¡Qué buena tarde! es el nuevo programa de Teletica y surge en momentos de ajuste de la televisora, por lo que su estreno viene como un paso reconformación. Básicamente, es una revista combinada con talkshow, con contenido híbrido que surge de una clara cadena de ocurrencias.
Formato. No hay tal. Teletica Formatos tiene a cargo este espacio, pero que lo menos denota es el "formato". Al observar el programa hay una estructura temporal y formal –cortes comerciales y bloques–, pero narrativa e informativamente no hay índices de estar frente a segmentos que sean reconocibles o trazables, por ejemplo: un día hay pasarelas de pies, otro invitados y el siguiente concurso de tortillas.
El formato resulta una suerte de ocurrencias y no un planteamiento meditado en la demanda. Se nota eso sí, que estamos ante un programa que busca entretener.
Mecánica. Pretende entretener mediante concursos por teléfono y en set, con segmentos que parecen informativos que contienen mucha palabra, pero realmente nada digno de prestar atención: bromas, conversaciones, preguntas a la audiencia y opiniones atravesadas, sin orden. Sin duda, el guion no pasa de organizar la sucesión de eventos, el resto se basa en improvisación nociva a la propuesta.
Los juegos carecen de un enfoque que aproveche la pantalla; podrían ser replicados en la sala de la casa. Recuerda a Sábado Feliz, pero con presentadores cuyas condiciones como segmento psicográfico son disímiles a su audiencia.
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Presentadores. Indudablemente, los conductores tienen experiencia en programas de poco recurso, en los que la improvisación y la conexión empática con sus pares es deseable; son fabulosos para programas dirigidos a una audiencia que aprecie el sentido de humor y contenido liviano. No está mal; las diferentes audiencias deben encontrar productos en los que invertir su tiempo de entretenimiento.
Sin embargo, no es fácil encontrar una colindancia entre la audiencia sugerida de ¡Qué buena tarde! y sus presentadores, simplemente el estilo de vida, gustos y valores parecen ser otros. Las señoras amas de casa que llaman y van al set la pueden pasar duro para calzar con Yiyo y Choché, mientras pueden encontrar más empatía con Keyla.
Esto muestra una falta de tino de la producción. ¿Por qué colisionar estos presentadores con una audiencia que no es naturalmente la suya? Las ocurrencias son simpáticas, pero resultan poco congruentes con el público.
La mayoría de preguntas del programa suponen una invitación a la conversación, a atraer el interés de participantes por teléfono, pero no suelen ser preocupaciones que representan a quien participa, por ejemplo cuestionarse quién paga en la primera cita no es necesariamente una preocupación de la edad de quienes llaman.
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El resultado de las entrevistas ha sido desastroso, con un panel que no tiene la formación para conducir una entrevista que sea de provecho para la casa; las preguntas al especialista han versado sobre la calificación que merecen los pies de los presentadores y si "eso está bien o mal"; sin duda, se banalizó el tema. Entonces, no se conforma una ayuda de interés y no hay desarrollo; es un ángulo nuevo, pero no necesariamente adecuado para el público.
Sumado a lo anterior, el programa carece de estilo propio, tanto en el set como en la parte musical. Se ha llegado a escuchar las mismas piezas musicales que en Guerreros –Repretel–, lo cual muestra desidia de producir, que se nota más en la falta de valores de producción en general como la sección de cocina.
¿Por qué Teletica lleva esta oferta que parece contradecir la franja? Es interesante el esfuerzo del traslape, pero, al mismo tiempo, es arriesgado. ¿En qué se basa la decisión?
Si tiene la oportunidad de dedicarle unos minutos, hágalo y contraste su criterio con lo aquí expuesto.