproximadamente una semana, e incluyó la participación de los tres expertos junto con un amplio equipo de producción. “Lo más difícil fue mantener el secreto durante todo este tiempo, pero es lo mejor que nos pudo haber pasado, no solo a nosotros, sino a todos los de Guanacaste porque los turistas vienen a visitarnos”.
Según reveló Gutiérrez, The Lookout es propiedad de una sociedad en conjunto con su esposa y dos inversionistas extranjeros: Brock Widener y Christopher Didonato.
“Yo empecé como salonero y cuando se fue el barman, el dueño me puso en su lugar y me gustó mucho, por lo que me fui a capacitar a San José y a competir a nivel nacional. Luego se fue el chef y yo les dije que yo podía hacerlo porque tenía experiencia montando la producción, pero no cocinaba y así los sorprendí”, contó el guanacasteco.
Gracias a su empeño y compromiso le ofrecieron ser parte de la sociedad como un reconocimiento a su labor junto con su esposa, la italiana Elisa Peressin.
Ellos se conocieron y se enamoraron en un restaurante al ritmo de una música bailable, y hoy ya cumplen siete años de estar juntos, y como producto de esa unión tienen al pequeño León, de 2 años y medio.
Gutiérrez asegura que ellos son su motor para seguir adelante, y aunque no ha sido una tarea sencilla, confía en que lo mejor está por venir. “Elisa es una persona que ha sido mi bastón y se merece todos los créditos”.
Tras la liberación del programa en Netflix, el viernes anterior, la respuesta ha sido muy entusiasta por parte de la gente. "Todos han venido a preguntar, hasta los locales se han animado porque por lo general solo vienen turistas. Este es un lugar ideal para ver el atardecer", agregó.
Con respecto a la experiencia de verse en televisión, aseguró que fue muy extraño pero también le sirvió de impulso. "Me da un poco de orgullo personal, nunca pensé que alguien se interesara en nuestra historia. Detrás de todo esto, hay muchas cortadas y desveladas, y esto nos da la oportunidad de puedan ver más allá. Todos somos un diamante en bruto", concluyó.
Los artistas
Además de la historia de Sandro y Elisa, el programa Restaurantes en apuros busca resaltar la esencia del pura vida a través de varios personas que con su arte y expresiones culturales se unen al plan de rescate de The Lookout.
Uno de ellos es Junior Rodríguez, quien es un artista autodidacta que fue seleccionado para pintar un cuadro de grandes proporciones que no solo adorna las paredes del negocio, sino que también refleja la historia del joven matrimonio.
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Él es el dueño de Art Gallery Cafe, ubicado en Tamarindo, lugar donde exhibe varios de sus trabajos artísticos, los cuales relata que ha vendido a turistas alrededor del mundo y que también se mostró sorprendido cuando lo eligieron para el programa.
“Me contactaron (los productores) hace varios meses. Estuvimos conversando mucho tiempo y, finalmente, vinieron y compartieron conmigo. Todo fue muy casual, aunque no era normal ver tanto equipo y tanta gente”, narra este hombre oriundo de Santo Domingo de Heredia, pero que vive en Tamarindo desde 1999.
"Sí estaba muy nervioso, fue algo que nunca me imaginé, pero fue una experiencia increíble", añade.
Con respecto a la obra que pintó para el restaurante, asegura que la producción le asignó el tema para el cuadro, lo cual no suele ser la forma en que él trabaja, pero aceptó con gusto el reto.
“Hice una obra con la historia de la italiana que es la dueña del lugar, no tuve mucho tiempo, la tuve que hacer en tres días, estaba muy preocupado, el realismo no es mi fuerte, mi arte es más bien abstracto, moderno e incluye mis pasiones: surfing, golf, tecnología, música y animales, y trato de ponerlas en mi arte”, explica Rodríguez.
Tras su aparición en el programa, comenta que ha recibido cientos de visitas en su página de Instagram y más de 100 mensajes con felicitaciones de lugares como Italia, Rusia y Francia.
Por su parte, el alfarero chorotega Arvin Espinoza, fue seleccionado para crear las vasijas en las que el matrimonio puede plantar las hierbas que utilizan para preparar sus platillos.
