“Mirá a Zoila, ¿es cierto que tu hermanilla se casó por segunda vez?”, dijo espontáneamente Emeterio Viales a una señora –desconocida para él– que entró al Mercado Central en San José. Ella le siguió la corriente. Así jugueteó el humorista folclórico con unas cinco personas mientras le hacían una sesión fotográfica para Viva.
La idea principal de este trabajo siempre fue conocer más de cerca a Juan Rafael Sandoval Villalobos; sin embargo, es imposible que el travieso y jocoso campesino Emeterio Viales no salga a relucir. Son casi cuatro décadas las que Sandoval le ha dedicado a su “rajón” personaje.
Luego de un par de muecas, de muchas carcajadas y de algunas peticiones de foto de ticos que reconocieron a Emeterio, el jocoso Viales menguó y logramos conversar con la persona que lo creó hace casi 40 años.
“Juan Rafael Sandoval es un campesino que nació en Barranca, un pueblito de Zarcero. Hijo de una familia muy humilde pero millonaria en felicidad: tuve una vida muy linda donde los chiquillos íbamos a bañarnos a los ríos, jugar juegos tradicionales, escuchar el canto de las aves en la mañana”, dijo.
Los campos verdes en los que reposaba después de sus juegos, llenaban de plenitud al niño que no conocía las dificultades. Cuando tenía siete años y cursaba segundo grado, el hijo de Amado Sandoval y Adelia Villalobos comenzó a padecer una enfermedad en sus ojos que truncó sus estudios. Por mucho tiempo estuvo en tratamiento.
“Chiquillo tuve una vida un poquillo dura: me dio una enfermedad que me afectó mucho la vista, me sacaron de la escuela porque me dijeron que lo que tenía era crónico, yo pegaba gritos viendo los cuadernos, entonces no pude estudiar. Yo me sentía un poco acomplejado, me vieron muchos oculistas en San José y Alajuela. A los 16 años me curaron”, contó.
Siendo un adolescente de 16 años, Juan Rafael empezó a notar cómo sus amigos seguían en sus estudios. Él optó por trabajar en el campo. Esa labor fue algo compleja, no contaba con experiencia.
“A veces los patrones se aprovechaban y le daban los trabajos “más durillos” a Juano (así le decían). Me metían a trabajar en alcantarillas o a hacer servicios de hueco. Vieras que esas vivencias me han servido para los shows de ahora”, comentó.
La recolecta de café fue otro de los oficios de Sandoval. Durante las tardes cuando él y sus amigos recolectores iban a una pequeña pulpería del pueblo a comer queque negro con fresco de sirope, él escuchaba las anécdotas de Osorio Peñaranda y Carmen Granados a través de un radiecito. En ese momento sintió que quería “dejar el canasto y hacerse humorista”.
Tropezón de la suerte. Por allá de 1965, el radio continuaba sonando y la creatividad y fisga innata de Juan Rafael florecía. Él empezó a escribir canciones que dibujaban las historias del campo, de su tierra.
“Un día me contaron que el folclorista Lorenzo Lencho Salazar cantaba canciones como las que yo estaba escribiendo. Decidí que tenía que venir a dejársela. Lencho vivía en San Rafael de Escazú, yo me vine desde Zarcero en bus, tuve que salir una hora a pie para agarrar el bus y traer la canción escrita en un papel; yo escribía pero no tan bien, entonces se la dicté a una persona. Cuando llegué a Escazú centro pregunté por él, era tan conocido que me dijeron que estaba lejos de la casa. Me dijeron que había que ir en taxi pero yo andaba solo los pases. Duré como una hora subiendo la cuesta”, mencionó.
Para un muchacho que poco conocía más allá de las tierras alajuelenses venir hasta San José era toda una hazaña... una hazaña que lo valió todo.
“A Lencho le gustó mi canción Matrimonio malhecho : la grabó en un disco. Yo andaba con el disco por todo lado porque el nombre de Juan Rafael Sandoval salía en los créditos. Para mí eso era como haberme pegado la lotería”.
