Los enredos de Juan Vainas representa el regreso de un humor de la televisión costarricense que otros programas como La Pensión (La Zaranda, 1999) y Los Popof (Repretel, 2002) han explotado siempre con reacciones divididas en la audiencia.
Difícil de categorizar, el humor endógeno de la televisión nacional tiene tres componentes claros en su realización. Primero, no profesa un humor fino por lo que recurre a artificios como risas y sonidos para remarcar lo que deberían ser chistes claros y contundentes. Segundo, constantemente muestra lugares comunes del humor físico para dar una estocada cómica con golpes y caídas, que van dirigidos a solapar la carencia del guion. Tercero, poseen una caricaturización de los personajes que raya en hipérbole de sus características.
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Estos valores que parecen comunes de la comedia televisiva nacional y permiten ver esta propuesta desde esa óptica.
Hiperbolización de la caracterización
A la luz de ese tratamiento, el cuestionamiento más popular que han cosechado los personajes principales, Juan Vainas y Chibolo, es la representación absurda e ingenua del imaginario campesino.
El debate es adecuado, guste o no la representación. En el audiovisual existen representaciones absurdas de distintas poblaciones que han sido exageradas para lograr fines cómicos, por ejemplo Oleg, el ucraniano de 2 Broke Girls (2011) o el mismo Borat (2006) de Kazajistán que presentan personajes cercanos a Europa del Este que son presentados excéntricamente con fines cómicos. Igual le pasaba a los chinos en el cine de los sesenta en los EE.UU.
Es claro que no podemos pedirle a la comedia una representación heroica o dramática de personajes, pues revertiría el tono del texto en otra cosa diferente al texto cómico, sin embargo con respecto al tono hay mucho que cortar, siempre va a haber debate.
Aspectos de montaje
La comedia nacional en televisión tiene figuras incurables y perennes: las risas y los efectos de sonido. Si bien estos forman parte de un sistema formal que nos aclara inmediatamente el género (y por ende la promesa), son elementos de igual modo que encasillan la propuesta, la enmarcan en un método de realizar un género que, de entrada, divide la audiencia: quien lo tolera y quién no.
Estos aplausos, risas, música de comedia, efectos son un lugar común que no siempre es del agrado de todos. Por ejemplo en los sitcom gringos, donde la realización en vivo hace la expresión de la risa sincera comedida con la realidad cómica que se mira.
El recurso parece con lugar pues la relación entre la broma-reacción se gestiona en estudio, es inherente a la reacción de una audiencia limitada que se puede equiparar en intereses con la audiencia de la casa. En el programa de Juan Vainas la realización responde más a un teleteatro sin audiencia, por ende, al incluir risas que no se miden con la intensidad cómica sino que son artificiales, el tono puede sobrepasar la broma, sobredimensionarla, contradecir la reacción de la audiencia y causar aversión.
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Sobre el lenguaje y otros
Al margen de que uno esté de acuerdo o no con la representación del campesino, existe una búsqueda en el lenguaje que es propio de sus personajes. Esto adquiere la forma de variables de palabras cultas en un sentido que pretende representar el ruralismo. Si bien no todas las formas podrán ser reales, se agradece la búsqueda que no cae en el absurdo, la verbalización es plausible en la mayoría de los casos.
Hay una búsqueda narrativa interesante desde el capítulo inicial, una estética que, so pena de muchas producciones nacionales, tiene malicia a la hora de componer el cuadro, definir la profundidad: hay mucho más cuidado en algunos valores de la producción que honestamente sobresalen por encima de la media nacional.
Es válida la presencia en la parrilla de un programa de estos, que busca pintar algún tipo de costumbrismo en otras formas del arte distintas a la literatura. La discusión acá, es sobre el tono e idoneidad de esa representación y si estamos ante una forma de arte o frente a un producto comercial. Vieja discusión, pero en estos espacios tienen una cabida en tanto salvaguardan una cotidianeidad que cada vez es más lejana para el ideario vallecentralino del país.
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Le recomiendo ver el programa y generar su propio criterio al respecto, el debate de cómo se representan las figuras de la otredad en la televisión o el audiovisual es una discusión muy rica que sin duda puede encontrar cabida en sus casas y tiene ramificaciones mayores a las que la misma pantalla le da.