Él reveló que lo contactaron por medio de su página de Facebook desde Canadá, como tres meses antes de la grabación, para hacerle una entrevista y luego fue seleccionado.
Espinoza cuenta con un taller llamado Guaitil Pottery Studio, en Tamarindo, donde da lecciones para enseñarle a los interesados a crear piezas con las técnicas que utilizaron sus ancestros.
En el programa, le muestra esta a la diseñadora Karin Bohn, a la vez que le enseña a pronunciar correctamente la frase “pura vida”, en una de las escenas más divertidas del capítulo.
Rostros y sonidos
Otros que también han logrado gran exposición gracias al programa de Netflix son los músicos del grupo Brother Brutus, quienes aparecen durante una de las escenas en playas de Tamarindo.
La agrupación se formó hace tres años y está integrada por dos estadounidenses, un argentino y un venezolano, con una propuesta que mezcla distintos ritmos que van desde el rock, hasta blues, reggae, disco y más y un repertorio que incluye piezas originales con covers versionados a su estilo musical.
Según contó Julio Tobía, baterista y percusionista, tras la aparición del grupo en el show han recibido varios mensajes en su página de Facebook y mensajes de amigos que los han reconocido.
Tobía relató que fue todo un día de grabación y que ya la producción les había adelantado que tenían que tener una canción lista. “La pasamos muy bien y luego fuimos a una fiesta privada para apoyar al restaurante”.
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Brother Brutus está conformado por Tito Madoi, guitarra eléctrica; Nicolas Barnett, guitarra acustica y voz; Eric Atkitson, bajista y Julio Tobía, baterista y percusionista.
El grupo cuenta con música en Spotify y tocan en eventos privados, fiestas y bodas. “Tocamos casi todos los días y sacamos un día para ensayar, lo principal es pasarlo bien”, afirmó Tobía, quien es venezolano.
A la agrupación se le observa durante la entrevista con Joe Walsh, propietario de Volcano Brewing Company y de varios restaurantes en Tamarindo, quien explica al chef Nick Liberato cómo es una fiesta en la playa en Costa Rica y la importancia de la música para que luego pueda incorporarlo en su propuesta.
Por cierto, en esta escena se acredita por error a la editora del periódico La Voz de Guanacaste, María Fernanda Cruz, como la periodista que los acompaña, cuando en realidad se trata de Margarita Quesada.
Otras curiosidades
La producción está repleta de detalles que recuerdan a Costa Rica como la marimba, las mascaradas, las tortillas guanacastecas, el casado y las artesanías parte de la fórmula del pura vida que los productores quieren mostrar al mundo.
Aunque no hay referencias a marcas específicas, también se puede observar a los panelistas tomando chiliguaros, cervezas nacionales sin etiqueta y hasta el guaro. Incluso, Dennis Prescott asegura que se podría tomar la botella entera tras probarlo luego de cabalgar por las llanuras guanacastecas.
Otro de los aspectos que más ha llamado la atención fue cómo se resalta que en Costa Rica existe una de la cinco llamadas Zonas Azules del mundo ,que se refiere a lugares en los que sus habitantes, por alguna razón, viven de forma saludable por más tiempo que en el resto del planeta. La ciudad de Nicoya, famosa por sus habitantes centenarios, pertenece a este exclusivo club junto con Loma Linda, en California; Cerdeña, en Italia; Icaria, en Grecia y Okinawa, en Japón.
La embajadora cultural Ligia Salazar se encarga de conectar a la producción con doña Cecilia, una habitante de Nicoya, quien comparte algunos de los secretos heredados de generación en generación ante la intención de Prescott de “llevar la fuente de la juventud a un plato”.
Otras figuras típicas de esta zona que podrá admirar en el programa son los sabaneros. En específico, se puede observar a los del proyecto hotelero Hacienda Guachipelín, liderado por el empresario turístico José Tomás, quien muestra al chef y restaurador Dennis Prescott los secretos de estos “vaqueros” centroamericanos y destaca cómo una alimentación a base de pasto sin componentes químicos se traduce en una carne más sabrosa.
Con todos estos ingredientes, Netflix logró cocinar a la perfección un episodio que busca tentar al mundo con las delicias del pura vida.