Juan Rafael prestó atención a sus habilidades, con timidez participó en un festival de radio y asegura haber ganado. “Fue organizado por La Tabacalera. Como gané me fui entusiasmando”, dijo.
Sus trabajos en el campo continuaban y los alternaba con la composición de canciones. Un día Sandoval decidió que tenía que cambiar de trabajo, se hizo salonero de un restaurante. Su picardía y gracia se le salían sin querer, tanto así que en una ocasión hizo enojar a un cliente.
“Me pasó una historia vacilona. Yo era maicerititico, ¡qué iba a saber yo lo que era un whisky en las rocas!: un día llegó un señor con dos señoras y yo les pregunté qué iban a tomar, él me pidió un whisky en las rocas, le dije que con mucho gusto y que qué quería para él... ¡yo pensé que las rocas eran las señoras, casi me pega el señor!”, recordó.
Por varios años, Sandoval continuó componiendo canciones y poco a poco pisaba sigiloso el territorio del canto. A diferencia de Emeterio, Juan Rafael siempre ha sido muy tímido.
“Conocí a Miguel Salguero; a él le agradezco por haberme dado tanta pelota. La primera vez que canté en vivo fue en Los Jaulares, ese día también estaban Zoilo Peñaranda, Carmen Granados y Lencho Salazar. Yo me puse a cantar y no movía ni los ojos”, recordó.
Esas pequeñas apariciones en el mundo artístico le dieron una oportunidad que jamás imaginó: actuar. Fue en Pérez Zeledón donde nació Emeterio.
“Un día en una presentación no sé qué problema tuvo Zoilo Peñaranda, y no pudo hacer una escena que le tocaba. Como él no llegó se preguntaron que a quién ponían, entonces se les ocurrió que a mí.
”Yo no quería pero tanto fue la insistencia que acepté. Miguel Salguero me dijo: ‘usted es campesino hable con ganas’. Lo que me tocaba era muy cortito, pero ensayé tanto mi parte que cuando iba llegando como que me tropecé y empecé a tartamudear. Esa fue la pegada de Emeterio. A los días me bautizaron como Emetrio”, explicó Sandoval.
El nombre se lo puso Miguel Salguero. “Decir Emeterio era como decir Zoilo Peñaranda, eran nombres que nos ponían, porque Zoilo se llama Fernando Fernández”, dijo Sandoval.
Ese error, ese tropezón abrió un mundo de posibilidades para Juan Rafael, quien desde ese momento se empezó a llamar Emeterio Viales. Incluso, en su cédula aparece con ese nombre en el “conocido como”.
A finales de los 70, Juan Rafael empezó a participar en el programa costumbrista El fogón de doña Chinda .
“El primer viaje que hice fue con Lencho Salazar en el año 80, fuimos a Nueva York. En ese tiempo yo no me dedicaba a contar chistes”, dijo.
Aunque se había presentado en otro país y aparecía en televisión, Emeterio deseaba dedicarse de lleno al humorismo, pero “la plata no alcanzaba”.
“Después comencé a ganar platilla. Más o menos en el 87 empecé a vivir del humorismo . Yo empecé a trabajar en tele pero también seguía en el campo, el sueldo no me daba. Muchas veces tenía que venirme a grabar con los pases talladitos ”, contó.
Permanencia. El folclorista ha mantenido su esencia intacta desde hace casi 40 años; él no tiene guiones, simplemente deja fluir su naturaleza.
“Gracias a Dios como campesino que soy tengo mi conocimiento en la vida del campo. No me ha costado mucho el folclor porque soy muy natural. Yo no veo nada en Internet, ni me fijo en chistes ni en nada de eso, no sé usar computadoras, yo vivo inventando cosas”, dijo.
”Yo puedo hacer una conversación imaginaria (como hizo en el Mercado Central). Yo uso mucho la imaginación. Soy original con eso, con mis canciones también, todo tiene que tener una historia: como la canción el Rosario del niño , que antes después del rosario le tapaban la cara al niño para que él no viera cuando empezaba el baile. Muchas de las canciones tienen historia de las costumbres de antes. Yo me siento muy orgulloso de mis canciones, tengo como 40 que incluyen piezas románticas y de música protesta”, agregó.
