¿Qué puede argumentarse de un producto que en el mercado tiene una década de no renovarse? Es como un comal de acero: básico y perenne. Retomo el análisis desde otro punto de vista en perspectiva no solo de lo actual sino de lo pasado.
En el 2011, José Mairena advirtió en La Nación sobre la publicidad mal disfrazada de contenido. En el 2012 argumenté que la “pura bulla” carecía de innovación. Al año siguiente Víctor Fernández –jefe de información de Entretenimiento de este diario– señalaba en la columna Zapping que “era el signo de los tiempos” que ya no era más noticia. Por mi parte, en el 2013 indiqué que los trece años ya pesaban mucho. Para el 2014 se hizo la última crítica de televisión de El Chinamo, que revisaba la sintaxis e invitaba a lograr conclusiones propias.
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Publicidad 40/60.
Revisando las palabras más escritas en estas opiniones críticas –producción (14), espacio (9) y publicidad (7)– resalta la queja recurrente de la existencia de más publicidad que contenido. A la luz de este año, aplicamos un método para verificar esta correspondencia con la realidad.
Contabilizando los minutos de publicidad (comerciales, menciones, sketch meramente publicitarios, menos product placement), El Chinamo presenta actualmente un 40% de minutos donde el interés es publicitario, poco más de una hora del total de 2 horas y 45 minutos. La relación 40/60 es alta comparada a un programa regular donde la relación ronda el 25/75.
El programa es muy agresivo en la dedicación de espacios a publicidad, incluso ya no con un VIP sino con dos, diálogos comerciales ingenuos, degustaciones absurdas en vivo y concursos genéricos a los que se cambia la marca cada año. La publicidad es importante, pero nuevamente la forma hace que el recurso sea cansino y que claro, que desemboque la reacción contraria.
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Estancado.
El estancamiento es notorio en todas sus partes. En el 2015 y el 2017, el productor general, Alonso Acosta, argumentó con la misma parábola que “el equipo de fútbol ganador repite alineación” y amparado en el rating y patrocinio, indicó que no existe necesidad de cambio.
Lo anterior dentro de la misma jerga futbolera implica quedarse jugando en Linafa todos los años y sin aspirar a otra división, implica estancar el desarrollo creativo de la televisión porque los resultados son aceptables en los indicadores que interesan, pero no en lo creativo.
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Errores recurrentes.
Revisando las críticas de años anteriores fueron evidentes los mismos yerros. En stand up comedy (antes Jiménez ahora Villalobos) siguen sumando sonidos e imágenes innecesarias al género que redundan absurdo. Con el mago (antes Navas ahora Max) siguen creando montajes o intercortes que generan desconfianza sobre la plausibilidad de los trucos.
Incluso repite la estrategia de incluir youtubers en la generación de contenido audiovisual narrativamente pobre, que se repite año con año ante la incapacidad del canal de crear el material que necesita (una tercerización).
Metacrítica.
El hecho de tener un objeto de análisis congelado en el tiempo hace necesaria la aplicación de una metacrítica, que revise lo dicho a la fecha y ponga en perspectiva esa ausencia de cambio que hemos visto necesaria desde hace bastantes años. Es basarse en otras críticas para no repetir lo ya dicho. Esta necesidad metacrítica es prueba de la anomia de El Chinamo actualmente.
Regularmente recomiendo ver los programas para formarse una opinión, comparar y ver cambios según gusto y preferencia, sin embargo en esta ocasión no lo recomiendo. Si usted conoce el contenido y no es de su agrado, no existe ningún elemento que lo pueda hacer cambiar de opinión. El Chinamo es un ánima encaminada a cumplir dos décadas.
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