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Una dinámica entrada que nos recuerda los clásicos late night show de EE. UU., fue la primera impresión de Las paredes oyen , una careta hecha con gusto, con una dedicación y trabajo que los canales hace rato abandonaron; hacer un retrato diferente de la ciudad josefina, con un lenguaje más artístico que la aproximación periodística que predomina el discurso visual de la tele abierta.
Edgar Silva, en dos líneas, deja claro que el invitado no necesita introducción, y presenta a Minor Calvo; en la segunda semana con Luis Guillermo Solís, afianza una presentación más vasta, más pensada.
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Luego de esto, el cuerpo del programa es constante de cabo a rabo. Las preguntas van y vienen repitiendo aristas del discurso. ¿Es una charla? Sí. ¿Está mal? No.
Sin embargo, sería muy apropiado reconocer una jerarquía en las preguntas, en el discurso que Silva quiere llevar.
Desarrollo. La estructura del programa es separada solamente por cinco cortes comerciales, que aparentan que la charla sigue sin la presencia de la audiencia.
Hay una ausencia de la función fática de Jacobson, no hay índices que den el final o reinicio del espacio, ni siquiera una alocución de Silva invitando a continuar.
Esto es pregrabado, por lo que hacer estos marcajes no debería ser complejo. Si no existen los recursos técnicos, siempre existen los recursos verbales para estructurar el show .
Esto es serio. En el colegio se enseña una estructura de narración básica, que contiene introducción, desarrollo y final. Este programa es solo un desarrollo; lo mínimo que se exige para un show de tele es una estructura en terna con introducción y conclusión. Este espacio carece de esto; aunque del primer al segundo programa la situación se tornó más comprensiva, existe el mismo problema.
Posiblemente, se deba a que se deje a hablar al invitado, maximizando su tiempo de participación, lo que es bueno cuando usted tiene invitados como Minor Calvo o Pilo Obando; empero, existen básicas de la narrativa que es contraproducente romper.
Una prueba es el cierre del programa que termina de golpe, no tiene cierre ni réplicas de Silva, que pasa más parte del programa exhortando respuestas que participando. ¿Lo hace bien? Claro que sí, pero se antoja un poco más su participación.
Una gráfica, un set y un nombre que no comulgan entre sí. El show presenta un escenario que semióticamente se distancia mucho de lo que el título propone.
Un set con extremos totalmente oscurecidos que no serían percibidos de no ser por las luces que los demarcan, no contribuye a la producción del sentido del título.
Si bien la frase las paredes oyen popularmente remite a que en ese espacio lo que se dice probablemente sea escuchado por otras personas –la audiencia en este caso– se pierde la posibilidad de construir de manera complementaria los signos necesarios para construir el significado del título.
En vez de esto, abogan por un escenario iluminado por pequeñas luces y algunas candelas centrales al fondo, algo que refiere más a una cena romántica en un espacio esotérico que a un programa de entrevistas de extensión, no al tono urbano que denota la careta.
La gráfica tampoco ayuda en la construcción de ese sentido integral del título, aparte de que no existe ninguna señalización adicional, cortinas o recursos visuales que promuevan una comprensión del tema tratado o que aporte al menos algunos índices del tópico.
El nombre de un show no debe aligerarse; para lo dispuesto caería mejor un nombre como Cara a Cara ; que remita a lo que verdaderamente se propone visual y funcionalmente.
Es un síntoma de los medios costarricenses caer en esos facilismos; incluso, el hecho de resolver todo con iluminación y no con materiales da al traste las posibilidades.
La entrevista a profundidad es genial, oportuna y deseable en la televisión nacional. Ayuda a diversificar la parrilla, eso es lo rescatable de la propuesta. Sin embargo, los últimos estrenos de Teletica han carecido de posturas básicas, no solo de la televisión, sino de la narrativa universal; con varios programas grabados, los realizadores han visto sus falencias y corregido.
Además, se sabe que existen varios programas pregrabados, por ende es lógico pensar que el acomodo va a venir en tractos. Espero que usted tenga oportunidad de ver el espacio y juzgar por usted mismo la propuesta.