Emeterio Viales procura mantenerse con mucho sabor a lo nuestro. Para él el folclor es indispensable en un país. “Un país sin folclor es como un árbol sin raíces, tenemos que mantener las tradiciones para que el país no se vaya abajo”, dijo.
Actualmente, en medios nacionales se ve y escucha muy poco el humor folclorista como el que hace Emeterio Viales.
Él coincide con que María Mayela Padilla y Lorenzo Lencho Salazar han sido dos grandes representantes del costumbrismo costarricense.
“Le respeto mucho las cosas a María Mayela Padilla, ella hace poesía maicera muy bonita. Lencho Salazar es uno de los más grandes en la preservación y difusión del folclor. Yo estoy más activo porque estoy metido en radio. Para presentaciones me llaman mucho de las empresas: para contrataciones pueden llamarme al 8862-6804”.
En el programa radial La Patada junto a Parmenio Medina, Emeterio empezó con sus “rajonadas” más de lleno.
En la televisión estuvo en el programa La Remendona , en La Familia Mena Mora y tuvo su propio espacio en Las Aventuras de Emeterio .
El folclorista admite que su gran pasión es la radio: actualmente en Omega 105.1 FM tiene el espacio El Manañero (inicia a las 4:30 a. m.), y también participa algunos días en el Manicomio de la risa .
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Está próximo a cumplir 70 años. ¿Ha pensado en descansar?
Jamás. Cuando iban a quitar a Lista (Evangelista Blanco) del parque de Zarcero yo pensé que eso sería como si a mí me quitaran la radio: ni pagándome millones podría yo dejar la radio, esa es la vida mía, andar contando chistes, andar saludando a la gente”, dijo, Sandoval, quien se considera un hombre sano.
Propio. Luego de salir de la escuela a los siete años, Juan Rafael no estudió más. Ese episodio él lo califica como “un pasado un poco durillo”.
“Así me quedé, nací inteligente natural, digo yo. Yo voy a algún lugar y nadie me engaña con las cuentas, soy muy chispa. Dicen que en la escuela era un cerebro. La verdad es que Dios me ha favorecido: estudiar era mi ilusión, aunque hoy me siento profesional con mi trabajo”.
Su constancia y ganas de siempre estar “inventando cosas” en el humor folclórico hicieron que Juan Rafael sacara a su familia adelante: su único hijo, Johnny Sandoval es médico. También ha podido apoyar en su realización a sus sobrinos, los hijos de su hermana Teresa.
"Yo me siento muy orgulloso. Mi trabajito me ha ayudado para poder ayudar a mis sobrinos en el estudio, sacarlos adelante, traerlos para Heredia. Hoy todos tienen su trabajito propio. Yo me siento realizado de poder ayudar a los demás", dijo Sandoval, quien es abuelo de dos niños.
Sandoval vive solo en Heredia. Está divorciado y prefiere no ahondar demasiado en su vida personal.
Juan Rafael tiene en San Joaquín de Flores, Heredia un pedacito de su tierra. En el negocio El mercadito de Zarcero vende "los mejores" quesos y natillas zarcereños.
"Uno nunca debe conformarse, yo sigo tratando de inventar cosillas nuevas, seguir adelante. Me sentiría cansado de estar de vago. A mí no me va mal, gracias a Dios", dijo.
Sandoval agradece tener siempre “agenda llena”.
En sus momentos libres aprovecha para dar cabida a la dispersión. “Me gusta pasear y me encanta la montaña y el mar”, comentó.
El humorista no cuenta con mucho tiempo para ver televisión, mas disfruta ser parte de ella cuando lo llevan como invitado a algún programa.
Con casi 70 años de vida (los cumplirá el 17 de noviembre) y cerca de cuatro décadas dedicado de lleno a la jocosa manifestación del folclor, Juan Rafael o más bien Emeterio agradece, principalmente, el cariño de la gente. De esas personas que con cautela se acercaron a pedirle fotos mientras se realizaba esta entrevista. “He obtenido el cariño de mucha gente: es un vacilón que se acerquen a pedirme fotos”.